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Un gruñido escapó de entre sus dientes apretados cuando por fin consiguió entrar a la residencia donde pasaba sus días en compañía de su hermano menor. Las tormentas de nieve que habían azotado sobre el pueblo de Snowdin parecían intensificar con el tiempo, a pesar del obvio encierro bajo tierra y ajenidad de la reina, aún así agradecía tener por lo menos unas horas lejos de las manifestaciones constantes de monstruos insatisfechos, o responsabilidades frecuentes como líder de la Guardia Real. Se sacudió la nieve de su lustroso traje -ahora arruinado por la humedad- y avanzó por el pasillo en penumbras, antes de por fin encender las luces; le extrañó no haber encontrado las luces encendidas ya que Papyrus solía incomodarse en la oscuridad, aunque era factible pensar que debía estar muy concentrado en sus videojuegos para preocuparse por ello esta ocasión. Curioso, Sans cerró el cerrojo con llave después de asegurarse que ciertas figuras entre sus falanges todavía estuvieran en condiciones, y avanzó escaleras arriba en busca de su adorado hueso de estrellas, comprobando por el sonido de botones siendo apretados que la atención de Papyrus sin duda estaba encapsulada en su típica dinámica gamer. Debido a ello procuró entrar con la mayor delicadeza posible, temiendo que pudiese asustarlo de estar jugando esos horripilantes juegos RPG Indi de terror que muchas veces le intentó prohibir.

La habitación de su hermano gozaba de una perfecta iluminación. Papyrus yacía frente a la pantalla, leyendo cuidadosamente los párrafos encerrados en los recuadros; vestía su acostumbrado pantalón amarillo y sudadera negra pero algo que resaltaba de su apariencia era el logo de "Romantic Guy" inscrito en su pecho, un detalle que sin duda le resultó más intrigante al mayor de los esqueletos. Una música delicada y melancólica adornaba el ambiente, por ello Sans se desplazó en busca de averiguar la temática de su presunto entretenimiento, reconociendo un inocente y poco habitual juego de citas. La sola idea hizo a Sans sonreír, controlando una ternura enorme que intentó desbordarse de sus gestos, así que se limitó a tomar asiento a su lado para observar el desarrollo.

Al ver que Sans había decidido acompañarlo en su travesía, Papyrus dejó en suspenso su siguiente respuesta para tomar su libreta y mostrarle la hoja donde recitaba las palabras «Bienvenido» adornado con lunas felices y algunas estrellas de cinco picos. Únicamente eso bastó para mejorar con creces el agotador día que el guerrero real debió enfrentar.

—Es bueno estar de vuelta —le dijo con remarcada dulzura. Papyrus asintió con su propia radiante sonrisa; él siempre tenía ese encanto aún por encima de su timidez—. Cuando venía de camino aquí, me encontré con algo muy interesante que quise apreciaras también —Sans le mostró a su hermano las diminutas pero fuertes flores silvestres moradas que había recogido durante su retorno, el rostro cadavérico del joven esqueleto pareció brillar de admiración por éstas, pues era la primera vez que veía un par de flores que conservaban su origen natural, después de todo las flores eco habían pasado a convertirse en medios de monitoreo y control de monstruos para la realeza y era inútil encontrar cualquiera que no hubiese sido usada para tal propósito en la actualidad—. ¿Te gusta?

Papyrus volvió asentir, contento con el descubrimiento de su hermano. El gozo de Sans se acentuó frente a la genuina aprobación del menor, resultaba gratificante verlo entusiasmarse por algo tan simple. Sin importar qué tan extintas estuvieran esa clase de especies vivas por todo el subsuelo, Papyrus figuraba como uno de los pocos monstruos que se alegraban de ver algo natural en su mecánico mundo.

—Toma, sujétalas —le animó. Papyrus se puso alerta en este punto, como si la experiencia de tocar esas delicadas flores fuese a tratarse de una verdadera odisea, de todos modos los falanges de Papyrus fueron gentiles al apresar los tallos del ambas florecillas y Sans estuvo de acuerdo en su decisión—. Si mañana hay menos tráfico te llevaré a ver dónde las conseguí, mientras tanto puedes seguir tu rutina sin ningún cambio. ¿Suena bien?

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