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Esa mañana al abrir los ojos lo primero que hice fue suspirar, tratando de retener en mi memoria aquel hermoso sueño donde mi familia aún seguía intacta. Era la víspera para el aniversario de la muerte Rolf y cada día que pasaba me costaba más levantarme, como si a mis pies se fueran atando pequeñas piedras que me dificultaban caminar. Como si mis pulmones se fueran achicando progresivamente impidiéndome respirar.
Me quedé unos minutos más mirando el techo hasta que mis dos pequeños demonios se lanzaron encima como aviones kamikaze, acurrucándose uno a cada lado de la cama. Estaban emocionados porque era día sábado y había reunión de grupo. En realidad, eso significaba ver al resto de los muchachos para crear un gran caos, mientras los adultos trataban de charlar a gritos con una taza de café en la mano.
Antes de partir, Lorcan se comportaba como si hubiera comido una decena de ranas de chocolate, mientras Lysander estaba tranquilamente buscando entre sus cosas algún libro para llevar. Suspiré. Ambos eran idénticos de apariencia pero tan distintos como el día y la noche. Me dolía saber que tras esas máscaras de felicidad que solían mostrarme, se albergaba la pena de haber perdido a su padre, y trataba de llenar todos los espacios posibles para que ese hueco no los hiriera, a pesar de que nunca sería lo mismo.
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Yo también actuaba, y al parecer, podía graduarme de una excelente actriz, ya que nadie se había percatado de la profundidad de mi padecimiento.
.Salimos atrasados como siempre y nos fuimos caminando. ya que vivíamos relativamente cerca. Nunca me acostumbré a la red flu y mis pequeños aún se mareaban con las apariciones conjuntas.
Cuando llegamos, la casa de Ginny era un verdadero desastre. Los niños corrían de un lado a otro mientras los adultos trataban de hacerse oír entre tanto bullicio. James, Albus y Rose jugaban Snap explosivo en el comedor, mientras Hugo y Lily estaban probando el nuevo invento del tío George. Lorcan corrió para unirse a ellos, mientras Lysander se sentaba con su libro en una esquina de la sala de estar.
Luego de saludar a todo el mundo me coloqué al lado de Hermione, que miraba a mi pequeño desde el sillón con devoción y anhelo.
–Tienes que decirme, Luna –soltó de pronto.
–¿Decirte qué?
–¿Cómo logras que Ly sea un niño tan adorable? ¡Míralo! Tranquilo ahí, absorbido por el conocimiento, enfrascado en su lectura a pesar de que los chicos están creando una tercera guerra mágica.
–Eso es por tus tutorías –respondí encogiéndome de hombros.
–No, no, no. No es por eso –negó enérgicamente ella–. Porque todos los niños van a mis tutorías, pero él es el único que realmente me presta atención. Mientras el resto se dedica a hacer garabatos en sus pergaminos, Lysander se concentra tanto que ya veo que le sale humo por las orejas. ¿Por qué mis hijos no son así? Rose es estudiosa, pero tiene una tendencia a las travesuras que de verdad me alarma.
–Eso es porque tus hijos tienen genes Weasley, querida cuñada –intervino Ginny a la pasada, mientras llevaba una bandeja llena de zumos de calabaza para los pequeños malandrines.
Hermione frunció el ceño y fulminó con la mirada al pelirrojo que estaba sentado al frente de nosotras. Ron sonreía descaradamente, observando con orgullo a sus dos hijos, vivas réplicas de su padre. Un sentimiento de desazón se apoderó en ese instante de mi pecho. Recordé sin planificarlo como Rolf solía mirar a sus gemelos con afecto, como los abrazaba cada tarde al volver del trabajo y como los acunaba por las noches, contándoles espectaculares historias que a mi también me gustaba escuchar desde el marco de la puerta.
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Reflejo
FanfictionPorque siempre te amé desde las sombras y nunca te tuve. Porque con solo reflejarme en tus ojos diez años más tarde, volví a enamorarme de ti. Portada por @Romir21 - @EditorialDramione.