CAPITULO I. Día Normal

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Ha pasado un mes desde su fallecimiento. Desde su partida los días son oscuros, las nubes grises cubren en su totalidad a lo que debería ser un cielo azul, con una radiante luz la cual es emitida por la gran estrella en llamas o como todo el mundo lo llama “el sol”. La verdad es que me afecto mucho su muerte, cada día entro a nuestro chat de whatsapp y re-leo la conversación, empezando desde un sábado de otoño del 2013 cuando me dijo que por fin tenía un celular “moderno”. Conversación sin duda especial, teníamos 12 años y hablábamos de gatitos esponjosos y los dulces que compraríamos al día siguiente cuando nos viéramos. Los mensajes se volvían cada vez más largos, cada vez había más, las fechas cambiaban de que pasaron 3 días desde que contesto a que había pasado un segundo y se volvía un hábito diario hablar en las noches ambos veíamos a la ventana.

Sin querer su nombre fue lo que salió de mi boca al recordarlo 

       -pablo…

Desvié mi mirada y agarre mi mochila del escritorio para así dirigirme a la puerta; Era lunes por lo tanto, otro día aburrido en la universidad.

Mientras caminaba hacia la parada del autobús recordaba el contexto de su muerte, un choque automovilístico… los resultados de la autopsia decían que estaba bajo sustancias toxicas para el ser humano o drogas y al no poder tener control de su cuerpo se estrelló con un poste de luz. Yo vi cuando ocurrió el accidente, estaba en el auto y escuche sus últimas palabras las cuales fueron: “no voy a dejarte, Alexa”. Más sin embargo si me dejo. Subí al autobús y empezó mi recorrido y siempre recordaba los primeros días después de su muerte.

Eder, mi mejor amigo y yo, estuvimos una semana en la casa de los padres de pablo los cuales estaban más que devastados por la muerte de su hijo; su hermana ayudo a recoger todas las cosas de él y donarlas a un albergue cercano, lo cual siempre fue su deseo. Él era un ser humano admirable, incapaz de lastimar a una persona, siempre con una sonrisa en su rostro ayudando a los demás en lo que podía o al menos… esa era su fachada, yo lo conocí realmente, conocía que odiaba a las personas, odiaba su entorno y ser hipócrita, pero siempre quiso ser “perfecto” ante las demás personas y solo con muy pocas personas podía ser ese chico imperfecto, con mil y una inseguridades, con más miedos que fortalezas y más cachetes que corazón, pero sin duda era una persona especial. 

Baje del autobús y vi el edificio que constituía la universidad, con grandes ventanales y mucho pasto verde recién cortado y mojado; me senté en una banca que estaba cerca de la puerta principal para esperar a mis amigos, saque mi celular y justo al abrirlo se puede observar una foto mía con pablo, haciendo un gesto extraño que se me hizo muy lindo y la puse de fondo de pantalla… como lo extraño. 

      -Alexa…

Una voz me hablo de repente y gire para ver de quien provenía y no era nada más y nada menos que Eder, mi mejor amigo. Se sentó a un lado mío y empezó a preguntar sobre mis demás amigos, a lo cual respondía negando ya que ellos siempre son irresponsables y llegan tarde

      -mi primera clase es inglés, seguro que pablo habría aprobado sin siquiera presentar una sola tarea en todo el semestre 

Reímos ya que era cierto, pablo había vivido gran parte de su vida en Estados Unidos y hablaba inglés tan fluido que casi parecía que era su lengua natal.

      -Llamare a Xia para confirmar que esta despierta 

Dije mientras me levantaba de la banca y el asintió, me separe un poco de él y mire hacia enfrente donde había un parque, marque el número y me mandaba a buzón de voz << ¿otra vez, Xia? >>  pensé y levante la vista de nuevo y justo ahí estaba una silueta parada mirándome directo a los ojos, tenía una apariencia familiar, casi podía jurar que era…pablo.

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