MARATÓN 2/3
✓Accidente: Suceso imprevisto.
Casi anochecía, y Charlotte ya hacía acostada en el sillón boca arriba, sin intenciones de querer limpiar lo que había ocasionado su hermano después de haber escuchado la verdad sobre el accidente de su padre, y sin duda alguna tampoco quería pensar en lo ocasionado, ya que se sentía de la misma forma en la que estaba rodeada.
Un golpe de frustración llegó a ella cuando escuchó golpes provenientes de la entrada principal con suavidad y calma, la chica aún consiente de lo que pasaba afuera, decidió quedarse en el mismo lugar a oscuras y en silencio, era mejor quedarse callada antes de lidiar con cualquier otra persona, porque realmente no se sentía capacitada para hablar con alguien en ese momento.
— ¿Charlie, estás aquí? — preguntó del otro lado de la puerta el hombre castaño rompiendo con el breve silencio que existió, sin embargo, la chica aún quería estar sola por lo que no contestó. — Charlie, sé que estás aquí... por favor ábreme. — insistió nuevamente el hombre.
La menor agotada de las molestias que habían no tuvo otra opción más que fingir que no hay nadie más afuera. — ¡Charlotte, ven y ábreme la puerta ahora! — gritó desde el otro lado exasperado y molesto, golpeando la puerta más fuerte que antes.
— No me detendré hasta que habrás la puerta Charlotte Emma---Fue callado. De pronto se abrió la puerta con una persona malhumorada del otro lado, mostrando desagrado por la persona que se encontraba a su enfrente. — ¡Cierre la boca! — agregó entre dientes la muchacha, dejando la puerta abierta.
El castaño solamente sonrió, pues su última opción fue totalmente un éxito y no era de menos, porque no era un secreto que la chica sintiera repulsión por su segundo nombre. Sin embargo, su sonrisa fue desvanecida cuando vió el lugar totalmente un basurero, vasos rotos en el suelo, líquidos desparramados ensuciando la alfombra, pedazos de porcelana rota en el suelo y parte del sillón principal, y lo que sobre salía de todo era el aspecto de la muchacha, despeinada, ojos un poco rojos, además de las inmensas ojeras por el cansancio. Daba ha entender que no había sido tocada por el agua o por el jabón desde la última vez que la vió y si, tampoco el lugar estaba aseado además del baño -seguramente- por lo que preguntar estaría demás.
Persiguió a la chica descalza que caminaba en dirección a la sala, y todo el recorrido pasaron en silencio, ambos por sus propias razones, cuando finalmente habían llegado, la castaña procedió en sentarse en el sillón más desocupado que estaba y continúo viéndolo con intriga, pues no toleraba mucho su presencia y ahora después de lo sucedido tenía dudas de el porqué de su insistente compañía. Y entonces preguntó: — ¿Te sirvo algo de beber? — dijo la chica apoyada en la tela del sillón sin interés obviamente.
— No, gracias. — dijo amablemente el hombre castaño, mientras que la chica ladeó la mano para que proceda, pues estaba cansada y ahora lo único que quería era dormir adecuadamente y después ver qué haría. — Charlie, ¿cómo estás? — preguntó amablemente, dejando a la chica suspirar pues sabía a lo que él quería llegar.
Entonces se levantó, frustrada y decidida en salir de la habitación. — Si, si. Me siento increíblemente bien... — contestó apurada, estaba harta de todo lo que pasaba a su alrededor.
El hombre aún sin darse por vencido, siguió intentando acercarse a la chica. — Charlotte... — la llamó sintiendo a la otra inquietarse por escuchar su nombre.
— ¿Qué?... — dijo sin importancia.
— Por favor, háblame. — pidió el castaño deteniendo el paso de la chica.
ESTÁS LEYENDO
La Gorra Roja - Glenn Rhee | The Walking Dead |
RomanceAquel día en el que un pequeño grupo de personas se dirigieron a Atlanta por suministros fue común y corriente pero inesperadamente apareció un policía y unas horas más tarde una mujer en la que no podían confiar porque ya hacia un cuerpo de un niño...