Título
Narra Dakota
– ¿Y habrá roscón? -pregunto mi hermanita pequeña.
– Si, Molly, si...- le respondió mi madre con un largo suspiro. Era ya el minuto diez en el que mi hermana llevaba haciendo preguntas sobre lo que habrá en la cena de navidad.
– ¿Y polvorones?- rodé los ojos y dejé de mirar a mi rubia hermana y fijé mi mirada en el pedregoso y solitario desierto por el que viajábamos.
– ¿Y turrón?
– Niña, ¿no te puedes callar? Todavía faltan tres horas de viaje, no se te van a terminar las comidas navideñas, a si que empieza por callarte, ¿si?
– ¡Dakota!- me regañó mi padre- no hables así a tu hermana, es pequeña.
– ¡Yo con seis años no era tan plasta!- resoplé
– Cállate! Nunca vuelvas a hablar así a tu hermana!- me ordenó mi padre.
– ¡Dejame en paz, tu no me mandas!- le grité
– Hija, no hables así a tu padre, somos tu familia.
Iba a responder a mi madre que ella era una mandada, que a mi no me ordenaba nada y que ellos jamás serían mi familia, después de lo vivido, pero en cambio, solo me dio tiempo a gritar:
– ¡Yo no tengo familia!
Acto seguido, una furgoneta que venía por el carril contrario, se metió en nuestro camino y mi padre giró el volante, provocando que nos saliéramos a la cuneta y el coche se diera la vuelta, callendo a las rocas.
Entonces, desperté.
Me encontré en el suelo gris de mi nueva habitación gris, con las sabanas grises repartidas por la cama desordenadamente.
Me pasé la mano por la frente, sudor. Resoplé y caminé hacia el baño. Me miré en el espejo. Tenía ojeras, la cara blanca y todo el pelo mojado. Maldita sea. Decidí darme un baño, llevaba casi tres días sin ducharme. Bueno, llevó tres días sin comer, sin salir de esta endemoniada habitación.
¿El problema? Bueno, uno de los problemas. Las duchas son comunes. Mi gris habitación no tiene ducha, ni bañera.
Cogí una toalla, la bolsa de aseo y unas chanclas prestadas, y salí de mi habitación. Encendí la luz y fui caminando por el estrecho y gris pasillo. Bajé al cuarto piso, y caminé hacia las duchas de chicas. Mi habitación está en el último piso, el octavo. Si, tuve que bajar cuatro pisos, otra razón por la que no quise ducharme.
Miré el reloj del baño: las cuatro de la mañana. Con razón no había nadie duchándose. Solo los idiotas se bañan de madrugada. Ah, cierto, yo lo hago.
Después de una 'relajante' ducha, me envolví en la toalla y subí los cuatro largos pisos. Entre en mi habitación y encendí la luz. Ya no parecía tan gris, sin embargo, yo la seguía viendo igual de triste. Metí la ropa sucia en una bolsa y cogí otro pijamas. Me lo puse, hice la cama y me metí en ella.
Cogí mi mp3 y puse música triste, para el alma. Por si no lo habéis adivinado, estoy en un orfanato. Si, después de la muerte de mis padres y mi hermana, me mandaron aquí.
Yupi.
Llegué aquí ayer, estuve un día en coma en el hospital y no tengo nada.
¿Que va a hacer alguien de 15 años sola en Reino Unido? Ah, cierto, nada.
Por eso estoy aquí, por que no tengo nada, ni conocidos, ni amigos, ni familia, ni posesiones, nada.
Después de un rato, pude quedarme dormida sin tener pesadillas. Al fin, un poco de paz.
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Believe in yourself
FanfictionYo tenia una madre alcohólica, una hermana tragona y un violador necesitado como padre... Si, tenía. Mi vida era una mierda marrón, de esas asquerosas que pisas con chanclas en una tarde de verano... Pues eso, pero mi vida cambio. ¿A mejor? ¿A peor...