El recordaba los ojos del otro con tanta exactitud, que posiblemente podría replicarlo de forma casi perfecta en algún dibujo, solo casi por el hecho de que para el nunca seria lo suficiente para hacerle justicia a su mirada que recorría todo su sistema en unos segundos, 10 para ser exactos, es el tiempo suficiente para memorizarlo todo.

El otro hacia lo mismo, dibujaba cada noche lo que recordaba de aquel cruce de miradas, por lo mismo hacia la misma ruta que aquel día sola y exclusivamente para poder toparselo una vez más, aveces iba más temprano y perdía tiempo en la cafetería de enfrente para verlo por más tiempo, otras iba en el momento justo para volver a mirarse, pero, siempre había miradas agachadas, nunca lo que experimento con aquel Omega.

El Omega que solo era un pintor anónimo.

El Alpha que se enamoro de el.

10 segundos (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora