3. Origami

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— ¿Qué es lo que haces? — Haise se acercó hacia Suzuya con curiosidad, viendo a éste sentado contra el barandal de la azotea con un montón de bolas de papel alrededor suyo. Comúnmente, le encontraría mirando hacia la ciudad a punto de arrojar un avión de papel, simplemente para admirar qué tan lejos llegaría.

— Ah, Haise~ — Suzuya apartó la mirada del libro que descansaba sobre sus piernas para posar sus rojizos ojos sobre el joven inspector y sonreírle. — Origami — respondió. — ¿Quisieras intentar? — ladeó su cabeza hacia un lado para enseguida palmear a su izquierda, invitando a Haise a tomar asiento.

Haise se colocó cerca suyo, tomando el paquete de hojas coloridas que Suzuya llevaba con él, para enseguida mirar el libro que Suzuya leía con interés, aunque eran mayormente imágenes sobre doblajes para las hojas de papel. — ¿Quieres hacer una mariposa? — Suzuya asintió.

— Pero siempre termino haciendo mal una de las alas — confesó sin problema, jugando cuidadosamente con el hilo en su labio inferior. Su mirada enfocada en el libro tratando de descifrar qué es lo que estaba haciendo mal. ¿Acaso se saltó un paso? ¿Leyó mal las instrucciones? ¿Posiblemente las hojas no tenían el tamaño correcto?

Haise sacó una hoja color rojo. — ¿Puedo? — mostró la hoja y señaló el libro, pidiendo permiso para intentarlo él también. Suzuya parpadeó, mirándolo apenas unos dos segundos antes de sonreír y asentir, acercándose un poco más para permitir a Haise ver mejor las instrucciones (podría prestarle el libro pero, Akira aconsejó que aprovechara cualquier pequeña oportunidad).

Mientras Haise trabajaba con el papel, completamente concentrado en ello y olvidándose de su compañero, Suzuya aprovechó para admirar las facciones de su rostro. Si bien, la forma de su cara podía ser un poco fina, tenía ciertos rasgos varoniles y atractivos, como la mandíbula ligeramente marcada y la barbilla afilada. La nariz de Haise era casi perfecta, si acaso un poco ancha (nada que se notase a menos de que le vieran tanto como Suzuya suele hacerlo), labios delgados pero lo suficientemente tentadores para que Suzuya haya confesado a Akira lo mucho que deseaba besarlos (¿desde cuándo? Ni siquiera él supo dar una respuesta cuando Akira preguntó), la comisura de sus labios tenían una marquita apenas perceptible gracias a la gentil sonrisa que Haise siempre mostraba. Las largas pestañas oscuras haciendo contraste a sus cejas y parte del cabello blanco, combinando perfectamente con la raíz negra de su pelo que iba creciendo.

Volvió a fijar sus ojos en los labios de Haise, recordando otra cosa que Akira le dijo en una de sus pocas conversaciones. "— Bésalo. Estoy segura que no eres el único sintiéndose así". Tragó saliva con pesadez.

« ¿De verdad podría tener una oportunidad...? »

Suzuya suspiró inconscientemente, inclinándose apenas hacia Haise dejando caer sus párpados sin pensar mucho en sus acciones; labios listos para tocar la mejilla o, de preferencia, los dulces labios pertenecientes a Haise pero en su lugar, chocaron contra algo seco y plano.

Confundido, Suzuya abrió sus ojos y los enfocó primero en la bien hecha mariposa de papel frente a sus labios, deslizando entonces la mirada hacia el enrojecido rostro de Haise (parecía que en cualquier momento explotaría).

— L... Lo hice... — Haise desvió la mirada evitando la de Suzuya, subiendo un poco más la figura de origami para "ocultarse" detrás de ésta.

Suzuya, nuevamente, parpadeó viéndose algo perdido en la situación. ¿Qué se supone que significa lo ocurrido? ¿Haise no sentía lo mismo que él? ¿Acaba de evitar besarlo, no? Quizá eso significaba que Akira se equivocó. Suspiró, tomando con cuidado la mariposa que protegía a Haise para poder admirarla mejor, sonriendo. — Eres bueno en esto — halagó, decidiendo no comentar nada sobre lo incómodo que se sentía tras haber sido —rechazado— bloqueado de esa manera.

Haise dio un corto asentimiento. — Quizá solía practicar origami y mi cuerpo de alguna manera lo recuerda... — respondió en un tono bajo, enfocándose en buscar otra figura que podría intentar hacer para distraerse y bajar el color rojo de su rostro. — Oh, se puede hacer una jirafa también. Te gustan, ¿no? — por inercia, volteó a ver a Suzuya y, definitivamente, no estaba preparado para mirarlo a los ojos mientras escuchaba aquellas palabras salir de la boca de éste.

"— Me gustas tú."

El aire abandonó sus pulmones pero, de alguna manera, su corazón palpitaba violentamente mientras el color carmín en sus mejillas corría hasta sus orejas. Porque ver a Suzuya actuar impulsivamente invadiendo su espacio personal era una cosa pero, ¿escuchar una confesión como esa salir de sus labios con esa adorable voz suya a la par que sus ojos se encontraban mirándolo con un brillo especial en ellos? Era una sensación... increíble.

Haise no podía creerlo. Se sentía derretir. De hecho, había dejado de funcionar a tal punto que no fue consciente de en qué momento Suzuya había colocado sus frías manos en sus acaloradas mejillas y, una vez más, ignoraba su espacio.

Sus labios se presionaron castamente contra los de Suzuya, apenas uniéndose en un inocente beso que bastó para que Haise se olvidara de pensar, perdiéndose en la suave (aunque algo maltratada) textura de los labios ajenos, la calidez de aquel cuerpo pegándose al suyo, las manos un tanto callosas debido al trabajo que ambos llevaban (y un poco más de historia que Suzuya aún no se atrevía a compartirle) sobre sus mejillas.

Pero lo mejor fue apartarse y poder ver a Suzuya sonrojado, con una boba mirada en su siempre sonriente o estoico rostro. Esta era una nueva expresión que Haise quería grabar en su memoria. Podría olvidar su vida entera y nombre, pero este momento se niega a perderlo.

Suzuya se abrazó con fuerza a Haise de repente, exaltándolo. — ¿Juuzō? — le llamó, recibiendo como respuesta a Suzuya terminando por sentarse en su regazo. Haise se tensó, aún sin saber qué hacer con sus manos o qué hacer sobre toda la situación. Jamás imaginó a Suzuya actuando así (quizá, sólo quizá, soñó alguna vez con estar ambos de esa manera, pero sonaba imposible, algo que sólo pasaría en su estúpida imaginación), por lo que tenerlo sobre él después de besarse y que admitiera gustar de él... — Juuzō... — volvió a llamarle, esta vez consiguiendo que se apartara lo suficiente para verlo a la cara. Y bastó verlo a los ojos para saber que de verdad Suzuya no veía lo extraño a esa posición. Haise soltó un suspiro de resignación. — No es nada — sonrió, volviendo a invitar a Suzuya a acomodarse de nuevo contra él por unos minutos más.

Aún si Haise no confesó en palabras sentir lo mismo que Suzuya ese día, ni los siguientes pasados, Suzuya estaba más que satisfecho con las figuras de origami sobre animales que Haise le regalaba y cada momento íntimo entre ellos.

Después de todo, Akira le había dicho que una acción vale más que mil palabras.

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Aclaraciones: No tengo idea de si Kaneki sabe origami pero me tentaba poner que si para este OS.

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