Hay momentos en que uno debe hacer cambios radicales en su vida, lo entiendo, pero no creo que sea justo hacer cambios porque otra persona deba hacerlo. En mi caso, después de pasar dos años de mi vida estudiando en la preparatoria de Bernerdelle, en Yersi; tuve que despedirme porque mi padre, había escuchado de una buena academia privada en Greenhills, en algún lugar del sur del país. Realmente no tenía ganas de hacerlo, pero, ¿qué haría yo, teniendo solo 17 años?, pensé inclusive en decirle a papá si podría valorar su decisión, pero mi padre no era de los que entendían. Si mal no recuerdo, cuando era pequeño, hubo una ocasión en que él y yo fuimos al supermercado de la ciudad, donde me compró un enorme camión de juguete, muy caro, debo decir, pero cuando salimos del súper, un hombre tropezó accidentalmente conmigo y no se disculpó, solo vi como mi padre me arrebataba mi nuevo juguete para hacerlo pedazos en la cabeza de ese pobre infeliz, yo me quedé preguntándome: ¿mi juguete? Aunque me cueste admitirlo, el soplapollas de mi padre se preocupaba por mí, a un punto extenuante, pero lo hacía, recuerdo que solía llamarme temprano en las mañanas a mi teléfono para preguntarme que donde me encontraba, me era muy fácil decirle que me encontraba en el salón, recibiendo clases y me respondía: -Que raro, estoy justo enfrente de él y no te veo por ningún lado-, a esa hora de la mañana tenía que ser un metahumano para ducharme, lavarme los dientes, ponerme el uniforme y llegar a la prepa en menos de 15 minutos, todo eso dejando de lado que estaba algo lejos de casa. La idea de hablar con papá la eliminé de mi mente en el momento que recordé que casi asfixia a mi profesor de química el día que reprobé un examen, realmente temía por mi seguridad también ese día, debo admitirlo. Eliminando esos pequeños detalles, cabe decir que no podía quejarme de él, había sido un buen padre. Después de empacar mis cosas, fuimos hacia al aeropuerto para tomar un vuelo hasta una ciudad próxima a Greenhills donde personal de la academia se encargaría de llevarme. Justo antes de abordar la aeronave, mi padre me dio un fuerte abrazo y me echó una bolsa de caramelos en el bolsillo de mi enorme chaqueta.
-Para el viaje- me dijo
¿Acaso sentía algún remordimiento mi padre?, no, él estaba dispuesto a dar lo que fuese necesario para que asistiera a ese colegio. Una vez en el avión, la azafata a la que me entregaron me pidió mi teléfono, por una que otra putísima condición de la compañía de vuelos. Genial, ahora sin teléfono, pensé. A partir de ese momento se frustraron mis planes de leer los buenos libros digitales que tenía, pero al menos tenía el libro magistral de William Goldin: El señor de las moscas, que lo había robado de la biblioteca horas antes de partir, necesitaba al menos llevarme un recuerdo de la ciudad, pero bueno, digamos que más que un recuerdo tomé uno de sus tesoros.
Mi viaje era de 4 horas y en la primera medio hora ya había devorado completamente el libro, que mal por mí. Miré alrededor y observé muy cuidadosamente a los demás viajeros, -la azafata que se encarga de llevar los pedidos es muy guapa, rubia y de ojos azules, ¿qué haces trabajando aquí?, con ese cuerpazo podrías ser la artista mejor pagada de Brazzers, muy atenta que digamos, hace bien su trabajo, pero, ¿hoy te maquillaste de esa manera por algún motivo especial o siempre andas tan guapa?, no sé qué me hace pensar que miras demasiado al joven que debe ser doctor por su bata blanca, putos doctores, que increíble habilidad para llamar la atención. Por otra parte está el anciano de mi derecha, vistes muy elegante, con ese traje que aparenta ser hecho a medida por un famoso sastre, ¿viajas por motivo de trabajo?, no, estás muy nervioso para ser un experimentado empresario como aparentas, de todas maneras, te rehusaste a entregar tu teléfono y lo revisas muy a menudo, ¿es qué acaso ocultas algo?, quizás te espera alguna amante, cabroncete, ¿o es qué necesitas ver a tu doctor urgente?, quien sabe. De todas maneras, quien más llama la atención es el sujeto de atrás de mí, vas demasiado al baño, ¿solo yo lo noto?, y miras demasiado la hora, es muy desesperante tu impaciencia, espero que no seas un terrorista que intenta secuestrar el avión, eso fuera un fastidio-.
