PARTE ÚNICA

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UNO: ATRAPADO EN UN CÍRCULO VICIOSO

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UNO: ATRAPADO EN UN CÍRCULO VICIOSO

                             ¿Conoces esa sensación de que estás atrapado en una rutina pero, no haces nada para cambiarlo por pura comodidad?

     Mi vida se transformó en un círculo vicioso, un viaje en el que prefiero quedarme dormido, no me importa en lo absoluto quienes pasarán por mi lado. ¿Por qué debo cambiar algo? Estoy bien así. Estoy cómodo con la paga de mi trabajo, aún siendo escasa en un ambiente tan competitivo.

    Tampoco estoy insatisfecho con mi relación. Mi novia me declara su amor, ella recuerda mi existencia, lo cual es suficiente. Para mí, verla de vez en cuando es lo ideal. El contacto constante y el esfuerzo que eso conlleva, agobia. Todavía no vivimos juntos y de pensarlo, me causa esa sensación de que la convivencia, lo arruinaría todo. Ella es muy pulcra y ordenada, yo no. Tenemos diferencias que prefiero ignorar, solo aceptarlas.

    Mis compañeros, incluyendo mi jefe, saben que soy bueno en lo que hago: atender llamadas de clientes enfadados o dudosos, lidiar con ellos y ofrecer el mejor servicio de telefonía de la empresa. Es lo único que hago bien.

    Deseé ser abogado, un sueño que se quebró porque mi madre enfermó. Mis notas cayeron en la secundaria, en picada abrupta al igual que mi ejemplar e impecable registro de asistencias. El dinero de la matrícula para la Universidad era alto; todas las universidades de Seúl son exigentes a pesar de las becas ofrecidas, y las deudas del hospital se acumularon en forma de papeles.

    ¿Qué iba a hacer en mi posición entonces? Por supuesto: ayudar a mi madre, dedicarle mi tiempo hasta que los doctores no pudieron salvarla. Luego, no hice nada más; encontré este trabajo mediocre, y me convertí en un esclavo más del conformismo. Tampoco soy alguien que le guste arriesgarse, todo lo contrario a mi padre, que escoge vivir la adrenalina. 

    En cambio, me describo como el típico hombre de oficina. Odio las apuestas. Odio el humo del cigarro. Y no bebo café por odiar sentir mi cuerpo vibrar en energía, pues la clave de mi éxito en este oficio, se encuentra en que debo mantener la energía baja. La calma. El control. El aburrido tono de voz, en un estado ambiguo para no perder contra un cliente mañoso.

   —Ofrecemos un nuevo plan. El plan gigante. Usted obtendría el doble de datos, esto es para más tiempo en Internet por ejemplo o redes sociales. —Una pausa. Una bocanada de aire, entonces recurro a la pregunta—: ¿No le gustaría?

   La gente me dice que mi timbre es como el de un niño, usualmente piensan que se trataría de una broma o una estafa. Se descolocan. Rápido lo desmiento, ya que en verdad soy un trabajador, y les paso con mi gerente a cargo.

    Al otro lado de la línea escucho el suspiro femenino. Me callo. Espero. Sonrío sin quererlo, sin ganas de ello, ayuda a emitir calidez a los clientes. Debo esforzarme un poco, aún sin el menor interés tengo de hacerlo. No quiero actuar para nadie.

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