¡Bienvenid@ a la IwaOi Zone!
Un libro donde encontrarás escritos, dibujos, cómics, etc; sobre el dúo dinámico del Aoba Johsai.
• Los personajes no me pertenecen, pertenecen a Furudate Haruichi
• La portada y separadores son de mi autoría, no robar...
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-¿Qué haces aquí?
Miró con molestia al hombre delante suyo, siendo su mirada correspondida de la misma manera.
-Vengo a detenerte, ni más ni menos.
Oikawa rió, cínico. ¿Detenerle?, hacía falta más que unas simples palabras para convencerle de no saltar de aquel edificio. Sonrió arrogante, y dio unos cuantos pasos más hacia quien solía ser su mejor amigo.
-¿Detenerme?, ¿cómo piensas hacer eso, Iwa-chan?, dudo que puedas hacer mucho siendo un fantasma.
El contrario apretó sus puños, impotente. Su mirada se tornó dura e hizo un chasquido con la lengua. Pues sabía que Tooru tenía razón, en ese estado, lo único que podía hacer era hablar con él.
Porque ya no podía golpearle como antes. Ya no podía tocarle.
-Quiero que te perdones, solo eso.
-¿Perdonarme?... -Su sonrisa se esfumó, dando paso a una mueca rabiosa- ¿perdonarme el qué, exactamente?, ¿dejar el volleyball?, ¿faltar al funeral de mi abuela?, ¿ilusionar chicas para luego romperles el corazón?, o... -Tragó saliva, haciendo todo lo que podía para que su voz no se rompiera- ¿que ya no estés aquí?
La expresión de Hajime se ablandó, pues ver a la persona que amaba llorar, le destrozaba. Era irónico que aunque no pudiera sentir dolor ya, aquello seguía siendo igual de doloroso que siempre.
-Nunca fue tu culpa, Oikawa -dijo Iwaizumi, caminando hacia él-. Tú no sabías que ese avión se estrellaría.
-¡Aún así!... -Enormes lágrimas empezaron a salir de los ojos del antiguo setter, mientras empezaba a sollozar-Nunca debí insistirte tanto para que vinieras a Argentina, debí dejar que vinieras en Navidad. Si no hubiera sido por mí, tú no...
No pudo terminar, pues los sollozos se habían hecho más fuertes y hablar le resultaba imposible.
Hajime lo abrazó, o al menos lo intentó. Aunque no se podían tocar, ambos podían sentir la presencia del otro ahí.
-No es tu culpa, Oikawa. Yo fui porque también quería verte, nadie sabía lo que iba a pasar.
-Solo quiero que volvamos a estar juntos, Iwa-chan, ¿es tanto pedir?...
-No lo es. Así que disfruta de tu vida, sé feliz, juega volleyball, conoce a gente, porque yo te estaré esperando, no pienso dejarte.
-¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
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