Antes de poder darme cuenta el avión ya se preparaba para aterrizar, el viaje fue más corto de lo que pensé. Una vez en tierra, los pasajeros que se creían elegantes tomaban su pequeño portafolios y se apresuraban a bajar, -estúpidos hombres de negocios, pero en realidad me recuerdan a papá, que siempre anda en una que otra diligencia en su viejo Cadillac, es imposible que estuviera quieto por más de 5 segundos cuando estaba trabajando-, cuando los únicos que se mantenían en el avión eran los que tenían alguna dificultad para salir, fueran ancianos o niños, decidí bajar para evitar tener que hacer algún tipo de favor, no es muy educado decir que no cuando te piden ayuda.
En el aeropuerto todo transcurría de manera relativamente anormal, a lo que me refiero es que la cinta transportadora que traía mi equipaje se averió, por lo que tuve que esperar que llegaba primero, o mi muerte o las putas maletas. Como si fuera poco, esta azafata no se quería alejar de mi hasta que no pasaran a recogerme, cosa que hacían con todos los menores de edad, pero como la vida es tan irónica, pasó una chica de unos 20 años de edad, estaba como para chuparse los dedos, y me miró, sé que me miró, pero al darse cuenta de mi compañía se sorprendió, y se le escapó una sonrisa que hasta el día de hoy no entiendo, en fin, que miserable me sentí en ese momento.
Cuando ya pensé que se habían arrepentido de venir a buscarme, apareció, una señorita de muy buen aspecto, con una buena figura, pero lo que le hacía sobresalir era su no natural cabello rojo. Esta se presentó como la profesora ayudante Odeth, la cual sería la encargada de llevarme a Greenhills. Esta parecía ser agradable y muy buena persona, por favor, menuda equivocada que me daba. Luego de presentarse, no habló mucho más en el camino, no me sorprendió, realmente una profesora no tiene mucho que hablar con un estudiante.
Aunque pareciera estúpido, me sentí nostálgico de dejar atrás ese aeropuerto,- ¿que estaría haciendo la azafata guapa?, ¿el viejo se habrá encontrado con su amante?, en fin, es imposible saberlo-. El auto en el que viajaba era muy incómodo, de los peores en los que había subido, al parecer tenía el aire climatizado descompuesto, por lo que hacía una calor digna del tercer infierno, y yo sudo demasiado, soy de las personas que suda estando completamente quieto y eso me ponía de muy mal humor. Los asientos estaban muy duros, casi era posible decir que el piso hubiera sido más relajante, sin embargo, ahí estaba la profesora Odeth, que con sus auriculares puestos no parecía molestarle nada en absoluto, -¿acaso ya estás tan acostumbrado a esto?-.
Aún con todos estos pequeños detalles, logré dormirme, de veras estaba muy cansado para poder dormir así en esas condiciones. Al cabo de dos horas, que para mí fueron dos minutos, Odeth me despertó para que tomara mi equipaje, ya estábamos en nuestro destino
-Escucha, ¿Michael?, ¿no? -dijo Odeth- bienvenido a la preparatoria de Greenhills, la casa de los grandes genios, yo voy a presentarme a la secretaria general para asegurar unos detalles de tu transferencia, espera ahí en el lobby, tu nuevo compañero de habitación, vendrá a recogerte para que desempaques.
-No hay problemas- le contesté
Una vez Odeth se marchó, observé cuidadosamente la fachada de mi nueva academia, aunque no parecía estar tan mal, realmente detesté eso de Greenhills, la casa de los grandes genios. No soy muy fan de las arquitecturas pero realmente el edificio principal de la sede estaba muy bien hecho, con esos detalles góticos daba un auge de ser el hotel Overlook. Lo mismo se puede decir del interior, el lobby estaba decorado por todos esos trofeos cogiendo polvo en esos enormes estantes, aunque no eran pocos, sentí que el orgullo de la escuela hacía tiempo que no se le daba importancia. Sin nada que hacer, me senté en los bancos de madera que no sé si era casualidad, pero estaban muy incomodos, ¿acaso esta preparatoria estaba condenada a tener los peores asientos del mundo?.
Seguro que había pasado más de una hora y el cabrón de mi nuevo compañero no aparecía, -¿cómo será ese hijo de puta informal?. Estaba a punto de marcharme por mis medios cuando apareció por el corredor de la izquierda un estudiante. -Veamos, un moreno con el cabello rizado, debes ser el idiota que cree que puede ligarse a cualquier tía; ¿aretes?, no, falso túneles, pero podría apostar mi vida que no están permitidos con el uniforme, que ya de por sí lo llevas ajustado, seguro eres el típico Fuck the rules, ¿verdad?, no apartas la mirada de tu teléfono, si la vista no me falla el típico IPhone, chico pijo, como los muchos que deben de haber en este lugar. Ni siquiera te has molestado en mirarme, veamos que tienes para decir:
-Hola -dijo el pijo mientras guardaba su teléfono- ¿fumas?
A pero bueno, realmente no esperaba eso, debo admitir que estoy sorprendido, aunque no fumo hace rato, uno no me vendría mal
-Claro, ¿que traes ahí?- le respondí
-Malboros, toma uno- me dijo mientras me acercaba la caja, luego prendió el suyo y me pasó la fosforera
-Mi nombre es Michael Day, pero puedes llamarme Michael, ¿cómo te llamas?- le pregunté
-Soy Fer Allen, espero que nos llevemos bien- me contestó
Para ser sinceros, no sé porque pero el tío no me calló mal, de todas maneras aún tenía que conocerlo ya que no puedo andar por ahí diciendo que me agradan tíos que solo me han brindado un cigarro. De todas maneras que rápido fumaba, quiero decir que ya se había fumado su cigarrillo entero cuando yo apenas iba por la mitad. Cuando terminé, se ofreció a ayudarme con mi equipaje, cosa que denegué, aunque estaba muy cansado del viaje, quizás porque no quería hacerlo pensar que era un flojo de mierda. Como era de pensar, los grandes corredores de la escuela no se quedaban atrás con su fachada, pero realmente esto no me hizo sentir bien del todo, extrañaba mi vieja y pordiosera escuela.
-¿Así que Odeth fue la encargada de traerte?- me dijo intentando quizás para eliminar el absurdo silencio que llevábamos
-Sí, muy guapa debo decir
-No te dejes engañar por eso, es una muy mala persona, es de las que se divierten con el sufrimiento de pobres estudiantes como nosotros
En ese momento pensé que me tomaba el pelo, por favor, es cierto que no habló mucho pero literal que profesor tendría interés en hacerle la vida imposible a un simple crio
-Vale, lo tendré en mente- Quizás le dije esto porque no quise ser maleducado- ¿Por cierto, de dónde eres?
-Vengo de Beckley
Nunca había ido a Beckley pero sabía que no estaba tan lejos de Yersei, quiero decir, estaba como a una hora en coche de mi casa, pero realmente no me preocupó, no creí en esos momentos que tendría que visitarlo. Luego de caminar por mucho, teniendo una que otra conversación banal, abrió una puerta que conducía a un pequeño hall donde había unos muebles muy anticuados y una TV de unos 45 pulgadas, nada más, a su alrededor estaban un montón de puertas que conducían a las pequeñas habitaciones, por así decirlo y al final un pulcro baño público, joder, como odiaba esos estúpidos baños públicos, en mis antiguos colegios aguantaba mis necesidades para evitar entrar a esos lugares a toda costa, simplemente pensar en el hecho de la falta de privacidad, o que alguien con una enfermedad rara pudo sentarse en mismo toilette que yo, me daba mucho asco .
-Bienvenido a Southpark, tu nueva y acogedora casa- me dijo
Realmente no sé por qué, pero la sonrisa con que me dijo esas palabras la sentí muy falsa, ¿es que acaso no te gusta este lugar?, ¿será que este lugar apesta?. De todas maneras, Fer me llevó hacia la pequeña habitación que nos tocó compartir, y sí, como ya esperaba era el truño más grande que mis ojos habían visto, lo que teníamos para descansar era una pequeña cama de esponjas acomodas en forma de litera, la cual Fer me permitió usar la de abajo, realmente le daba igual; unos pequeños closet y dos mesas de estudio para hacer los deberes. Sin lugar a dudas, no se gastaron mucho presupuesto en los dormitorios, a diferencia de la gran fachada de la escuela.
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El soñador entre nosotros
Teen FictionMichael Day, es enviado por su padre a la universidad de Greenhills para concluir sus estudios, ahí empieza a ver la vida desde otro punto de vista