Cuando Lalisa Manoban entró a su oficina por segunda vez en la semana, los sentimientos de Jennie Kim se alborotaron, no lo dió a notar. Tenía que mostrarse regia con su nueva secretaria. No podía permitirse tener un amorío con ella y mucho menos sabía si la pelinegra sentía lo mismo.
—Srta Manoban, ¿Qué tenemos para hoy? —preguntó, luego de darle un sorbo a su café.
—Una reunión con el equipo de Marketing y después libre, Jefa Kim —respondió la chica.
—Mm ya, ¿Le gustaría almorzar conmigo hoy? —preguntó Jennie. Tenía claro sus límites, pero no pudo evitar hacer aquella pregunta. Al fin y al cabo su relación seria meramente laboral.
—Claro, si a usted le parece así, Jefa. Gracias por la invitación —dijo la secretaria —con su permiso iré a mi escritorio.
Jennie solo asintió y dió la vuelta en su silla giratoria. Observó la ciudad de Seúl mientras pensaba en que haría para controlar la sed de robarle un beso a Lalisa, la sed de tocarla y decirle cuánto la deseaba. Y sí, todo había sido desde aquella vez que la entrevistó para el puesto de secretaria... Quería una buena secretaria y se encargó personalmente de elegirla... Pero Lisa la cautivó al instante, y luego aún más con sus habilidades laborales. Jennie no dudó ni un segundo en contratarla.
Jennie, una diseñadora de modas reconocida en todo el mundo, con diseños espectaculares e innovadores... Cómo sucesora de su padre, enalteciendo a la familia Kim cada vez más. Una joven de apenas 25 años con una vida de grandes éxitos.
Pero a pesar de lo que tiene siempre ha estado sola, simplemente nunca ha encontrado a una persona que la cautive, que la deje sin aliento cuando la vea y que le acelere el corazón. Jennie no había sentido algo así hasta que vió a Lisa. Lisa, con su cabello corto y negro, sus rasgos hermosos a los que Jennie consideraba "exóticos". Un cuerpo bellísimo que Jennie casi aseguraba que es una obra de arte. Pero era imposible imaginarse algo con aquella secretaria...
Dejó de pensar y miró la hora mientras terminaba su café. La hora del almuerzo había llegado, y Jennie, que nunca se había sentido así ante alguien, estuvo nerviosa durante el trayecto a reencontrarse con Lalisa Manoban.
—Srta Manoban, ¿Nos vamos? —respondió, disimulando sus nervios bajo el frío de su personalidad.
—Claro, solo estaba esperando su orden —dijo la pelinegra, mientras se levantaba y tomaba su bolso. Jennie esperó por ella y luego caminaron lado a lado hacia el ascensor. "¿O hacia su perdición?" pensó Jennie.
Sus brazos casi se rozaban con los de Lalisa, tan solo ese toque le daba pequeñas descargas eléctricas. Lisa la estaba volviendo loca, y solo en ese pequeño trayecto al ascensor su mente viajó hacia las más reconditas imágenes de ella tocando a la pelinegra. Tenía que controlarlo, tenía que dejar de pensar en Lalisa.
.
Ya en el restaurante donde Jennie había llevado a Lisa, las dos almorzaban sin decir una palabra. Lisa por cortesía y Jennie por nerviosismo, pero la morena decidió romper ese silencio.
—Y dime Lalisa, ¿Puedo llamarte así? —la pelinegra asintió y Jennie sonrió. —Bien, tu puedes decirme Jennie cuando no estemos en el trabajo.
—¿Enserio Jefa Kim? Digo... Jennie—dijo, un poco desconcertada —¿Puedo preguntar a qué se debe eso?
—Lalisa... Voy a ser honesta contigo —dijo para después tomar un poco de agua. —Desde que hiciste la entrevista me agradaste mucho, incluso tu manera de trabajar me pareció extraordinaria. Eres muy buena en lo que haces y apenas llevas un día laborando.
Lalisa sonrió, y a Jennie el corazón le latió muy rápido. Lo que había dicho era cierto, pero no era toda la verdad, Jennie con tristeza ocultó sus sentimientos a la pelinegra.
—Muchas gracias, Jennie. Hago lo mejor que puedo por el crecimiento de la compañía. —sonrió y siguió comiendo.
Jennie la observaba mientras lo hacía, cada mínimo detalle o movimiento lo guardaba en su memoria. El como Lisa echaba su cabello hacia atrás, como sonreía, sus ojos café y el destello que salía de estos. Lisa era simplemente cautivadora y cuanto deseaba decirle aquello, hacerle saber que es hermosa y que es un ángel.
¿Por qué simplemente no podía dejar esos pensamientos fuera de su cabeza? ¿Por qué no dejaba de observarla de aquella manera?
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Mi secretaria (Jenlisa)
FanfictionSe enamoró casi al instante cuando la vió entrar a su oficina por primera vez. Su sonrisa, su risa, su cara y su actitud fuerte la envolvieron en un mar de dulzura. Era imposible no caer en las redes de Lalisa Manoban. Era imposible no hacerlo. Ell...