FAMA •𝗧𝗿𝘂𝗲𝗻𝗼•

𝗨𝗡𝗢

Mateo;

La pelinegra se encontraba sentada sobre mi cama con sus ojos cafés llenos de lágrimas, me miraba fijamente mientras atrapaba su labio inferior entre sus dientes, tanto que una pequeña gota de sangre se nació de allí.

Nuevamente la misma pelea de siempre, realmente era algo agotador, ni siquiera lo podía comprender como eso podía ser motivo de nuestros disgustos.

—Yo... No sé cuánto tiempo más podré seguir así. —habló con su voz rota, seco sus lágrimas que rodaban por sus mejillas con el dorso de su mano.

Me dolía verla así, llorando, mal, por mi culpa.

—Yo te puedo explicar todo gorda, no es nada de lo que pensas. —me apresure a hablar con voz suave acercándome a ella, poniéndome en cuclillas para estar a su altura.

La mire directo a sus ojos, aquellos que me transmitían tantas cosas, amor, paz, tranquilidad. Pero ahora, era diferente solo veía a través de ellos tristeza y dolor.

—Así me dijiste la vez pasada... —susurró mientras soltaba un suspiro .—al igual que la semana pasada, hace un mes, así me decís siempre Mateo. —finalizo molesta y angustiada.

Todo estaba absolutamente mal, la había cagado como siempre, odiaba verla en este estado por mi culpa, últimamente lo único que le causó es dolor. ¿Era sano que esto continuase de esa manera?.

—Solo lo hago por marketing. —agarré su pequeña y pálida mano entre las mías, ella me miró y negó con su cabeza mientras soltaba una risa sarcástica —creeme, por favor.

—Me gustaría poder creerte —seco sus lágrimas que continuaban saliendo y deslizándose lentamente por sus mejillas. —pero se me hace muy difícil, ¿Sabes?. Es difícil ver a tu novio con él que estás hace más de tres años de relación, esta con otra, ver como todos hablan de su amor —entrecomillo la última palabra con sus dedos provocando cierta incomodidad en mi. —es difícil Mateo...

Mordí mi labio inferior sintiéndome realmente mal.

Solté un suspiro mientras corría los mechones que habían sobre su lindo rostro.

—Se que es muy difícil, pero es solo por ahora —deslice mi dedo sobre su suave mejilla, ella cerró sus ojos disfrutando el tacto, amaba todo de ella, y no exagero, sus labios gruesos y rojizos, sus incontables lunares que tenía en su cara, el piercing de su nariz, absolutamente todo —te juro que sos la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida —susurré —te amo y eso no lo cambiara nada, ni nadie, te lo prometo —me acerque a ella para plantar un pico en sus labios.

Nos alejamos segundos después, ella miró nuestras manos entrelazadas mientras volvía a llorar.

—Creo que  fue un error mudarnos juntos —susurró.

Mi respiración se cortó al escuchar aquello, una sensación fea se hizo presente en mí, me dolía escuchar aquellas palabras. Me sentí una mierda.

Ella fue la única que creyó en mi cuando nadie lo hizo, fue la única que aguanto mis humores de mierda, fue la única que me tranquilizó cuando tuve ataques de pánico, fue la única que me insistió con esto de la música y por suerte, me fue bien, fue la única que me sacó de la adicción, es la única mujer con la que quiero compartir el resto de mi vida.

Y estoy absolutamente seguro.

Pero esto, me sobrepasaba, no me gustaba verla llorando, sintiéndose mal e insuficiente por mi culpa, nunca fue mi intención terminar de esta manera.

—No digas eso —hablé en un hilo de voz —yo quiero que te quedes conmigo amor, sabes todo lo que nos costó cumplir nuestro sueño —concluí.

—Todo está mal desde hace un año Mateo, los dos sabemos que desde que entró Nicole en tu vida todo cambio o mejor dicho cambiaste vos —soltó un suspiro —no creas que no me alegra que te valla bien en la música —me miró y me dedico una sonrisa llena de dolor —te juro que me alegro que te valla bien, sos el amor de mi vida obvio que me voy a sentir feliz por tus logros —acaricio mi mejilla y agradecí que ella hiciera eso, amaba sus caricias.

—Prometo cambiar —murmuré mientras agarraba su mano para plantar un beso en allí.

Ella asintió con su cabeza mientras cerraba sus ojos con fuerza.

—Voy a tratar de sobrellevar esto, haré lo mejor posible.

Sus lágrimas dejaron de salir, formo una sonrisa sin dejar a la vista sus dientes.

Sabía que nuestro amor podría afrontar nuestros problemas una vez más.

Ella es lo más.

Ella es mi mundo, es mi todo.

Me siento afortunado de tenerla junto a mí, de despertar todas las mañana y que ella esté a mi lado.

—Te amo chiquita —susurré cerca de sus labios.

—Yo más nenito —sonrió ahora transmitiendo la felicidad que tanto la caracterizaba.

Juntamos nuestros labios en un beso lleno de amor y ternura, llevo una de sus manos a mi mejilla acariciando esa zona, jugó con mis rizos con su mano libre enredando mi cabello en sus pequeños dedos.

Mis manos se colaron en la remera que traía puesta, toque su piel tibia, mientras la acercaba más a mi.

Nos quedamos besándonos, disfrutando la compañía del otro, no tuve en cuenta el tiempo que nos quedamos así.

Simplemente lo disfrutamos y ya.

Ignoramos el mundo exterior.

Solo éramos ella y yo.

Resubiendo la fic