Prólogo

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Conforme avanza nuestra vida se presentan oportunidades en el camino y cuando las desaprovechamos muchas veces nos ponemos a pensar

"¿Qué pasaría sí...?
"¿Y si hubiera hecho esto...?"

Cuando todos sabemos que el hubiera no existe, lo que somos hoy es el producto de lo que hicimos en el pasado. Donde trabajamos, las personas que nos rodean, la pareja con la que nos casamos etc.

Zoro pensaba constantemente en aquello que lo atormentaba, las desiciones de su juventud repercutieron tanto en su adultez, que no se mal interprete, el es feliz pero sabe en su interior que algo le falta...¿algo o alguien?

—¿En qué piensas?—
Preguntó Tashigui al ver a su marido con la mirada más perdida que de costumbre

—Nada importante.
¿Hoy trabajas?—
La miró a los ojos preguntando aquello para cambiar de tema

—No pero debo llevar a los niños a la escuela y Jiro tiene un torneo hoy.
Es importante para el por favor no faltes.—

Zoro sonrió
—Jamás lo haría, nunca me lo perdonaría.—

Se escucharon unos pasos bajar por las escaleras, eran sus hijos Jiro su pequeño de 11 años e Issey su hijo mayor de 14, ambos estaban listos para el colegio y corrieron directo a la puerta

— Mamá vámonos
llegaremos tarde!—
Gritó el más pequeño.

La pelinegra tomó las llaves y depósito un beso en los labios de su marido.

—Te veré después, recuerda el torneo. Te amo.—

—Oh casi lo olvido Pudding me dijo que Sanji vendrá a recogerte.
Dice que irán a desayunar y luego te pasará a dejar al trabajo, no te vayas a ir ¿okay? Nos vemos cariño.—

Le dijo antes de salir

— Adiós papi!!—
Gritaron sus pequeños.

—Cuídense, Issey
cuida a tu hermano!—

Les dijo por última vez antes de que los viera salir cerrando la puerta detrás de ellos.

Así en la soledad de su casa las palabras de su esposa resonaron una y otra vez en su cabeza.

—Sanji...—

Soltó en un suspiro y se levantó de su silla a prepararse algo de comer.

A unos pocos kilómetros de ahí, en una bella mansión se encontraba el rubio, vestido con un hermoso traje ya listo para el trabajo. Un olor delicioso emanaba de su enorme cocina (que ni siquiera utilizaba), Sanji con un silbido muy animado y un desastre en su mesón, hacía un intento de prepararse un omelette para su desayuno.

—Por dios amo Sanji!!—
Gritó eufórica su cocinera al ver a su jefe intentando cocinar otra vez

—Un Vinsmoke no debe ensuciarse las manos en algo tan banal como cocinar,déjeme hacerlo.—

Intentó arrebatarle la sartén, fallando en su cometido ya que el no se dejó

—Tranquila Cosette, ves yo puedo hacerlo.—

Pero al intentar darle la vuelta a su omelette este cayó en su pecho ensuciando todo su fino traje y de paso sus zapatos al caer el huevo y las verduras al piso.
Escucho una pequeña risa al fondo y sonrió cuando vio de quién se trataba

—Nunca fuiste bueno cocinando.—

Dijo la castaña entre risas acercándose a su marido

—Hey cuando me conociste era bueno.—

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