...No me apures.
No me claves las agujas de la culpa. No nubles mis deseos ni me dejes por ahí, que todavía puedo, que todavía quiero. No enloquezcas con mis vueltas, no me envuelvas en tus ansias. No me digas que se ha acabado el tiempo, que me quedan palabras y perdones, que me queda todavía algún adiós por pronunciar.
No trates de insistirme, no me adviertas, no me asustes. Que sé que tengo que acelerar el tranco, encender las luces, abandonar la carga. Sé que el viento empuja hacia adelante, sé que quizás no quede nada atrás. No me entregues a la incertidumbre ni al desasosiego, no me tires con los leones de las horas, no me obstaculices más. Que tengo las ganas y la fuerza, quedan adentro sobras de voluntad.
No te vayas, no hagas que me vaya. Dejame acá en algún lado donde pueda recordar, donde el gusto persista, donde no me duela la razón. No te consumas, no te quedes sin más, que aún te necesito latente.
No te apures, no camines tan rápido, que quedan las huellas y los pasos, el tacto de quienes quiero, las risas de los amigos, el vino y la libertad.
No me obligues a detenerme ni me incites a olvidar, que del olvido nada queda y nada cura, pero quema en las entrañas y desgarra, nada se aprende, nada renace.
No juegues a las escondidas conmigo, que puedo ver y siento con vehemencia, sé muy bien en qué parte hay que frenar.
No me apures. No me hagas sentir mal. Que tengo en el fondo un fuego que todavía no logro apagar, una culpa por expiar, una herida por sanar, un cariño frustrado, una copa de más. Tengo mis risas, mis canciones, los abrazos y la cura. Tengo algunas cosas para dar.
No te vayas. No hagas que me vaya. Que me iré cuando algo adentro suene, y será pronto, muy pronto. Por favor, dejame disfrutar. Dejame irme cuando pueda y cuando quiera.
Dejame acá, en algún lado, donde pueda recordar.