Parte 1

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Le conocí en una cafetería de un coqueto barrio de Londres mientras leía -por milésima vez- la Ilíada de Homero, se acercó hasta mí y comentó que era su libro favorito, como la gran curiosa que siempre fui le creí y comenzamos a charlar.

Nunca había visto a nadie que amase tanto la historia griega como yo, mentiría si dijese que no quede asombrada con ese joven.

Su nombre era Marcus, y era realmente encantador.

Al día siguiente volví a ese lugar, con el anhelo de volverlo a ver. Con el pasar de las horas pensé que ya era hora de partir pero en ese momento el sonido de la campañilla me indicó que alguien acababa de entrar, era él.

Pasaron dos semanas y yo continuaba yendo a esa cafetería solo por su presencia.

El día que me invito a salir yo estaba tan emocionada que lo único que pude hacer fue asentir y marcharme rápido del lugar, en esos momentos yo era solo una adolescente de diecisiete años.

Nuestra primera cita fue hermosa, fuimos al museo griego de la ciudad y ese día había una exposición especial sobre Zeus. Una vez que salimos de ahí paseamos por la ciudad horas, el me contaba de su supuesta familia y yo lo escuchaba atentamente, siempre fue bueno inventando historias; tomamos unos helados y se ofreció a llevarme a casa.

Fui tan ilusa al confiar en sus palabras.

Mientras más pasaban las semanas, mas me daba cuenta de que me encontraba loca mente enamorada del joven que creía conocer.

Un mes después de nuestra primera cita Marcus me llevo a un hermoso lago en las afueras de la ciudad, todo el prado estaba cubierto por hermosas flores blancas y rosas y cerca de la orilla del lago se encontraba un hermoso y frondoso árbol. Nos acercamos al árbol y Marcus me sorprendió con una canasta de picnic.

Nos comportamos como niños, reímos, jugamos e incluso inicie una guerra de cosquillas, la cual por obvias razones gano él. Estábamos cansados y nos recostamos sobre el pasto mientras observábamos las nubes.

— ¿Sabes? Jamás conocí a alguien como tú— dijo en un murmullo.

— ¿Alguien como yo?— respondí extrañada.

— Sí, alguien como tú, tan pura de corazón. En todo este tiempo que llevamos de conocernos me he dado cuenta lo especial y diferente que eres— exclamo girando su rostro para verme.

— Creo que estas exagerando un poquito—

— Eres realmente hermosa, tienes un rostro digno de admirar así como el de una diosa griega. Tus ojos azules tan oscuros como el mar de noche, brillan como miles de estrellas cuando te sientes feliz, y tus labios... oh tus labios, podría escribir millones de poesías inspirado solo en ellos—

Mi rostro estaba de todos los colores luego de oír sus palabras, con ayuda de mis brazos me levante y quede sentada sobre el suave pasto verde a un lado de él y, momento después lo sentí hacer lo mismo.

— Mírame— exigió con voz acaramelada tomándome del mentón — Eres lo que he estado buscando toda mi vida. Elissa Blair ¿aceptarías ser mi novia?— dijo a la vez que sacaba una cajita plateada de la cesta de mimbre.

Al igual que en otros momentos mis nervios me dejaron muda, al darme cuenta que no podía hablar solo asentí frenéticamente y salte sobre él en un torpe abrazo. Una vez que nos separamos vi como sonrió, era la mayor sonrisa que vi en él hasta el momento.

Marcus me indicó que me diese vuelta y me coloco el hermoso collar que había en la cajita, era una hermosa rosa, la cadena y el tallo estaban hechos con oro amarillo y los pétalos con oro blanco.

— Según los griegos esta flor está consagrada a la diosa del amor y la belleza, Afrodita. Existen varias leyendas, una de ellas cuenta que la propia Afrodita, mientras nacía de la espuma del mar, quiso poner a prueba su poder creando algo igual de hermoso que ella, entonces de su seno surgió una rosa blanca que utilizaría desde ese momento como adorno.

Escogí esta flor porque para mí, tú eres mi Afrodita, eres la chica más hermosa de este mundo y eres mi amor— luego de esa declaración comenzó a acercar su rostro al mío mirando directamente mis labios, cuando su boca entro en contacto con la mía cerré los ojos y sentí como si volara, fue mi primer beso y realmente fue hermoso.

Cuando nos separamos yo sonreí, estaba realmente feliz, y dije — La rosa blanca también tiene otro significado, cuando un chico se la regala a una chica él intenta decir "yo te merezco"—

Él rió y respondió —Bueno, entonces espero estar a la altura. Sí, creo que fue una buena elección después de todo—

Ese fue sin lugar a dudas, el mejor día de mi vida.



El veneno de la rosa Pre-cuela© -En Edición-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora