Debería haberme quedado a tu lado. Debería haber estado contigo en vez de dejarte solo en el momento de morir.
¿Cuánto tiempo pasaste encerrado en esa jaula de odio y frustración antes de conocerme? Me había prometido darte un camino mejor que el que habías recorrido hasta entonces. No quería que volvieras a caer en el alcohol. No quería que tu sentido de la justicia te hiciera sufrir nunca más, Abbacchio. Pero darte un lugar en mi equipo fue un error.
Al final sólo he causado tu muerte.
Sé que la vida de Trish no te importaba en lo más mínimo. Sé que no tolerabas la presencia de Giorno en nuestro grupo. Y aun así viniste, por mí. Porque tus únicos momentos de paz eran los que pasabas a mi lado. Porque me eras más leal que nadie. Por aquellas veces que nos quedábamos despiertos hasta tarde mientras los demás dormían y me pasabas los auriculares para que escuchara las canciones que te gustaban.
Aquellas noches eran las únicas en las que te veía sonreír de verdad; una sonrisa tenue pero segura que se te dibujaba en los labios mientras esperabas mi reacción. Después te devolvía los auriculares y mencionaba, tratando de esconder una sonrisa, que deberíamos estar pensando en la siguiente misión en vez de malgastar el tiempo escuchando música. Y aquellas noches no podía evitar sentirme bien pensando que te había salvado de un destino horrible.
Fuiste el primero en subir a la barca, todo porque creías en mí. Era yo el que se había metido en una situación suicida, y tú ni siquiera estabas de acuerdo con mis decisiones, pero te levantaste y dijiste que me seguirías a donde fuera. Inspiraste a los demás a venir. Seguimos vivos por tu causa.
Sabes que, aunque te reprochara la mala actitud con Giorno, también le había tomado cariño a esa faceta tuya. La de respuestas bruscas. La que te permitía decirme sin dudar lo que pensabas, y que nunca suavizaras la verdad. Es por esto que siempre he confiado en ti. Es por esto que me he sentido tan seguro hasta ahora.
Pero ya no estás.
Recuerdo tu cuerpo tirado en medio de aquel charco de sangre y tengo que morderme los labios para no llorar. Hubiera preferido ser yo el que muriera. Tu vida valía mucho más. Te han matado porque te he dejado solo en la playa en vez de permitirte ir a revisar que el enemigo estuviera muerto. Es mi culpa que estés aquí, es mi culpa que nadie haya venido a ayudarte. Es mi culpa que no hayamos llegado a tiempo.
Narancia me llama. Pregunta con la voz rota si de verdad pienso dejarte aquí, y llora, y grita el nombre de Giorno y Mista. Él puede permitírselo. Está bien si se derrumba, y está bien que se deje mover por la emoción. No tiene un grupo que liderar. Nadie morirá por su culpa.
Levanto la cabeza y les digo con dureza que tenemos que regresar al bote. Mista me sigue. El llanto de Narancia se convierte en una serie de sollozos desgarrados que me llegan al alma. Tener que reprimir las emociones, no poder llorar tu muerte, me está formando un nudo en la garganta que hace difícil el respirar. No quería mirar otra vez tu cuerpo, pero mis ojos se dirigen allí instintivamente. Y estás tumbado, sobre la roca, sobre la sangre. Siento cómo me desgarro un poco más por dentro.
Quiero volver atrás y darte la mano.
Quiero enojarme con Giorno por no devolverte la vida y culpar a alguien más de lo que acaba de pasar.
Quiero estar en el lugar de Narancia.
En vez de esto, echo a andar hacia el bote en el que nos iremos. El bote que nos salvará. El que te dejará atrás. Y aunque Narancia sigue llorando, todos obedecen y vienen conmigo. Con los ojos clavados en la arena me pregunto quién te encontrará primero, si los niños que juegan a pelota en la playa de al lado o algún pescador que salga a la mar. Y me pregunto qué harán con tu cuerpo. ¿Alguien se molestará en enterrarte o te tirarán al mar?
No tendré una tumba a la que acudir cuando te extrañe. Sólo quedarán imágenes y el recuerdo, más borroso a medida que pase el tiempo, del único hombre que pudo aliviar mi corazón cada vez que las cargas de la mafia me superaban.
Esta noche, cuando los chicos duerman y me quede solo, entonces te lloraré. Me derrumbaré porque no llegué a responderte que yo también me sentía en calma cuando estaba contigo y dejaré que me veas peor de lo que nunca te mostré en vida. Perderé la compostura sincerándome con un muerto.
Esta noche miraré el cielo y esperaré verte entre las estrellas.
Y sólo cuando me asegure de que estás ahí, en el lugar que mereces, podré susurrar al fin:
Arrivederci, Leone.
ESTÁS LEYENDO
Vacío [JJBA: Bruno × Abbacchio]
RandomBruno ahoga las lágrimas antes de que empiecen a salir. El dolor no es una excusa para dejar de lado su papel de líder, y que Abbacchio esté muerto sólo significa que pueden atacarlos en cualquier momento. Por esto no va a llorar. Para proteger al r...