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Era un nuevo curso. El último para mi, el primero para ti. La bienvenida de los de último curso no solía ser la más agradable. La escuela expulsaba bullying por los poros y yo....no estaba exento de ello. Todos los días siento culpa por haber sido yo el que te hiciera derramar esas lágrimas,....de verdad lo siento pequeña.

Recuerdo que llegaste y miraste hacia el suelo, todos a tu alrededor parecían ser meros fantasmas carentes de atención de tu parte. Tu estatura era graciosa, parecías un pequeño minion de mejillas regordetas y sonrojadas. Tu pelo crespo enredado vagamente en un moño y tu ropa sencilla, te veías de familia humilde.
Me gustaría haberme dado cuenta de ello en aquel instante. Oh, no sabes cuanto lo lamento aunque suene hipócrita de mi parte.
Caminaste unos cuantos pasos hacia la entrada y ahí te quedaste, parada, mientras todos caminaban como adolescentes hormonales emocionados por su primer día de clases. Al parecer, eso no te hacia ningún tipo de emoción.
El grupo de chicos con el que andaba chiflo a dos chicas guapas que se aproximaban a la entrada, distrayendo mi atención. Ya para cuando volví mi vista, no estabas ahí, te habías esfumado.
El primer día fue normal, un poco más emocionante que el resto. Habían lindas chicas en primero y todos los chicos querían tirarselas. Típico. Yo no estaba exento de ello.

Rápidamente llegaron las 4 de la tarde y las clases llegaron a su fin. La escuela quedó desolada en pocos minutos. Los chicos me habían invitado a la fiesta de inicio de curso en casa de una de las chicas guapas con las que ligaron, pero esa noche no podía, tenía que cuidar a Kathie. Ya mamá me había cagado la noche, menudo día para salir a cenar con papá.
Los chicos se fueron en su furgoneta, mientras yo esperaba pacientemente a la limusina que habían enviado mis padres. Si, era un niño rico, todos eramos niños ricos en la escuela, o al menos, la mayoría.
Entonces te vi. Estabas sentada en el suelo, al lado del contenedor de la basura. Te miré por un rato, me parecía algo triste ver a una chica en ese estado. Y justo cuando iba a acercarme, sonó el claxon de la limusina anunciando mi partida a casa, en cambio tú...... ¿también irías a casa,....cierto?

AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora