Capítulo 14

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La rutina se volvió a instaurar en la casa de Aster. Cada ciertos días, Zeyer acompañaba al señor a la biblioteca para avanzar el papeleo o lo que fuera menester, a la vez que se ponía al día con Sept y Nio. Otros días, el joven dedicaba las mañanas a estudiar con los hermanos, Klaus y Tijón. Por las tardes el grupo se dedicaba a entrenar o a jugar por partes iguales en el exterior. Y por las noches, Klaus y Zeyer se escabullían para practicar magia en secreto. Los días pasaban tan tranquilos que no parecían ni normales, pero eso dejó de preocuparle a Zeyer, pues por primera vez se sentía a gusto con Klaus y su hermano. Por una vez sentía que la vida iba a mejor.

- Zeyer, podrías ir a buscar al señor y a los señoritos para la cena- le pidió Lilie quien estaba acabando de colocar la mesa- deja los vasos ya los pongo yo.

- ¡Vale! - respondió el chico dejando la tarea y saliendo del comedor.

Cuando llegó a la puerta del despacho pudo oír unas voces al otro lado, curioso, acercó la cabeza para escuchar mejor.

- ¿Lo dice en serio, Padre? - era la voz de Klaus

- ¡Porque ahora de pronto! -protestaba Tijón.

- Es mi decisión y creo que es la más correcta. – sentenció Aster- En tres días, a primera hora del alba, volveréis a la capital y seguiréis vuestros estudios.

- Porque tanta prisa. Cuando por fin había vuelto de su viaje y podíamos volver a ser una familia. -rechistó Tijón.

- Tengo un asunto urgente que atender. Volveremos a ser una familia, pero por ahora necesito que os marchéis un tiempo. Además, no es bueno descuidar vuestros estudios. Ya avisé a vuestros tíos, así que tendrán preparado un sitio para alojaros de nuevo.

- Pero...

- ¡Se acabó la discusión! - El golpe contra la mesa silenció cualquier reproche.

Zeyer, sintiendo la incomodidad de la situación, tocó a la puerta.

- Señor, la cena está servida – anunció sin abrir la puerta.

- De inmediato vamos. - le respondió Aster.

El joven simplemente dio la vuelta y se volvió al comedor. El ambiente fue algo tenso, aunque se intentó camuflar con las risas que les caracterizaba aquellas cenas en grupo. Cuando cayó la noche, Zeyer y Klaus se encontraron en el lugar de siempre para practicar magia.

- Klaus ¿Es cierto que os marcháis? -fue directo a la cuestión.

- Así que lo escuchaste – suspiró mientras hacía crecer algunas semillas de flores que tenía en la mano. – Volvimos a casa porque padre nos dijo que había terminado su viaje y que se quedaría en casa un tiempo. No pensé que sería tan poco...

- ¿Qué hacíais antes? – Zeyer usaba humo para hacer siluetas de pájaros.

- Vivíamos con mis tíos en la segunda capital del reino. Queda a unos cuantos días a caballo de aquí, es un largo viaje...- se dejó caer contra el tronco del árbol. - ¿Por qué no te vienes con nosotros?

- No puedo, el señor no me incluyó en ese viaje.

- Qué más da. Tijón y yo le podemos intentar convencer.

- Le debo mucho al señor Aster.

- Entiendo, no te voy a forzar, porque te conozco y no acabaríamos bien. - agarró una piedra y la arrojó lejos.

- Gracias por considerarlo de todas formas. -alzó la vista al cielo estrellado. Una pequeña nube de vaho apareció. -Empieza a refrescar.

- Sí, pronto el invierno hará mella... -alzó la vista también. -Escúchame Zeyer, que mi padre de golpe nos mande fuera me preocupa. Creo que algo raro va a pasar. Siento que algo no va bien. Yo no puedo desobedecer a mi padre, pero prométeme que te mantendrás a salvo. Tengo un mal presentimiento- se levantó.

La historia de Z {Marcas del Destino}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora