El sabor del amor

Seunghyun supo que ese día era "El día" tan pronto despertó, sintiendo un hueco extenderse por su estómago, obligándole a despertar más temprano que de costumbre, apenas con la energía suficiente para tomar una rápida ducha y arrastrarse a la cocina.

Si era sincero, debía admitir lo nervioso que se sentía desde hace algún tiempo. Había cumplido dieciocho años el año anterior y había esperado pacientemente que llegara ese día, el día en el que conocería a su alma gemela. Aún era muy temprano por la mañana, pero Seunghyun ya había bebido un cartón de leche, comido un rápido sándwich, dos piezas de pan dulce y una manzana, sin lograr saciar el hambre voraz ni un poco.

Mientras buscaba en la nevera algo comestible, recordó lo que se le enseñó desde pequeño.

Los humanos nacen solos, de uno en uno, pero las almas siempre vienen en par, por lo que todos en el mundo tenían su otra mitad, aquella persona que les complementaría de manera inimaginable, quienes estarían a su lado el resto de su vida, brindando todo su amor y apoyo incondicional, de la manera más pura posible.

Ambas almas debían cumplir los dieciocho años de edad para que el encuentro comenzara, acompañado de un hambre voraz que no podría ser saciada con nada, ni el alimento más exquisito podría matar el apetito que se ceñía a sus entrañas, sólo aquel alimento ofrecido por el alma gemela podría calmar la angustia y el vacío, a partir de ahí, ambas partes experimentarían una fase de adaptación, donde serían capaz de saborear lo que comiera el otro sin necesidad de probarlo, hasta que finalmente aceptaran el vínculo y establecieran la naturaleza de su relación, ya fuera una profunda amistad o un romance.

A Seunghyun le dolía la cabeza y las náuseas comenzaban a hacerse presentes, a pesar de ello, se obligó a terminar el resto de la comida, sin sentirse ni un poco mejor.

—Seunghyunnie... ¿qué ocurre? —preguntó su hermana, viendo el desastre por todo el lugar. —Acaso es...

Seunghyun sólo pudo asentir, recargando su cabeza sobre la barra de alimentos, sintiéndose aún peor por el leve movimiento de cabeza.

— ¡Finalmente! Ha tardado tanto, ha pasado casi un año desde que cumpliste dieciocho —dijo ella, acariciando su espalda y dando pequeñas palmadas. —Lo sé, lo sé, la sensación es tan desagradable, pero pronto se detendrá. —Seunghyun no pudo hacer algo más que aferrarse a la barra, intentando mantener la comida dentro. —No te preocupes, esta hermana tuya va a ayudarte, prepararé la ofrenda.

Claro, la ofrenda. El alimento que Seunghyun daría a su alma gemela para calmar aquellos horribles síntomas que debía estar experimentando al igual que él.

—Yo debería...

—No es necesario, no te preocupes, mientras tú se lo des va a funcionar, no importa quién lo prepare. Recuerda que mamá me ayudó a mí.

La memoria de Seunghyun retrocedió un par de años, al día en que su hermana cumplió dieciocho y se comió casi todo lo que había en la nevera, ciertamente su madre había preparado un delicioso desayuno que su hermana ofreció al que actualmente era su prometido y, por obvias razones, su alma gemela.

Por su lado, Seunghyun había cumplido la edad hacía casi un año atrás, y durante todos esos meses se preguntaba cuando llegaría. Al mirar la fecha quiso reír, pero el dolor de cabeza era tan grande que le fue imposible, dándose cuenta que, curiosamente, era dieciocho de agosto, el cumpleaños de su alma gemela finalmente había llegado y, con él, todo lo demás.

Con dolor, náuseas y un hambre desmedida, Seunghyun se obligó a ir a la universidad, ya que seguir la rutina normal era sumamente importante para el día, encontrándose con su otra mitad dentro de las próximas 24 horas. No tenía muchas esperanzas al respecto, toda su vida había estado bastante desinteresado en otras personas, no podía recordar alguien que realmente le gustara o atrajera, así que no fantaseaba sobre el aspecto de su alma gemela, ya que cualquiera estará bien, ¿no? después de todo ese era el punto de las almas gemelas.