Las Mentiras De La Muerte

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La sangre corría por el suelo, la luna brillaba más que nunca, los cuerpos de una pareja se encontraban tendidos en el pasto fresco, a la vista de su único hijo. los ojos de sus padres, fura de sus cuencas lo observaban atentamente. grito, pero nadie le escuchaba, no sabía qué hacer, traerlos a la vida era lo que más quería…

El joven se despierta sobresaltado, sin comprender lo que le sucedía. “Una pesadilla” dice aliviado, más sigue preocupado por lo real que se veía, se levanta de su cama algo mareado, lo cual debe sostenerse de la pared de su curto. Unos segundos después, logra escuchar el grito de su madre, avisándolo que el desayuno ya estaba listo, algo muy común para el despertar todos los días con la voz de su madre, se podría considerar que era su despertador. Camina apresurado en dirección hacia el comedor, para no hacerla enfadar por su demora. ahí estaban, sus padres comiendo como otro día cualquiera, aliviado se sienta a su lado para degustar las tostadas, frutas y café junto a ellos. Fue el último en terminar, y decidió lavar los platos para ayudarlos. Terminando su labor en la cocina, tocaron a la puerta, resulto ser su tío, al que no veía hacía más de un mes.

- ¡Jin! Qué bueno verte sano y salvo- casi sin penarlo lo abrasa con todas sus fuerzas.

-Tío… para… me vas a dejar sin aire-

-supe lo de tu accidente y vine lo más rápido posible-

- ¿accidente? ¿Qué accidente?  

-Ven conmigo, te voy a preparar un jugo- Sintiéndose preocupado por la fuerte contusión en su cabeza que pudo recibir en aquel trágico accidente.    

-No hace falta, ya desayuné-

- ¿te preparaste tú mismo?

-No, fue mi mamá-

-Entonces Ami está bien, cuanto me alegro ¿Y Fred?

-Deben estar viendo la TV juntos, íbamos a verla después que terminara de lavar los platos-  

- ¡¿Con que están viendo el televisor juntos?! ¡he! -Mientras caminaba en dirección al salón, alzo su vos para que lo escucharan -Oigan par de tortolos, la policía me informo sobre del accidente, me podrían haber avisado que se encontraban bien…-   

La alegría de saber que se encontraban bien, desapareció por completo, al ver los sentados tan cómodos en el sofá viendo la televisión a pesar que no tenían ojos, ni ninguna expresión en el rostro ¿Se encontraban vivos o muertos? Él no sabía. Entre tanta confusión, el infante corío a los brazos de sus padres con la sonrisa más grande del mundo.

- ¡Jin! ¿Qué está ocurriendo aquí? - Grito su tío buscando una explicación razonable a lo que estaba viendo – ¿Quiénes son ellos? –

-Mamá y Papá, o ¿es que ya no te acuerdas de cómo son? – mientras soltaba una tierna carcajada

- ¡Ellos no son tus padres! Fíjate bien Jin ¡Tus padres están muertos, esos son sus cadáveres! –

Jin, miro lentamente a su padre y luego a su madre, y por fin salió de la ilusión en la que estaba, aquellos que pensó que eran sus padres ahora solo eran un montón de carne podrida y en descomposición, las lágrimas comenzaron a brotar, pero no eran la de una persona normal, estas tenían un singular color negro, resultado en que se había convertido. A la mente del niño comienzan a llegar imágenes de lo sucedido la noche anterior.  

Se ve regresando a la casa de una alegre jornada de verano a orillas del mar. En medio de la oscura carretera, de la nada apareció un gigantesco oso en su camino, Fred que iba al volante tomo drásticas medidas para no lastimarlo, pero no Logro esquivar al animal. Este como defensa lanzo un zarpazo que hiso que todo el auto volara unos metros y rodara luego sobre el asfalto, cayendo finalmente en una profunda cuneta, tristemente los tres fallecieron instantáneamente.

Sus almas no tuvieron que esperar mucho, su recolector ya se encontraba ahí, El dios de la Muerte, un ser extremadamente poderoso de quince pies de altura y en lugar de piel lo reviste un volcán activo. Con su mano derecha recogió las tres almas para llevarla por el camino donde encontrarían la paz, pero el alma infantil sentía que no estaba destinada para partir ese día logro desprenderse y retornar al cuerpo de Jin.

-Impresionante, para ser un alma tan pequeña- dijo el dios de la muerte sorprendido por haber sido derrotado –Al menos me llevare estas dos-

De esta manera el cuerpo de Jin recobro la vida, las heridas desaparecieron, pero un dolor inmenso lo inundo al ver a sus padres muertos. El niño rompió a llorar y a gritar, no quería estar solo, en un ataque de ira y sin saber exactamente lo que estaba haciendo, con sus nuevos poderes adquiridos al burlar a la muerte, recupero las almas de sus padres y los convirtió en no-muertos, el huso tan repentino de dichos poderes lo agotaron al punto de desmallarse.

El Dios de la muerte no lucho cuando los dos restantes almos se le escapaban, es más pensó que las tres vagaran juntas. Ya cansado de tantos infortunios para un mismo llamado, suspira y deja salir las tres palabras que más lo enfadan, antes de marcarse entre la niebla -Odio los lunes-  

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