II. El Color de la Soledad

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La madrugada funciona como claro presagio
De lo que se avecina, un lugar vacío y agrio
Que no encuentra un propósito en el vivir diario
Manteniendo oculto el lado oscuro del vecindario.

Ese lugar, donde no hay vida sólo existencia
Impredecible nunca certificado por la ciencia
Donde el dolor es causado por simples palabras
Y que tu corazón abras no es más que una sentencia.

Admito sentirme así muchas veces
No todos me comprenden y quizás tú, te fortaleces
Porque logras notar que no te lo mereces
Estar en un lugar donde almas fallecen y cuerpos envejecen.

Un hoyo frío, notablemente vacío
Es el hábitat de tu lado oscuro y sombrío
Como yo, quizás a él mucho has recurrido
Porque piensas que todos traicionaran la ayuda que dar has decidido.

Frialdad, y en el mundo un muerto viviente
Caminante no hay camino para usted allí en frente
Siga sus pasos en reversa por la tangente
Y siéntase sólo, pero asegure que sea en déficit decadente.

Quizás ocasionado por cuya pareja
Que es amada, pero el o ella más se aleja
No levante la ceja el orgullo sólo será otra reja
Que detendrá a quien compañía agrega en esta moraleja.

No tengo quejas por estar en esta posición
En la que no siento alguien que me apoye
Tu ficción es más realidad que televisión
Por eso ver programas daña mi no tan desviada visión.

Comprendemos que pedimos ayuda y moralidad
Aunque el supuesto amigo falta a la hora de la verdad
Mirar, sentir, querer, tocar, la clara promiscuidad
Que me ha dejado el color de la soledad.

       Emilio Guzmán.

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