Prólogo

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El escenario frente a él era irreal, esa tierra que siempre se encontró cubierta por verdes y vivos paisajes, lentamente se iban perdiendo sus colores hasta perecer. Montado a lomos de su dragón, Bakugo no lograba comprender como todo lo que una vez conoció parecía estar siendo convertido en poco menos que cenizas.

La fértil tierra que día con día recorría ahora no era más que una muerta tierra donde nada podía crecer. Inquieto por tal situación, voló con gran rapidez hacia el castillo del reino, a ese sitio no objeto de su devoción pero que era el hogar del único ser a quien permitía verlo como nadie nunca más podría verlo. En dicho lugar, colocado dentro de un cristal ya hacia el gobernante de aquel lugar, Todoroki Shouto, que al mismo tiempo era quien más se hallaba sufriendo por todo cuanto estaba aconteciendo sobre su reino, cuya causa estaba poseyendo un efecto dominó. Contemplando el cuerpo inconsciente del joven rey, Bakugo tenía presente aquella situación en que unas extrañas entidades emergieron repentinamente y atacaron al joven rey dejándolo gravemente herido para en instantes desvanecerse. Pensando cómo proteger su hogar y salvar a su persona más importante, Bakugo solo dependía de las viejas leyendas que se relataban de generación en generación dentro de su tribu. Efectuar un viaje temporal.

—Prometo que te salvaré. Protegeré el futuro que tanto has añorado.

No existía tiempo para la duda ni la incertidumbre, Bakugo debía viajar hacia aquella tierra situada en una dimensión y era distinta a la suya para conseguir dar con aquellos seres que habían puesto en peligro a su persona más importante y que pusieron en peligro su hogar. De él dependía evitar la desaparición de su mundo y evitar el cataclismo que podría terminar creando entre ambos mundos al perder el equilibrio que se decretó, debía existir entre ambos mundos.

Contemplando la tierra frente a él, afinó sus sentidos, un huracán de sonidos, aromas y sonidos le golpearon sin estar preparado para ello. Todo era distinto y desconocido. Desde aquella lejanía contempla un panorama intimidante, más no existía tiempo para temer. Debía encontrarlo, encontrar a quien era el espejo de su rey y protegerlo.

—Espera por mí. Voy en camino a tu lado... mi estúpido amado rey.

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Hasta aquí llega el prólogo, espero les haya gustado.

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Nos escribimos y nos leemos en el próximo capítulo capítulo.

¡SAYONARA!

¡SAYONARA!

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Watashitachi no Mirai (YAOI)[TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora