La Bruma avanzaba pesada por los Baldíos. La mayoría de de animales dormitaban. Unos pocos pájaros contemplaban, en silencio, al extraño que avanza cargando con cuidado. Ha corrido durante días, sin prisa pero sin pausa, apenas sin descanso, infatigable. Tiene los andares de un guerrero, pero sus ropas hablan de derrotas. Durante días a corrido, pero su meta ya esta próxima y eso lo azuza y le empuja más que lo que puede el cansancio. Debe entregar el paquete que lleva. Todo lo demás no importa. Su honor, su palabra y su vida están en entredicho. Ya tendrá tiempo de volver a la batalla a morir cuando haya acabado.
Durante unos segundos afloja el paso, pues los llantos de la pequeña lo reclaman. Con cuidado, pero sin dejar de avanzar, el guerrero alimenta a la pequeña. Sabe que la quesada rancia y el agua de lluvia no son suficientes para alimentarla, pero eso ahora no importa, pues ya puede ver a lo lejos la colina donde el maestro se entrena.
Durante las ultimas horas de viaje, el guerrero recuerda con pesar a su amigo y compañero, el padre de la criatura. Sabe que él debería haber caído junto a su amigo, pero no lo quiso así el destino. Por eso esta cumpliendo la última promesa que le hizo "haz de ella una digna guerrera". Su destino, sin embargo, es perecer junto a sus hermanos en la guerra. El no es un buen padre ni un buen maestro, solo un buen guerrero. Solo El Maestro podrá encargarse de esa tarea.
* * * * * * * * * * * *
El anciano orco contempla a la pequeña mientras juguetea y se revuelca con el cachorro de jabalí. Recuerda, melancólico, el día en que llego el mensajero con el paquete. Parece que fuera ayer, pero ya han pasado 5 años. -¿Cuantos debe tener ya?- piensa - ¿siete, ocho? empieza a ser el momento.
Lentamente se levanta y se acerca a ella.
- Deja lo que estas haciendo y escuchame chiquilla. Durante años has vivido a mi cuidado, ajena al mundo exterior. Pero más allá de lo que ves aquí hay un mundo en guerra. Un mundo donde los orcos, tu raza, luchan e intentan sobrevivir como pueden. Es hora de que aprendas quienes somos y que somos.
La pequeña orca escucha, con el rostro serio. Intuye que hay algo importante en las palabras del abuelo. Intuye que algo esta cambiando en su vida.
Pasan los meses, pasan las estaciones. El maestro le enseña a la muchacha las costumbres de su gente, su historia, sus proezas y pecados, su camino. Le enseña así mismo a combatir con hacha y espada, a golpear donde mas duele, a parar los golpes....
El conocimiento cae como una pesada losa, a base de golpes y llantos, pero la muchacha asimila ávida. Una llama arde en su interior, abrasadora, pidiendo más.
* * * * * * * * * * * *
Hoy es un día especial. La joven orca cumple diez años. Diez años que ha vivido junto al maestro, aprendiendo, escuchando, luchando. La joven vuelve de la llanura, con su arco y su espada. Ha estado todo el día cazando. Esta noche habrá un banquete. Su abuelo ha estado nervioso durante los últimos días. Ella sabe que algo tiene que pasar.
Cuando llega se sorprende ver a dos enormes orcos con pesadas armaduras hablando con su abuelo. Las visitas son muy raras y ella nunca había visto guerreros semejantes.