[CANCELADA]~¡Mᥙᥱ́strᥲmᥱ ᥙᥒᥲ soᥒrιsᥲ, qᥙᥱrιdᥲ!~ Aᥣᥲstor x T/N~

~60~

Narra Alastor:

Iba siguiendo mi sombra. El ambiente se sentía tenso. En un momento unos cables aparecieron frente a mí.

Vox.— ¿Dónde crees que vas? —masculló.

Alastor.— Métete en otros asuntos —murmuré.

Vox.— ¡Tú tuviste que haberle hecho algo a ella, ¿cierto?!

Me volteé.

Vox.— ¡Habla!

Alastor.— Yo no le he hecho nada a nadie, por ahora —dije como amenaza, apuntando a mis tentáculos que aún seguían en las paredes del lugar, listos para destruir todo—. Mejor vuelve con Valentino, querido.

Vox.— ¿Acaso tienes miedo?

Alastor.— De destruir este lugar y que te maté, sí, perdería un entretenimiento si te pasa eso —dije con sarcasmo—. Así que, por favor, déjame solo, y vuelve con esa maldita polilla. Él es el problema, no yo.

Él gruñó. Yo me hice a un lado para alejarme de los cables y seguir siguiendo a mi sombra.

Vox.— ¡Esto no quedará así!

Alastor.— Lo que digas.

Narra T/N:

Había perdido el control. No sabía qué era la realidad y las alucinaciones. Lo tenía en claro, la mierda que Valentino me inyectó era algún tipo de alucinógeno.

Quise buscar una manera para escapar, ¡pero no había! Al final solo me senté en un rincón, teniendo mi lanza en manos.

Escuchaba varias voces diciéndome que no era nada más que mierda, patética. De que mi segunda vida no servía para nada. Que debería matarme otra vez. Y cosas así... No se me haría difícil si tengo mi lanza aquí, pero... Ya qué...

Susurraba de que se callara o que se callaran. La única voz que podía distinguir era a la de Alastor y no sabía si era real o una alucinación auditiva y casi a la vez, visual.

¡De verdad! ¡Ja! ¿De verdad has pensado de que todo este tiempo te he amado?

Apreté los ojos. «Cállate», dije.

¡Qué ingenua eres! Tú no eres nada importante, solo eres una escoria más en el infierno, cariño. Ni siquiera tu segunda oportunidad de vida te sirve. ¿Acaso piensas que todos esos demonios te quieren? ¡Claro que no!

T/N.— ¡Ya basta! —dije casi como un sollozo que intentaba ocultar, y cerré más mis puños en el asta de la lanza.

¡Solo mira cómo te ves de patética!

Abrí un poco mis ojos, molesta.

Empecé a escuchar carcajadas por todas partes. Palabras que me lastimaban durante los siguientes minutos.

Oculté mi rostro en mis rodillas e, involuntariamente, sentí algo filoso en mi muñeca, era la punta de la lanza.

T/N.— ¡No! ¡Qué mierda estoy haciendo! —exclamé, aturdida.

¿No quieres acabar con tu vulnerabilidad?

T/N.— Tengo amigos... —mascullé.

¿Tú crees que ellos te quieren? De ser así ya te hubieran sacado de aquí, pero, en cambio, estás aquí, querida. Yo lo haría, pero... ¿Tú?... ¡Ja!

T/N.—Yo... —susurré.

Bajé la mirada tristemente, empezando a explorar los cortes que me hice años atrás.