-¿y cuando el sol deje de brillar?...
Era sorprendente lo que el payaso veía, él solo necesitaba palabras para imponerse y era curioso para pogo, pocas personas lo mandaban a callar y manipular a su nivel....jack conway aparentaba ser poderoso, fuerte, inteligente....parecía ser bueno....tal vez....y sólo tal vez, podría estar a salvo con el.
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-¡Gustabo corré, yo te cubro!...No podía creerselo, aquel argentino lo empujaba con fuerza intentando que el rubio subiera al helicóptero para que huyera, no sentía su cuerpo, no podía dejar de ver a la mafia cayendo de uno a uno al igual que pequeñas gotas de sus ojos, sin saberlo ya estaba sentado así que intento ayudar a Raúl para que subiera al helicóptero y no muriera también, sólo pudo escuchar un disparo que le congeló la sangre, su cadáver cayó sobre el y su sangre se había esparcido por su maquillaje, lo sostuvo como pudo pero finalmente este terminó cayendo al suelo, su sangre estaba en su ropa y aún muerto el argentino seguía viéndolo asustado mientras se podía apreciar un disparo al costado de su cabeza.
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-.....¿que es esto?....¿porque siento que estoy enfermo gustabo?....no me siento bien....Pogo por una vez en su vida no sabía que hacer, como sentirse o asimilar lo que acababa de suceder horas atrás, su garganta dolía de tanto gritar los nombres de sus compañeros en el sistema, había intentando que respondieran la radio sin éxito. Respiraba con miedo mientras veía el saco que llevaba puesto horas atrás con la sangre de su compañero, sangre que hasta hoy en día lamentaba haber derramado pues sabía que todo había sido su culpa.
Pensar en todo eso hizo que quisiera gritar otra vez por ayuda, y es que su situación era lamentable para su gusto, aquel payaso al que todos odiaban se encontraba en la casa de gustabo, tirado en una de las esquinas de la cocina mientras se abrazaba a si mismo, sollozaba en silencio y tomaba su celular con fuerza del cual se leía perfectamente el contacto de Raúl rubier, y es que minutos atrás el payaso releía esa conversación intentando pensar que este seguía vivo, esperándolo en la sede con los demás.
-.....gustabo....lo arruine está vez....te arruine la vida gustabo....pero fueron ellos, todos los vieron, si ellos no hubieran llegado todo estaría bien, ellos estarían bien.....soy un jodido ¿verdad?....pideme que deje de humillarme por favor.....
Pogo susurraba con miedo todo lo que decía esperando una respuesta la cual nunca llegó; frunció el seño mientras ocultaba su rostro intentando que ni su misma casa le viera de esa forma, le ponía aún peor el recordar las noches que pasaba gustabo en su lugar, llorando como un niño todas las noches mientras abrazaba un humillante oso de peluche, pidiendo en susurros que alguien le ayudara, eso le enfadaba a pogo, para el eso era signo de debilidad, llorar era para jotos como solía decir Emilio.
-te maldigo, maldigo el puto día en que nacimos, el día en que me aferre a cuidarte hijo de perra....fue tu culpa, todo....todo....
Si, estaba enojado, agotado, cansado y con sangre seca en su cara, pero incluso con todo eso sus ojos volvieron a humedecer al revisar en el celular de gustabo, encontrando el contacto de Segismundo, fotos de la mafia tan inutil que el rubio había conseguido y los mensajes insistentes del de cresta intentando contactarlo, estaban buscando a su niño y eso lo asustó más, tiro el celular y volvió a pegarse en una esquina intentando estar seguro pues no quería que le hicieran nada.
-no, no.....gustabo ya no puedo....ya no puedo ni siquiera cuidarme yo mismo.....lo arruine, lo arruine, lo arruine....mate a mi familia gustabo....quiero que Emilio me siga el rollo, quiero que yun me de un abrazo, quiero ver a mamá...
Pogo había caído al suelo aún abrazado a si mismo cuando dijo lo último, estaba temblando y respirando con fuerza mientras intentaba no llorar al recordar el rostro de aquella mujer, sentía que el aire de la habitación se quedaba sin oxigeno, había cerrado todas las ventanas para que no lo vieran y la oscuridad sólo hacía que tuviera más miedo, una vez más comenzó a llorar con fuerza mientras tomaba su cabello estirándolo, intentando desesperadamente que el dolor físico lo distrajera siendo completamente inutil, sin notarlo ya había comenzado a gritar otra vez.