Estaba durmiendo cómodamente cuando escucho que suena la maldita alarma, agh como odio esa maldita cosa, al salir de la ducha me fui al armario para buscar algo para ponerme, al final me decidí por una camisa de tirantes, unos jeans, mis botas militares y mi chaqueta de cuero, todo en mi atuendo era de color negro, me gustaba vestir de colores oscuros en especial de color negro.
Vivía en un orfanato desde que nací, técnicamente mi madre me había abandonado con un día de nacida aquí, Miranda era quien cuidaba de mi y me trataba como una hija, sólo tenía una amiga que se llama Karen, ella era unos años mayor que yo, ya no estaba en el Instituto porque se había graduado unos meses atrás.
Aveces al salir del Instituto iba a peleas clandestinas, tenía 16 años y peleaba desde que tenía 14 años, fue como una forma de canalizar mi ira hacia algo y no desquitarme con todo el mundo. Yo era un poco alta, media 1.75mts, tenía el cabello rubio y ojos grises, tenía curvas donde había que tenerlas y piel pálida; vivía bien en el orfanato, la verdad no me podía quejar, pero no me gustaba tanto ir al Instituto, porque odiaba tener que estar rodeada de tantos idiotas, aún así sabía que tenía que ir...
(...)
Estaba en la cafetería comiendo en paz cuando veo que entran Susan y Jackson Parker, ellos dos son mellizos y no estaban solos estaban acompañados por sus perros falderos; ellos se dedicaban a hacerme la vida imposible por ser huérfana, obviamente odiaba que hicieran eso, pero los dejaba porque no me podía meter en problemas.
Ellos pasaron de largo y yo solo me fui rápidamente de la cafetería para poder leer un rato en paz.
Al salir del Instituto me fui para el gimnasio, al parecer hoy tenía una pelea según lo que me había contado Adam. Cuando llegue vi a dos chicos peleando, uno estaba lleno de sangre la cara y el otro sólo tenía una ceja y el labio partido, vi a Adam frente a la zona de pelea y fui a saludarlo y a preguntarle por mi oponente.
- Llegas tarde Luna... - Dijo con tono de reproche, yo solo me encogi de hombros y seguí viendo a los que estaban peleando. - Tu oponente será el chico que está de pie... Es bueno peleando, espero que no te asustes. - Ese comentario sólo hizo que una sonrisa se formara en mi rostro.
- Mira, estoy temblando - Dije con voz burlona, ambos soltamos la carcajada y yo me fui a los vestuarios a cambiarme de ropa y a recoger mi cabello.
Cuando estuve parada en la zona de pelea el chico me empezó a analizar sin ningún disimulo, una sonrisa burlona adorno su rostro mientras yo mantenía mi postura inexpresiva.
- Debe ser una broma, ¿no? - Se había acercado hasta quedar muy cerca de mi, yo también lo estaba analizando, tenía músculos, pero no creo que supiera usarlos bien. - Ahora me ponen de oponente a una niña, ¿qué edad tienes presiosura? - Hice una mueca de asco al escucharlo hablar así, le Di un empujón no tan fuerte para que se alejara de mi y para que por fin iniciarán la pelea, quería destrozarle el rostro.
(...)
Al final tuve dos peleas y ambas las gané, el segundo chico con el que pelee me golpeó pero no lo suficientemente fuerte para derribarme, así que fui yo la que les destrozó la cara a ambos, ya iba de camino al orfanato y mientras iba escuchando música en mi móvil, también iba alerta por si alguien me robaba o algo así.
Afortunadamemte llegue sana al orfanato y ahí en la puerta estaba Miranda, esperándome como casi siempre lo hacía, tenía una sonrisa al ver que estaba bien, pero se le borro cuando vio un moreton que tenía en el pómulo derecho, inmediatamente corrió hasta mi y me observo de cerca, se veía preocupada.
- ¿¡Qué te pasó pequeña!? - Dijo mientras tocaba con mucho cuidado mi mejilla, yo solo la mire y me encogi de hombros. - Volviste a ir a ese lugar... - Lo dijo más para si misma que para mí, pero aún así pude escucharla.
- Sabes que voy a ese lugar para controlar mi ira, además este golpe no me dolió- Dije señalandome el rostro para que ella no se preocupara.
Luego de aguantar el interrogatorio de Miranda me fui a mi habitación para darme una ducha rápida y así poder bajar a comer.
Ya en el comedor me puse a comer mientras miraba mi alrededor, niños jugando entre ellos, no se me acercaban tanto porque me tenían miedo, agradecía que no se acercarán porque no tenía nada de paciencia en este momento.
Después de haber terminado de comer ayude en la cocina con algunas cosas y me fui a mi habitación, me puse a leer un rato y ya después me quedé dormida con el libro encima de mi cara
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Fría como el hielo
Short StoryEra una fría tarde de enero, cuando aquella mujer arrepentida de no haber abortado a esa pequeña bebé decidió dejarla en la puerta de aquel orfanato al nacer; para así no tener que hacerse cargo de la pequeña que según ella era una desgracia para su...