Capítulo Único

508 68 32
                                    

Sabía perfectamente que no podía irse solo.

Algo en su interior le negaba rotundamente esa opción, su cuerpo se tensó, deteniendo sus pasos en dirección al helicóptero, reteniendo sus desbordantes ganas de repetir una situación solamente para salvarse.

La voz de sus pensamientos hizo que el ruido a su alrededor se suprimiera, gritándole una y otra vez la misma frase de antes; ¡VETE, TIENES QUE IRTE YA...!.

Pero su cuerpo no se movía, aún tenía fuerza de voluntad para saber que lo correcto era quedarse. Ya no pensaba simplemente en él, había más que un simple sentimiento egoísta; había una familia, la cual se negaba a abandonar.

Regresó en sus pasos, escuchando aún la voz de Armando, serena y sin rastro de emoción. Sus ojos achinados se detuvieron en su rostro, notándolo serio, aunque con cierto toque de melancolía.

Respiró hondo antes de desviar su mirada hacia el suelo, donde yacía el cuerpo inerte de Manolo sumergido en una fosa. Un sabor amargo impregnó su boca, sintiendo como el peso de su cuerpo se hacía cada vez más pesado.

Ya no podía más...

Miró a Tonet, quien sin esa sonrisa y desbordante alegría que lo caracterizaba.

Miraba de la misma forma el cuerpo de quien reconoció alguna vez como su familia, como alguien que estuvo a su lado en sus peores momentos y la misma persona que le evitó la muerte. Quien se sacrificó por su seguridad.

No era algo común en él, no era el mejor consolando a la gente, pero quisó acercarse, enredarlo en sus brazos y decirle que todo iba a estar bien, que nada le pasaría. Pero le reconfortaba más que la mano de Diablo fuera la que se encontrara sobre su hombro, otorgándole el apoyo que siente él jamás podría llegar transmitir.

Entre los murmullos de los demás, logró entender que era hora de enterrar el cuerpo, y luego observó como dos de ellos se acercaban al auto negro con el que habían llegado para tomar unas palas, pero un sonido lejano los hizo detenerse.

—¿Eh, hay gente...?.

Y ese fue el último momento de la calma. Todo se quebró, pasó tan rápido que el único movimiento que logró realizar fue desenfundar una pistola que guardaba en su pantalón tras ver como el cuerpo de Armando, su amigo y compañero, una de las personas más importantes de toda su vida, que jamás lo había abandonado... cayó al suelo.

La angustia llegó de golpe, como un balde de agua helada impregnó sus cuerpos. Una lluvia de balas dirigida hacia ellos, sin darles la mísera oportunidad de defenderse, de luchar por su vida...

El impacto de un dolor agudo dirigido hacia su pecho le hizo caer al suelo, siendo recibió por la tierra y el pastizal seco, golpeándose a su vez.

Un extenso y ensordecedor pitido abundó en su cabeza por varios momentos, aturdiéndolo, dejándole solo la posibilidad de girar su rostro a los lados y ver como todas las personas importantes en su vida, caían uno a uno...

Su cuerpo empezó a temblar, sintiendo como la herida en su pecho desprendía el líquido vital que teñía de color carmín sus prendas. Le costaba respirar, su pulso se volvía cada vez más leve mientras notaba la tortuosa calma de su alrededor.

Pero no podía terminar, no así...

Con la poca fuerza que le quedaba, llevó su mano hacia el bolsillo de su pantalón para buscar su teléfono, en cuanto lo encontró lo encendió, manchándolo de su propia sangre, buscó entre sus contactos a otra persona, alguien también importante, aunque le costara admitirlo.

Espero unos instantes para que le atendiera la llamada, sintiéndose aún más débil, pasaron tres tonos para que una voz femenina y agotada se escuchara del otro lado de la línea.

❝What We Deserve❞ ❘ The Union ❘ One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora