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Taehyung se encontraba frente al lienzo en blanco, incapaz de encontrar inspiración alguna, la frustración empezaba a hacerse hueco en la mente del muchacho que llevaba cerca de una hora haciendo bocetos en papel y rompiéndolos todos. Se puso los auriculares, quizá algo de música podría hacer que su bloqueo se disipase, miró entre las canciones que Namjoon hyung le había pasado decidiéndose por "eight" la canción de Min Yoongi, el alumno aventajado en música que había conseguido producir una canción nada más y nada menos que junto a IU. Realmente era una obra de arte, siempre conseguía despertar la inspiración del joven estudiante de bellas artes, pero ese día fue distinto. Dejó el pincel y la paleta en la que a penas había más que negro y gris, y se sentó frente al lienzo esperando esa sensación que llegaba como una bofetada, arrasaba todo en su interior y lo vaciaba en el lienzo, pero no llegó. Al cabo de un rato desistió, se miró las manos, marcadas con pequeñas medias lunas sangrantes, guardó sus materiales en el armario que había para ello en el aula, bajó sus mangas hasta que cubrieron sus manos y salió. Era mejor dar la obra por perdida que seguir sumiéndose en esa desesperante frustración.

Paseaba por la facultad de Bellas Artes con la cabeza aún en esa vacía habitación, se sentía tan vacía como su interior... Sus pensamientos fueron interrumpidos por el agarre de dos chicas, Park Chaeyoung también estudiante de Bellas Artes en su mismo año y su inseparable amiga del departamento de danza, Lisa. "Vamos Tae hoy tienen clase vocal individual los del departamento de música y tienes que oír la voz de ESE chico." Dijo Rosie, como todos llamaban a Chaeyoung por su gran afición por ese color. Taehyung la miró confuso, pero se dejó arrastrar encogiéndose de hombros. No sabía a quién se refería la chica, pero pasarse por el edificio de música no era del todo mala idea, podría ver a Namjoon hyung y distraerse un rato. Cualquier cosa sería mejor que seguir metido en su mente.

Jungkook estaba molesto, la facultad de música parecía un hormiguero, la noticia de que su clase tendría sesiones de canto individuales había corrido como la pólvora por la universidad, y como solía ocurrir desde su llegada estudiantes de todas las facultades se agolpaban para escucharle. No es que Jungkook fuese egocéntrico y pensase que todas esas personas estaban ahí por él, es que tenía oído, uno muy fino, dicho sea de paso, y escuchaba los cuchicheos de los muchachos y muchachas cuando pasaba diciendo "ahí está" "quizá canta ahora" "no puedo esperar a oírle cantar." Eso le molestaba.

Quizá si su cabeza no fuese el lugar horrible y desolado que era le hubiese gustado ver que la gente quería escucharle, pero como lo era, solo le hacían sentirse frustrado. La música era para él mucho más de lo que todos aquellos podían imaginarse, no era como el resto de alumnos de esa facultad que querían volverse ricos y famosos. Él sólo quería soltar lo que sentía. No. Necesitaba soltar lo que sentía. Para él la música era un reguero de sentimientos que se escapaban por su garganta, su miedo, su tristeza, su soledad, todo lo que no era capaz de decir y por lo que no podía dormir, lo único que lo aliviaba era cantar. Y ellos lo estaban estropeando.

Estiró las mangas de su sudadera, cubriendo por completo sus manos con ellas, clavó con fuerza sus uñas en el interior de sus palmas, sentir el dolor le distrajo un poco de sus pensamientos. Tenía cosas más importantes en las que enfocarse que esos indiscretos, tenía que preparar la clase de canto pues no iba a poder cantar la canción que tenía pensada. No iba a verter su corazón entero mostrando una canción que había compuesto a completos desconocidos, ya había sido bastante complicado enseñársela a Yoongi hyung, y él era la única persona en toda la universidad en la que confiaba. No, él no cometería ese error de nuevo.

Taehyung entró en el edificio de música todavía arrastrado por las dos chicas, el lugar estaba a rebosar, muchísimos alumnos de todas las especialidades que ofrecía la universidad se agolpaban frente a la puerta del aula de canto

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Taehyung entró en el edificio de música todavía arrastrado por las dos chicas, el lugar estaba a rebosar, muchísimos alumnos de todas las especialidades que ofrecía la universidad se agolpaban frente a la puerta del aula de canto. Las ventanas del lugar todas siendo ocupadas por los oídos indiscretos. La chica que estaba cantando en aquel momento tenía una voz hermosa, era una voz especial, de esas que no se oyen todos los días. Rosie pareció leer sus pensamientos cuando dijo "Es Kim Jisoo, una de las alumnas aventajadas del segundo año, tiene una voz hermosa ¿verdad?", el muchacho asintió sin mucho más que decir, y ofreció a la chica una de sus clásicas sonrisas.

En ese momento cruzó el pasillo un chico todo vestido de negro, y los murmullos subieron "es él, al fin va a cantar" decían. El muchacho tenía un gorro de pescador calado hasta la mitad de la cara, y su boca cubierta por una mascarilla negra. Toda su ropa era negra y de un tamaño excesivamente grande para él. Portaba una mochila a medio cerrar por la que se podía ver varios papeles que parecían partituras. Taehyung sintió un escalofrío, ese chico era realmente intimidante, todos los alumnos en su camino se apartaron a su paso, dejándolo frente a la puerta.

Taehyung lo miraba, y podía ver en la espalda del chico la molestia, la incomodidad, el remolino de emociones que atenazaban el corazón de aquel muchacho, vio el miedo en esa ancha espalda que de golpe le pareció diminuta. Sintió cierta ternura, él sabía mejor que nadie lo incómodas que eran las miradas, lo duro que era no ser capaz de hacer frente a las expectativas que tenían los demás de él, lo jodido que era intentar afrontar las propias. Apartó la mirada de la espalda del chico ante los pensamientos que comenzaban a formarse en su cabeza.

Jungkook se aproximó a la puerta, la mano pendiente del pomo, sintiendo las miradas en su espalda. Un escalofrío de puro terror le recorrió y sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas. No, este no es el momento. Pero las miradas no paraban y sus músculos parecían incapaces de reaccionar ante el nivel de presión que se cargaba en su espalda. Entonces, Jisoo salió de la habitación, le dedicó una tierna mirada y un tímido "suerte" y lo dejó sin más opción que entrar. Al girarse para cerrar la puerta lo vio. Kim Taehyung, el chico del que todos hablaban, el deseado por todos, tenía la mirada fija en el suelo y Jungkook vio en ese rostro algo que reconocía demasiado bien. Cerró y se sentó frente a la profesora.

"Puedes utilizar un CD o tocar, lo que tú prefieras" le dijo con amabilidad su profesora de canto. La mujer siempre tenía una sonrisa de esas que enternecían al mundo, de esas que incluso podían deshacer un poco el hielo del corazón de Jungkook. Este se quitó el gorro y la mascarilla y los metió en la mochila, sacó de ella una tablatura que incluía la letra de la canción que tan bien se sabía, pues si bien Jungkook había cambiado de opinión respecto a qué cantar no iba a presentarse con un tema que no conociese a la perfección.

Cogió la guitarra y un bullicio se hizo en el exterior, vio a los estudiantes agolpándose en la ventana, y entre ellos a aquel muchacho de cabello castaño claro y ojos profundos que lo miraba fijamente, y se sorprendió cuando sintió que esa mirada no le incomodaba, aquel chico estaba sufriendo rodeado de personas, tanto cómo él. Suspiró, eliminó de su cabeza todo pensamiento y tocó los primeros acordes de la canción. Se hizo el silencio, sólo oía su guitarra y su respiración.

"How can you miss someone you've never met?

'Cause I need you now but I don't know you yet

But can you find me soon because I'm in my head?

Yeah, I need you now but I don't know you yet"

Dejó correr todo sentimiento en la música. Las lágrimas se derramaban por sus mejillas, sus ojos se encontraban empañados, y a penas podía ver las letras. Pero sintió la canción desde el fondo de su alma, la conocía bien, y conocía mejor el sentimiento que transmitía. Cuando levantó la vista vio a su profesora con lágrimas en los ojos, miró hacia la ventana, pero aquel chico de ojos castaños ya se había ido. No sabía bien por qué, pero sintió cierta tristeza.

Corazones de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora