De vuelta en un eterno por ahora

6 3 0
                                    

De vuelta en un eterno por ahora
El piso de la taza de té golpeaba el plato donde lo llevaba cada vez que Julieta daba un paso hacia la mesa. El ruido se mezclaba con la televisión, a volumen bajo, y con el sonido del lavarropas recién prendido. Ella se sentó en la punta de la mesa, se acercó la taza a los labios y se quemó, de vuelta.
Todos los días prendía el noticiero, lavaba la ropa y tomaba un té en la cocina. Y, todos los días, se quemaba los labios como si no supiera que el líquido estaba caliente. Lejos de ser una rutina que la acoja, todos los días también pensaba en el hartazgo de vivir los mismos momentos como si estuviera mal hacer una cosa diferente. O capaz era ese nudo en el estómago, presionando fuerte hacia dentro, que le exclamaba todo el tiempo que no podía hacer una cosa distinta.
Como si fuera un disturbio en la ciudad de Buenos Aires, los gritos de los vecinos comenzaron a tomar forma detrás de la puerta del departamento. De vuelta.
—¡Y sí! ¿Qué vamos a esperar de la boluda de tu madre? —la voz del hombre era gruesa, opacaba cada rincón del piso y, Julieta aseguraba, que no era la única que los escuchaba.
Era curioso, o una obviedad, que siempre resonaran las voces del marido y la mujer,  pero nunca de Luca (aunque estuviera metido en la conversación), su hijo más chico.
—A mí no me faltes el respeto, idiota —chillaba la señora, esforzándose por hacerse escuchar—. Hacé algo por tu hijo y llévalo a la escuela.
Como todos los días, Julieta apagaba la cabeza después de esas dos primeras frases. Apagaba la razón como si fuesen sus padres los que estuvieran peleando. Pensaba mucho en Luca.
Dentro de la tormenta, Julieta caminaba bajo su paraguas y observaba el fondo de la avenida esperando algún rastro de su colectivo. Se fijó la hora: ocho y cincuenta y ocho. Ocho y cincuenta y ocho como todos los días que esperaba el colectivo.
Miró la pantalla del celular y lo guardó rápido. El nudo en el estómago se acrecentaba cada vez que resonaba un trueno en el cielo cubierto de nubes casi negras. O cuando miraba el teléfono. Lo tenía en la mano por si vibraba, y si vibraba tenía que ser él.
A Julieta a veces se le caía algún pensamiento en la cabeza cuando se quedaba parada en el colectivo mientras iba por Corrientes y miraba el mismo edificio marrón en su calle menos preferida de la avenida. El pensamiento que la torturaba en todos los comienzos.
De vez en cuando Julieta pensaba mucho en los principios, en eso nuevo que te abraza, que no sabés que va a ser. Que, años más tarde, mirás para atrás y entendés que, aunque le pongas todo el empeño por saber qué vas a ser vos, nunca lo descifrás. Naturalmente ella pensaría que eso es lo que le da miedo, pero le era un poco incómodo aceptar que le tenía terror a algo tan verdadero como saber que lo que sigue no lo puede escribir, ni predecir, ni controlar.
—¡Subí, piba! —la voz del chofer la increpó y cerró rápido el paraguas. Por unos segundos creyó disfrutar como le caían las gotas en la cara, como si la quemasen.
El teléfono vibró de vuelta, trató de ignorarlo. Su madre solía reprocharle seguido que estaba demasiado tiempo con la pantalla pegada a los ojos. Sus amigas le aclaraban que era algo normal en las madres, en especial con la tecnología. Sin embargo, Julieta lo tomaba como algo más personal. Varias veces su mamá le había dicho que cada vez que abría el celular cuando sonaba, era por la espera de un mensaje que capaz no llegaba. Al segundo le nombraba lo dependiente que era, y Julieta ya no estaba tan segura de que hablara del teléfono.
El colectivo se movía bastante. Iba rápido y en cada esquina la gente se chocaba los cuerpos a consecuencia del freno. Y, de vuelta, Julieta llegaba tarde.
El celular vibró otra vez. Capaz era él. No, no tenía por qué ser él. No se preocupó mucho, era un sentimiento pasajero. Un por ahora.
A veces consideraba que era una mujer que pensaba compulsivamente en un eterno por ahora. Por ahora tengo trabajo, por ahora tengo amigos, por ahora tengo pareja, por ahora soy como soy. Y, entendiéndolo mejor, podía ser que esa compulsión repetitiva que le taladraba el pecho cuando se despertaba iba de la mano con el miedo de no saber qué vendrá, ¿qué por ahora le va a tocar?
Los por ahoras son pasajeros, y más cuando la memoria no es buena. Julieta se preguntaba muchas veces sobre rutinas pasadas y se hundía en los sucesos que no recordaba.
—¿Caminábamos de la mano? —pensaba—. ¿Me reía cuando se reía?
Había veces que tampoco entendía el tiempo, era más de contar las semanas, los días y las horas en lágrimas o recuerdos. Y sentía que lo tenía más presente que antes. Porque, al fin y al cabo, la ausencia de las personas creaba aún más presencia que cuando estaban en nuestras vidas. Es como la juventud, que nombrarla te trae una nostalgia inexplicable cuando no la tenés, cuando se te escapó de las manos. Y no la tenés tan presente cuando la vivís.
El teléfono vibró de vuelta.
Lo único que reconfortaba a Julieta de terminar un por ahora es que esos días antes de que se acabara, eran peores que el duelo del final. Ese momento en donde te sentís raro, cien noches lejos de la otra persona, de ese por ahora, como un suplicio interminable que, sin embargo, sabés que cualquier momento puede ser el último.
—Sos muy dramática —le hubiera dicho él. Seguramente su madre también.
El teléfono vibró de vuelta y la última parada estaba cerca.
—En realidad, la vida es un por ahora, Juli —le había dicho su madre alguna vez.
—Sí, pero es el último, es el que menos importa —le contestó ella.
La madre se encogió de hombros.
—Puede ser, pero es la única que hace que todo lo demás sea un por ahora.
El teléfono vibró de vuelta y Julieta, por fin, lo prendió. Se agarró con una mano del caño del colectivo y con la otra lo sostuvo mientras leía los mensajes. Sin embargo, no duró muchos segundos con el celular en su palma. Un mensaje la heló y la estancó en medio de la avenida Corrientes como si no importara que el colectivo siguiese su curso. Dejó caer el teléfono.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 29, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

De vuelta en un eterno por ahoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora