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Recientemente se encontraban en una compra de armas. Nadando hablaba con el jefe de aquella mafía: intercambiando precios, pasando contactos, un poco de información acerca de otras mafias, entre más. Cada miembro hacían perímetro, y el de sombrero se aseguraba de aquello.

Movía las piernas en busca de calmar los pequeños temblores. El viento llegaba a erizar cada uno de sus vellos, deseoso de llegar a su casa y meterse entre las sábanas. Sus músculos se endurecían y contracturaban, provocando pequeños calambres en la espina dorsal. Metió el puño en su bolsillo, intentando mantener en pie la conversación y calentar un poco los dedos de la mano. La única idea que mantenía en su cabeza era estar en una zona caliente, pero se esfumó cuando algo había llegado a captar su atención.

De reojó observó como el más joven poseía el arma en su espalda, y escuchaba algo de la conversación debido al silencio del lugar. Receloso, decidió observarlos un poco más, le molestaba la actitud que estaba tomando en ese momento el rubio. Si hubiese sido por él, le hubiese regañado por el comportamiento, pero no quería dar un espectáculo.

Las carcajadas o piropos procedentes de aquella zona llamaban mucho la atención. Unos pares de ojos no dejaban de posarse en ellos, provocando cierta inseguridad en aquellos vendedores. ¿Por qué coño estaban tan tranquilos en medio de una venta de armas?

━━ Vaya, parece que el joven y mi muchacho se están llevando bien. ━━La voz resonó en los oídos de los demás, y volviendo a su rígida postura se centraron en hacer perímetro. Observando las mismas zonas una y otra vez.

━━ Si, eso parece.

El vendedor observaba el interior del maletín, calculando más o menos que estuviera el dinero correspondiente. El de sombrero volvía a mirar aquel lugar, cansado de la situación. Gustabo no se podía tomar la tranquilidad en medio de esos momentos, mucho menos la confianza para soltar piropos inadecuados. Tendría que enseñarle a tomar con un poco más de seriedad aquellos asuntos.

Ya hablaría más tarde con él sobre su comportamiento.

[Sabes que tenemos algo pendiente. Deja mi sangre marcada en sus dientes]

Masajeó su frente luego de aquella conversación subida de tono. No le gustaba mantener esas peleas con Gustabo, pero debía de entender lo que estaba bien y mal en esos momentos. Y era mucho la desconfianza que habían tenido los vendedores hacia ellos por esa escena.

Pero, el menor quizás llevaba algo de razón y simplemente se había enfadado por los celos, por la inseguridad creada en él luego de aquella escena. No eran nada, pero a la vez lo eran todo.

Intentó calmarse mirando la ventana, aún así sentía que se axfisiaba en todas esas sensaciones. No quería hacer sentir mal al menor, eso causaba que él también lo estuviera, pero así no iba a aprender. Y Gustabo mejor que nadie comprendía su preocupación por él, él sabía cuanto le quería Armando. Que nunca le había gustado gritarle ni hablarle mal.

Se levantó de la silla, en busca de aquel chico para pedirle perdón. En medio del pasillo se encontró de cara con el rubio, llevaba colocado uno de sus pantalones negros. El menor levantó su cabeza y pudo observarlo bien, el remordimiento retumbaba en las mejillas del muchacho, se le notaba decaído por aquello.

Armando le movió la cabeza a un costado, indicándole que le siguiese. El camino, tan silencioso como esa misma noche, fue algo recurrente de energía, pues el cansancio les perseguían hasta cuando se tumaban. En mitad del pasillo el mecánico se paró, dejándole sus suaves y calientes zapatos al menor. Notaba los pequeños temblores que había tenido detrás de él.

Una vez en la habitación, ambos se acostaron en la cama sin saber que decir o hacer. Mostraban una mirada perdida y observaban cualquier punto que no estuviesen cerca del otro. Armando rompió la calma de la habitación y tomó el mando, pasándoselo al menor para que este eligiera una serie que a él le gustase.

Tumabados en la cama y arropados entablecieron una conversación a medidas de susurros; describíendo al contrario de la forma más bonita, y dedicándose frases, donde cada vez iban perdiendo la cordura del uno por el otro.

[Me vuelves loco, ya tienen que ingresarme]

Acabaron dormidos mientras se abrazaban. Las lentas respiraciones detonaban como ritmo al silencio de la habitación. El mínimo brillo alumbraba al frente, donde ambos se mantenían con los ojos cerrados.

¿Qué mejores momentos que mantenían estos dos?

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⏰ Última actualización: May 02, 2022 ⏰

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Malito;; NadanboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora