Evan, un chico sencillo de la ciudad, creció rodeado de sus hermanos y amigos, feliz con las cosas sencillas, desde pequeño fue bueno en la escuela, no era un genio, pero era bueno, un chico "sumamente comprometido y respetuoso" diría su profesor de historia, el señor Cho.
Tras años de lo mismo, Evan seguía y las cosas a veces no avanzaban junto con el, la primera vez que se atrevió a invitar a salir a una chica fue rechazado, pero después de eso, pensó que quizá era lo mejor, no tenía dinero, sintió por dentro una pena muy derrochante que se expandía dentro de el, como si de su centro una flor se expandía y alcanzaba cada parte de su cuerpo hasta que llegó a su rostro y se tornó rojo cual cereza, se guardó todo y solía pensar seguido en eso, fue a sus 14 años cuando comenzó a poner atención a eso, ver a sus compañeros con teléfonos nuevos, de pantalla lisa, en esos tiempos eran lo mejor, el solo metió su mano a la bolsa de su pantalón para sentir su viejo teléfono lleno de teclas, veía a sus compañeros comer su almuerzo, comprando algo de comida en la cafetería de la escuela, hablando de salir después de la escuela, ir al cine, o ir por un helado, y entonces con algo de miedo revisaba si aún tenía las monedas para su autobús en su bolsillo delantero del suéter, llegaba a su casillero solo para sacar un sándwich con mas pan que jamón, en el pecho de Evan, se sentía una desesperación que se comía la sonrisa de aquel chico robusto, poco a poco la sonrisa y espíritu de ese joven se iba, sentía como en un abrir y cerrar de ojos las cosas cambiaban y tomaban otra forma, se dio cuenta que aquellos con las mejores cosas se podían dar ciertos lujos, pero también entendió que el no tenía nada de malo, se miró y sus zapatos eran limpios, como los de los otros chicos, su camisa blanca, su pantalón limpio y su cabello corto y arreglado, mientras pensaba en eso, estrujaba su sándwich tratando de ya no pensar en aquello, así que solo tomó ese almuerzo y se fue a su salón a comer...pero esta vez, se sentía solo, como si al sentarse a comer, los demás supieran en lo que pensaba, sentía como si la luz a su alrededor se apagaba y quedaba solo el, a merced de una penumbra tétrica esperando para someterlo.
Con el tiempo hasta las amistades cambiaban, en esa etapa de su vida tenía solo tres amigos, Joe, María y Roger, eran con quienes hablaba, aún así jamás les contó sobre su sentir o pesar, ellos no hablaban de esos temas y en realidad, creo que nadie, al menos no intencionalmente, poco a poco ellos crecían, cambiaban sus círculos sociales y entendían mas sobre las cosas, al igual Evan, entendía que en su casa había gastos que antes no notaba, o que ni siquiera sabía que existían, trataba de pensar que era normal, es decir, todos pasaban por eso, ¿no?, su mente le gritaba que no, que algo debía hacer, en su pecho, ese sentimiento del casillero solo se hacía mas grande, a sus 16 años, mientras estaba en la preparatoria, tras mirar como sus padres hablaban y veían que quizá no completarían con el salario, les planteo la idea de que el trabajaría, para poder pagar sus cosas, así el sería un gasto menos para ellos...no esperaba la respuesta que le dieron.
-NO, No debes trabajar, no puedes descuidar la escuela, no tienes necesidad de trabajar, ¿algo te falta?- respondieron sus padres casi al unísono mientras su madre apretaba sus manos y las frotaba.Pero el sabía que debía ayudar, aún así pensó en lo que le dijeron sus padres y era cierto, nada le faltaba, ellos sacrificaban todo para que el siguiera, pensó que sería egoísta el no aprovechar eso, pero otra parte de el sabía que también era egoísta el no ayudar, antes era su hermano quien apoyaba un poco en casa, pero desde que se casó las cosas solo iban empeorando, deudas, recibos acumulados, pensó en que era momento de hablarlo con sus amigos, buscar consejo, quizá pasaban por lo mismo, pero después de no verlos en un tiempo, pensó que sería momento, aprovechar el verlos después de muchos y buscar consejo de sus amistades, tras ahorrar un poco decidió invitarlo en una cafetería pequeña, Joe fue el primero en llegar, pues era con quien mas había entablado una amistad, así que solían verse mas seguido, quizá el hecho de que vivían relativamente cerca ayudó, entonces llegaron casi juntos, unos minutos después llegaron María y Roger, desde la entrada se percató del cambio de ambos, Roger con su camisa, ese pantalón que parecía de revista, las gafas oscuras, María con esa vestimenta tan...elegante pero a la vez casual, sin duda ya no eras aquellos chicos de 14 años, en solo 3 años cambió mucho el estilo de vida de ambos, tras un breve saludo y alegrarse de encontrarse de nuevo, comenzaron a preguntar que era de nuestras vidas, realmente Joe y yo no teníamos mucho de que contar, no pasaba de estar en casa, salir a correr, ir a la escuela y listo, vernos los fines de semana, jugar videojuegos, nada extravagante, así que al regresar la pregunta, Roger se acomodó en el asiento mientras se quitaba las gafas.
-Que te cuento mi amigo-dijo al acomodarse sobre su brazo derecho-mi papá fue hecho jefe de una pequeña compañía entonces salimos a cenar casi todos los viernes, deberían probar esos restaurantes, son lo mejor, en vacaciones vamos a la playa, hace poco llevamos a mi novia con nosotros-dio un trago al café-pero nada comparado con las cosas que hace María-
Entre una sonrisa y un pequeño golpe amistoso María comentó-hace un año que tengo novio, su familia me ayudó a establecer una pequeña galería de arte y me han ofrecido cursos de pintura en diferentes centros, así que tal vez me vaya a estudiar a Nueva York, Daniel y yo nos quedaríamos en una pequeña casa de sus padres-
Evan quedó sorprendido, apenas con 17 años y sus amigos ya estaban logrando tanto, de nuevo sentía aquella presión en su pecho, pero combinada con una alegría por sus amigos, el los miraba con una sonrisa y una cara de incrédulo al no saber ni como felicitarlos, pero Joe, el mostraba una cara seria y algo meditante, tras una felicitación de Evan a sus compañeros, Joe habló.
-Y que hay de la escuela, ¿Cómo les va?-lanzó la pregunta mientras se inclinaba al frente-ya casi nos graduamos y vamos a la universidad, que genial ¿verdad?-
Ambos, tanto Roger como María se miraban y respondió Roger-pues va bien, la verdad es que aún no se que estudiaré, hace unos meses cambié de preparatoria tras tener un pequeño inconveniente, me acusaron de copiar en un examen, amigo ¿Quién no se copia?-
-Evan-rápidamente contestó Joe-está becado por ser uno de los 20 mejores de la preparatoria-
-Si, pero solo soy como el 19 o 18, casi no logro entrar-dijo Evan apenado
-Oye es un buen lugar no te quites créditos-comentó María-
-Además, no es sencillo entrar-Roger le dio ánimos mientras ponía su mano en el hombro de Evan-sigue así amigo, llegarás lejos-
Tras unas palabras mas de ánimos entre todos, pasadas unas horas se retiraron acordando verse de nuevo pronto, mientras salían, la madre de Roger pasó a recoger a su hijo y a María, mientras un pequeño saludo hizo presencia entre los amigos y la madre de su amistad, se fueron, Joe y Evan caminaban de regreso a casa, pero era un ambiente algo silencioso, hasta que Joe habló.
-Evan-se detuvo-tengo mas confianza en que tu llegarás lejos, creo que te tengo mas confianza a ti que a mi-
-pero, ¿por que dices eso?-preguntó algo extrañado Evan.
-Solo tu, después de tanto sigues sonriendo y sigues conmigo, de verdad se que llegarás lejos y nadie debe hacer que te sientas menos amigo-la mirada de Joe era decidida, el sabía algo de lo que Evan no se había percatado.
Mientras Evan sonreía animaba a su amigo a seguir adelante en su camino, le dijo que deberían ir a casa y ver alguna película, después de todo era viernes y solían hacer eso durante los fines de semana.
Evan, quizá era muy distraído, amable, o tal vez solo demasiado tonto, pero el sabía confiar en sus amigos, aún y cuando todo indicara que no, el creía que los amigos eran lo único que no fallaba, pues desde que tenía a Joe, así era todo, la realidad es muy dura, a veces solo nos golpea para que entremos en razón, no se trata realmente de si los amigos fallan o no, por que somos humanos y les fallaremos a las personas tarde o temprano, pero hay que aprender a no fallarnos a nosotros mismos, no fallarle a mamá o a papá, eso es lo que se debe aprender, por que quien sabe, quizá no siempre estén los amigos, pero papá, o mamá, si no son ambos uno de ellos siempre estará y eso, se aprende, algunas veces a la mala, de eso se trata, de ver la realidad y Evan debería aprender a verla.
YOU ARE READING
sueños de papel
Teen FictionEvan, un chico sencillo, de metas claras, sueños gigantes pero con los bolsillos vacíos y con mas cargas que destinos, nada lo iba a detener de lograr sus metas, pero jamás pensó que los golpes de la vida eran los mejores en quitarte las esperanzas...