1. Bienvenida a Los Santos.

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Con seguridad agarré las maletas que contenían todas mis pertenencias y avancé hasta el taxi.

Le dediqué una fugaz mirada al taxista que me estaba esperando y él enseguida llegó para poder ayudarme.

—¿A dónde le llevo, señorita? —Preguntó una vez dentro del taxi.

—A la comisaría, gracias. —Respondí viendo como las familias se reencontraban en la puerta del aeropuerto.

—Allá vamos, ¿Quiere que le ponga un poco de música?

—No, muchas gracias. Prefiero hablar de como avanzado la ciudad a lo largo de los años. —Él hombre me miró a través del espejo y asintió.

—Es nueva en Los Santos ¿Cierto?

—Algo así, me críe aquí hasta los doce años, cuando empecé el instituto fue cuando partí a otra ciudad.

—Oh, es bueno saberlo. Yo no llevo aquí mucho tiempo, tal vez cuatro años desde que empecé a trabajar de taxista, Emilio Cántaro a su disposición si necesita un taxi.

—Un placer, yo soy Laura, Laura Rodríguez. —Sonreí levemente, aunque el no podía verme al estar concentrado en la carretera.

—¿Y qué le trae de vuelta a Los Santos? —Preguntó curioso mientras seguía conduciendo.

—Tengo un familiar aquí, le prometí que en cuanto cumpliera los veintiún años volvería.

—Entonces es una mujer de palabra, está cumpliendo sus promesas.

—Así es, aunque lo último que recuerdo de esta ciudad es muerte... —Los flashbacks de mi infancia pasaron por mi cabeza velozmente.

—Esta ciudad es hermosa, ya no sea por lo visual, si no por la buena vibra de la gente, hay mucha delincuencia, pero se vive bien.

—Lo sé, por eso volví. —Sonreí con nostalgia. —Cuando cumplí dieciséis años, volví para celebrar aquí mi cumpleaños ¿Quién me iba decir que me subirían a un coche para ser rehén de un atraco? —Conforme iba hablando recuerdos felices se reprodujeron en mi cabeza.— Días después, nos animamos unos amigos y yo a hacer lo mismo, no sabes lo mal que salió aquel badulake. 

—Todos alguna vez empezamos así, esta ciudad es mágica, simplemente no se puede explicar lo maravilloso que es vivir aquí.

—Concuerdo contigo, Emilio. —Por unos instantes la conversación quedó en profundo silencio, hasta que habló.

—Si no es mucha molestia preguntar, ¿Por qué te recuerda a muerte esta ciudad? —Suspire y limpié el sudor que se acumuló en mis manos.

—Mis padres murieron aquí por un accidente de coche, ellos eran los mejores pilotos que nunca nadie había conocido. —Apreté mis puños conteniendo mis emociones. — Ellos se metían en carreras ilegales al no poder hacerlo en circuitos, pero un día.... —Hice una pausa para coger aliento. —Un día chocaron dos coches y hubo una gran explosión, ellos murieron al instante, pero mi consciencia queda tranquila al saber que lo hicieron con la adrenalina en la sangre y una sonrisa en los labios.

—Oh... Lo lamento mucho, no debería haber preguntado.

—No te disculpes, lo he superado, me alegro de que disfrutaran hasta el último momento, ellos amaban correr y el ambiente de las carreras.

—Eso es realmente bonito. —El coche poco a poco fue frenando hasta aparcar delante de lo que era la comisaría, había cambiado mucho durante estos años. —Por si lo quieres saber, hacen carreras de coches en ciertas ubicaciones, yo no asisto mucho, pero aquí tienes mi número, contáctame y te daré unos buenos contactos.

𝙝𝙚𝙖𝙩𝙝𝙚𝙣 «Yun Kalahari»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora