Ruby&Emma

París

Tuvimos que esperar mucho tiempo hasta poder embarcar, porque nuestro vuelo no salía hasta mediodía, así que aprovechamos para descansar un rato en la cafetería del "Augusta regional airport" rodeados de macetas marrones y aquellos sillones oscuros que parecían sacados de una película de los hermanos Coen. La escena, la situación en si, parecía dirigida por ellos. Hasta me pareció ver a John Goodman pasar por ahí.

La última vez que visité aquel aeropuerto, volvía de mi viaje de la universidad y las circunstancias eran muy distintas, pero de alguna manera, me sentía igual, como si estuviera recuperando mi vida desde ese punto concreto. Apreté la mano de Leia muy fuerte porque si todos los errores de mi vida me habían conducido a ella, el camino había merecido la pena.

En megafonía una voz cansada e inexpresiva arrastraba las palabras para anunciar el retraso de nuestro vuelo hasta la una del mediodía. No era tan difícil que nos descubriera cualquier persona y se lo dijera a James. Por lo que yo sabía alguien podría habernos visto y haber dado la señal de alarma. Sería sospechoso...¿no? Las tres en el aeropuerto un día de diario de junio tomando un avión con destino a Europa..no era mi estilo, llevaba años sin irme de vacaciones; normal, estaba deprimida.

Pero es verdad, era un Lunes no festivo y la mayor parte de nuestros amigos estarían trabajando, o de no hacerlo, me consultarían a mi en directo primero, ¿no? Tampoco James tenía mucha gente a su alrededor, era demasiado listo e impertinente, la típica persona que si tiene que dejar a alguien mal delante de un grupo grande, lo hace de la forma más escandalosa posible. ¿Cuándo se había convertido en esa persona? ¿Había sido siempre así? ¿Pasamos por alto los defectos de las personas de las que nos enamoramos o nos enamoramos también de los defectos?

Quedaba media hora para que saliéramos, y estábamos esperando en la cola de embarque, apurando los restos de nuestro...¿quinto? café cuando Ruby me dio un codazo inmenso que por poco no me destroza el bazo. Contuve la respiración durante unos minutos y sentí como las nauseas sabor a café se agolpaban en mi garganta pugnando por crear la mayor marea de vómito humana jamás vista.

-Mira a la izquierda y ponte justo aquí detrás de mi.

Nunca en mi vida la había escuchado emplear un tono de voz tan duro, autoritario y firme al mismo tiempo y la conocía hace tantos años que ya no podía contarlos con los dedos de las manos y los pues juntos. Estaba tan acojonada como yo, aún así vestida de femme fatale sin miedos, se había vuelto pequeñita e indefensa. ¿Por qué hacía todo esto?

En la zona del "Check in" paseaba James con un grupo de personas. Era un grupo bastante grande, seguramente clientes, y era fácil que pasáramos desapercibidas porque había mucha distancia entre nosotros. Su poblado pelo rubio se veía a leguas, era inconfundible. ¿Sería uno de sus típicos viajes de negocios? No podía ser, me había asegurado que se había pedido la tarde para mi. Lo recordé de pronto. Lunes. Esperaban a un inversor, tenían una comida importante. Lo sabía, pero no podría haber pensado que irían al mismo aeropuerto a recogerlo. Me sentí mal, inútil, pero no conocía las rutinas de aquel hombre, que se empeñaba en ser mi marido, y al que conocía poco o nada.

"Es imposible que nos vea, no puede acceder a esta zona" me repetía para mi misma, como un mantra, pero Ruby estaba temblando y mi confianza también flaqueaba. Nos iban a pillar.

Dios sabe que por todas las cosas buenas que tienen los niños, tienen una mala, y Leia no tenía paciencia, ni demasiada contención a la hora de expresarse, tampoco era demasiado oportuna. Era casi la hora de comer y empezaba a mostrar los típicos comportamientos infantiles de una niña caprichosa que quiere algo y no puede conseguirlo en el momento.