Cápitulo 1: Moñitos

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<<TV: ¿Estáis listos chicos?>>

X: ¡¡Sí, capitán!!

<<TV: ¡Más fuerte!>>

X: ¡¡¡Sí, capitan!!!

<<TV: Uuuuuuu>>

<<TV: Él vive en la piña debajo del mar>>

X: ¡BOB ESPONJA!

<<TV: Su cuerpo amarillo absorbe sin más>>

X: ¡BOB ESPONJA!

...

La  niña con sus dos característicos moños cantaba a pleno pulmón la canción de Bob Esponja mientras cuidaba a Popi, su muñeca. Esperando a que fueran las cuatro y media de la tarde para poder salir a jugar al parque. 

Una niña inocente, alegre y vivaracha, además de curiosa, cotilla e inquieta. En pocas palabras, un grano en el culo. Así era yo, Rebeca Williams, a mis 7 años de edad. Buenos tiempos aquellos, la única preocupación que teníamos era no tener las piernas llenas de moratones y que nuestros padres no se enteraran de que habíamos metido chocolate en el carrito de la compra. Cuánto desearía ser esa Rebeca del 16 de Julio del 2009 a las 4:00 pm, cuando no era consciente de la que se venía en un tiempo. 

Una vez terminado el capítulo de Bob Esponja, salté del sofá y me fui corriendo a ponerme mis nuevos zapatos para ir al parque con mi tía Lucía. Sí, mi tía. Mi madre nunca estaba en casa, desde temprano se iba a trabajar para poder traer comida a casa y volvía a altas horas de la noche. Mi padre en cambio, estaba en la cárcel, así que la persona que se quedaba a cargo mío todo el día era mi tía Lucía, una mujer treintañera, soltera y muy enrollada. La quería mucho, me dejaba hacer travesuras y me daba todos los cariños del mundo. A pesar de eso, siempre quise a mi madre al lado mía haciendo todas esas cosas, sobre todo lo de darme cariños. Carecía de amor maternal. 

Llegamos al parque y mi tía me dijo lo de siempre: 

-No hables con extraños, no te vayas de aquí y si me ves hablando con un chico hazme el favor y me esperas a que termine de hablar con él para acercarte a mí. Al menos que sea algo importante, entonces ven y me dices. -tonta yo, pensaba que ella hablaba con chicos para ir a tomar el té. Aunque alguna vez sí que fue así, pero no precisamente para tomar el té.

-Sí, mami -la llamaba a menudo así porque la consideraba mi segunda madre.-

Me alejé de ella y me fui dando saltitos hasta un banco. Antes de llegar al parque nos paramos en un puesto de helados y mi tía compró un helado para cada una. Me senté y me quedé ahí, concentrada en comerme mi helado, tanto que no me dí cuenta de que un disco volador venía directo hacia él. Cuando me di cuenta, toda señal de alegría desapareció de mi cara, siendo sustituido por enfado. Giré la cabeza para ver de dónde venía el disco y ahí vi a un niño de pelo marrón, ojos obscuros y de más o menos mi edad acercándose a mí tranquilamente, lo que hizo que me enfadara aún más. Cogió el platillo y se quedó parado mirándome.

-Hola, me llamo Drac, encantado de conocerte. -se presentó educadamete, como si no me hubiera tirado mi helado segundos atrás.

-Me da igual como te llames, ni siquiera debería de estar hablando con extraños pero has tirado mi helado -le solté.-

-Moñitos, no soy un extraño, soy tu nuevo amigo -estaba evitando todo lo demás que le estaba diciendo.-

-Primero, tengo nombre, así que no me llames moñitos si quieres seguir teniendo ese feo platillo perfectamente. Segundo, no eres mi amigo, te acabo de conocer y nunca sería tu amiga después de esta desgracia que me has hecho vivir. Tercero, no evites lo que digo si de nuevo quieres seguir teniendo ese platillo perfectamente y cuarto, pídeme perdón ahora mismo y dame un helado nuevo, que sea de pitufo,y si tiene virutas de chocolate quizás te puedo llegar a perdonar. -le reproché sin pelos en la lengua con los hombros cruzados.-

-Moñitos, me pareces muy graciosa -me dijo despreocupado.-

-¡No me llames así!

-¿Y sino qué?

No le contesté y directamente cogí su platillo volador, lo intente romper por la mitad pero como no pude lo lancé al lago que teníamos en frente nuestra, haciendo que flotara a lo lejos. Me giré y lo encaré con una sonrisa victoriosa. Él estaba enfadado, muy enfadado, ya no tenía esa sonrisa amable y juguetona de minutos atrás. 

-¡¿Qué has hecho?!

-Te lo advertí, ahora si nos permites, Popi y yo tenemos cosas mejores que hacer como tomar el té debajo del tobogán. 

-No te vas a ningún lado, acabas de echar el platillo volador que me regaló mi padre por mi cumpleaños a la caca así que tu vomitiba muñeca pagará tus castigos -rápidamente me quitó a Popi y de un momento a otro le quitó la cabeza.- Así está más bonita, ¿no crees? Le entra más fresquito, sobre todo por el cuello.

Me quedé paralizada, Popi fue la primera muñeca que tuve, era mi bebé. Y ahora no tenía cabeza. Empecé a llorar como loca desquiciada mientras gritaba:

-¡¿Tú eres tonto?! ¡¡¡Mi muñeca!!! -le di pequeños puñetazos en el pecho- ¿Ahora con quién tomaré el té? ¿A quién le cambiaré los pañales? ¿Con quién miraré Bob Esponja? 

-Eres rara.

-Y tú eres tonto. Desde hoy hasta el día que muera, yo Rebeca Williams te hago mi enemigo. Te odio Trac, y te haré la vida imposible.

-Es Drac. Bueno, lo siento mucho Rebeca Williams, me quedaría a discutir contigo pero tengo que volver con mis padres antes de que piensen que he vuelto a desaparecer -se empezó a alejar pero antes de desaparecer de mi vista se dio la vuelta y me gritó- ¡Por cierto moñitos, el disco era de un niño con el que estaba jugando!- me sacó la lengua y se fue corriendo, desapareciendo de mi vista.

Esa tarde de verano empezó el juego. Rebeca Williams vs. Drac Anderson. 


Heyyy, aká Martina comentando. He empezado a escribir esta historia y la verdad tengo fé, aunque espero terminarla JAJAJAJA. Espero que a alguien por ahí le haya gustado <3

No sé cuándo subiré los capítulos, de momento no tengo una fecha para la siguiente, como puede ser mañana también lo puede ser dentro de 4 meses JAJJAJA ES BROMA. Pero básicamente iré a mi ritmo, aunque si veo apoyo me pongo las pilas ;)  

love yu :3

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2020 ⏰

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