Capitulo 17 "La búsqueda"

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-¿Estás lista, Eva?- Pregunta Daniel con un susurro

Eva asiente, y agarra la mano de Daniel con fuerza.

Acaba de amanecer, Daniel, Eva y Sun habían llegado por fin a Alis Lithban, habían sido unos días intensos, con Sun guíandoles entre los laberintos que formaban Drackwen. Eva estaba llena de energía, y, de vez en cuando, cuando nadie miraba, no podía resistirse a transformarse y estirar levemente las alas. Daniel siempre lo sentía, y aparecía de la nada para acariciar el cuerpo de la híbrida, suave y delicado. Sun, a cada paso que se acercaban a Alis Lithban, iba aminorando el ritmo, se excusaba en la gran energía que flotaba en el ambiente. Pero tanto Eva como Daniel sabían que eso no era cierto, aunque tampoco le dieron mayor importancia, en ese momento, el tener que hablar con Wina era la prioridad.

-Bueno, pues nos despedimos aquí. Mucha suerte Eva.- Le dice Sun a Eva

Eva le había cogido mucho cariño a Sun, habían sido como hermanas, habían compartido muchas cosas. La vida de Sun había sido difícil, de pequeña la habían secuestrado, y la mitad de su tribu había sido aniquilada al intentar rescatarla, era por eso por lo que no quería dejar el campamento, sentía que les debía una. Eva había insistido en que eso eran tonterías, que si ellos se habían sacrificado por ella, fue para que ella fuera feliz, pero Sun no la escuchó. A parte de eso, Sun hablaba de todos los temas, era impresionante la de cosas que sabía a pesar de no haber salido nunca del campamento, y la gran habilidad con la que maneja la mágia es sorprendente.

-Te echaré de menos Sun, ten cuidado al regresar- Le dice Eva y se lanza a sus brazos.

Ambas se abrazan con fuerza, sin querer separarse, pero la presencia de Daniel ponía algo nerviosa a Sun, y se alejó de ellos.

Desde hacía unos días, Sun estaba algo incómoda en la presencia de Daniel, Eva incluso había sospechado que estaba enamorada de Daniel, pero se había equivocado, simplemente no le gustaba la potente mirada del chico.

-Cuidáos mucho, todavía os queda un día de viaje, pero lo conseguiréis, solo recordad seguid el crecimiento del bosque.

Ambos asienten, Eva con ilusión, Daniel con seriedad. Sun sale corriendo para no hacer más dolorosa la despedida, y Daniel tira con suavidad de Eva para seguir avanzando.

A pesar de que a Daniel no le gusta mucho el contacto físico, no soltó la mano de Eva ni un segundo, se daba cuenta de la importancia del asunto, y no iba a permitir que Eva sufriera ningún daño. No pararon de intercambiar mensajes telepáticos durante todo el viaje, cosa que reforzaba la confianza de ambos.

Habían caminado durante todo el día, parando solo para comer, y, ahora que las tres lunas brillaban en lo alto, decidieron parar a dormir, ya quedaba menos. A su alrededor, las plantas crecían a un ritmo rápido, pero no tan rápido como lo describía Sun.

-Te quiero Eva- Susurró Daniel 

Eva le miró. Los ojos de Daniel están clavados en los labios de Eva, que se estremece, algo les estaba pasando. 

-Y yo a ti- Susurra Eva algo nerviosa

Daniel junta sus cuerpos y besa con fuerza a Eva, que se deja llevar al principio, pero finalmente, le responde con pasión, Daniel le responde con intensidad, acariciando cada palmo del cuerpo de Eva, y ella posa sus manos sobre el pecho de Daniel. Pero este se aparta bruscamente y se frota la cara con ambas manos, agotado.

-Lo siento...- Susurra Eva avergonzada

Daniel aparta las manos de su cara y la contempla: Las mejillas están rojas y el pelo revuelto, al igual que la ropa, que está ligeramente descolocada. Daniel le dedica una media sonrisa, pero se aparta de ella un poco

-Es el efecto de Wina, ella hace que todo crezca, y que los seres vivos pasen por todas sus fases con más velocidad: Nacer, crecer, reproducir, y morir.

Eva se sonroja un poco más y mira hacia otro lado.

-Si lo prefieres, puedo dormir allí, alejado.- Dice Daniel señalando una explanada a unos metros más allá de donde estaban sentados.

Ante el silencio de Eva, Daniel se levanta, dispuesto a irse, pero Eva le agarra la mano con fuerza, sin dejar que se mueva.

-No... no es necesario, ven, duerme conmigo.- Susurra Eva avergonzada

Daniel sonríe y hace que Eva se eche en el blando musgo, con él a un lado. Ella se deja abrazar y entierra su cabeza en el pecho de Daniel, en donde puede escuchar los fuertes latidos del corazón del chico.

-¿Estás bien?- Le preguntó Eva

-Si... tranquila, puedo controlarme- Le afirma Daniel con serenidad

-Ya pero... no sé si yo podré- Susurra Eva

Daniel se separa ligeramente de ella y la mira a los ojos

-No es el momento, y lo sabes, ahora estamos así por culpa de Wina, no por voluntad propia, así que, duerme tranquila, yo me quedaré un rato despierto, te prometo que no te pasará nada, pequeña.

Daniel pasa sus delicadas y frías manos por el liso pelo de Eva, ella se dejó arrastrar al sueño, mientras Daniel seguía acariciando sus manos y su pelo.

A la mañana siguiente, Eva se despertó sola. Al principio se alarmó, pero enseguida pudo notar la presencia de Daniel. No estaba en el mismo sitio que anoche, ahora se encontraba encima de una raíz enorme que no recordaba.

-Por fin despiertas. Como se nota que Sun ya no está.- Susurra Daniel a su espalda.

Eva se gira con rapidez. Cuando Sun estaba con ellos, siempre madrugaba más que los dos, y les despertaba con gritos de alegría, llenos de energía.

-¿Dónde estamos?- Le pregunta Eva desorientada

-En el mismo sitio que anoche, tuve que acomodarte un poco en esa raíz porque sobre el musgo ya crecieron ramas y no quería que estuvieras mal a gusto.

Eva se sonroja. Aunque Daniel no le gustase el contacto físico y fuese callado, siempre se preocupaba por ella, y estaba segura de que nunca le pasaría nada si estaba con él.

Daniel le dio unas cuantas frutas para desayunar y enseguida se pusieron en marcha. Fueron despacio, agarrados de la mano, dándose abrazos de vez en cuando y algún que otro beso. Daniel necesitaba relajar a Eva lo máximo posible, un solo error, un paso en falso, y ella moriría.

Cuando cayó la tarde, llegaron a un punto en el que la naturaleza crecía a un ritmo desproporcionado y con cierta locura, el aire estaba cargado de energía, y Eva parecía querer explotar, Daniel intentaba relajarla, pero ni él conseguía frenar el acelerado ritmo de la joven, que brincaba de un lado para otro, pero, cuando por fin paró, fue cuando encontró delante suyo lo que estaban buscando: La presencia de Wina se hacía notar.

La tenían delante

Memorias de idhún IV. El despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora