Ego

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¿Alguna vez han escuchado ese sonido que hace el viento cuando pasa entre los edificios? Seguramente lo compararán con un lamento, pero es un rumor. Así se le llama: "El rumor del viento" no el lamento. Quiero aclarar que el rumor del viento suena mucho peor cuando pasa entre los árboles. No por las hojas que silban, ni los troncos que se mecen cuando son golpeados por el viento... lo que lo vuelve aterradora es que, al estar en lo más profundo del bosque, no puedes estar completamente seguro de que el rumor del viento es solo viento, y no un depredador hambriento que ha olfateado el metálico sabor de tu cálida sangre.

No tengo razones para creer que es un depredador, pero no tengo pruebas para desmentirlo. Principio de incertidumbre de Heisenberg.  No puedes afirmar que algo es algo hasta que lo observas. No puedo ver el viento... no puedo ver al depredador... en realidad, casi no puedo ver nada. Empieza a anochecer.

La igual que el rumor del viento, afirmar que está anocheciendo podría ser erróneo. Soy ínfimamente más pequeño que cualquier árbol que me rodea, sus copas son amplias y densas, casi no traspasa la luz solar, pero de algo si estoy completamente seguro: hace un par de horas veía mucho mejor mí alrededor.

Tal vez sea el ángulo del sol, que al estar en descenso no puede penetrar por las grietas del firmamento arbóreo que se extiende sobre mi cabeza. Tal vez alguna nube de gran dimensión se interpone, eclipsando al sol. Tal vez sea temporal, tal vez no. Tal vez mi inconsciente, pero existente, instinto de supervivencia crea teorías lógicas para calmarme. Pero nada de esto tiene lógica. ¿Quien en su sano juicio estaría en lo profundo del bosque, caminando sin rumbo, buscando algo que, posiblemente, no encuentre nunca si el velo nocturno decide abalanzarse sobre mí? ¿O acaso siempre estuvo oscuro y era yo el que creyó ver claramente hasta que las ideas empezaron a inundar mis pensamientos como un implacable tsunami? ¿Eso es posible?

Un enorme claro aparece frente a mi, no recuerdo haberlo visto antes, pero ahí estaba, tan vacío y tan lleno, tan estéril y tan  rebosante de vida, tan pasifico y tan ruidoso, todo es cuestión de perspectiva. Si lo veo desde donde yo estoy parado parece un lugar desierto, pero tal vez un pequeño bicho que camina entre el verde pasto vea decenas de bicharracos más andando por la hierba, algunos amigos, otros enemigos, depredadores y presas, invertebrados y porqué no, hasta vertebrados. Dioses, cuántas posibilidades en tan solo un pequeño pedazo de tierra.

Me aterra si quiera pensar un solo segundo en el cómo he llegado hasta aquí, cada paso en su momento parecía un verdadero reto, una montaña que subir, un océano que investigar, una carga que sobrellevar, pero ahora los recuerdo y veo lo fácil que ...

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Me aterra si quiera pensar un solo segundo en el cómo he llegado hasta aquí, cada paso en su momento parecía un verdadero reto, una montaña que subir, un océano que investigar, una carga que sobrellevar, pero ahora los recuerdo y veo lo fácil que fue esquivar las zarzas y demás arbustos que entorpecían mi camino, lo fácil que fue rodear el pequeño río que, cuando me encontré por primera vez en su orilla era demasiado profundo y caudaloso para cruzarlo nadando, pude haber sido arrastrado por la corriente y perderme en las profundidades del bosque, o morir ahogado, y solo porque tenía prisa por llegar. Caminé río arriba hasta que se estrechó, bajó el nivel del agua y la velocidad a la que corría.

ÁlterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora