Ú n i c o

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Por una noche te concedo el poder de llamarme tuya, incluso si no le pertenezco a nadie. Porque, por una noche, en tus brazos quiero dejarme caer. Me marcaste de por vida, y no fui consciente. No lo fui hasta que se volvió inevitable ignorar que mi piel ardía por tus manos y mis labios por los tuyos.
Te dejo el camino libre para que, por una noche, seamos nuestros.

-MacnasS17.
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Ninguno dijo que duraría para siempre, no lo nombraron ni lo relacionaron con algo estable. Eran encuentros, deseo carnal, lujuria, ganas, cordura mandada a la mierda. Eran dos hombres anhelando más y más, sin ver límites, porque estos estaban difusos, borrándose. Debieron ser un poco más sensatos, conscientes de que, como la mayoría de las veces, lo suyo acabaría en un final doloroso y dramático.
 
   Los besos y roces se incrementaron mientras las alarmas pitando en su mente se iban silenciando, calladas por una razón egoísta y entregada al placer. Una noche más, otra vez de decenas, se dejaron ir juntos, eclipsando lo demás. No importaba, no tenía sentido pensar en cosas como, por ejemplo, un corazón roto de un joven que cruzó la frontera entre el deseo y el cariño. Claro que no, pensar en eso era una estupidez y perdida de tiempo absurda.
JungKook suspiró, ladeando la cabeza a un lado. Esta dolía como si se la estuviesen presionando. Se encontraba increíblemente cansando, ansiaba llegar a casa y acostarse a dormir. Sin embargo, aquello no sucedería pronto, porque, ante su estúpido enamoramiento, cesó a las súplicas adorables de TaeHyung de juntarse esa noche. Ahora se lamentaba tanto ser tan débil ante su voz distorsionada por un puchero manipulador.

   Ah, Kim TaeHyung, su... algo que conoció en la oscuridad de un bar bailable. Genuinamente creía que si hubiese prestado más atención al brillo alarmarte en los ojos ajenos, habría deducido que no debía seguirle el juego, sacarle conversación y, entre risa y risa, terminar en una cama. Pero, otra vez, se denominaba como un débil ante él.
Solo fue encuentros casuales, sexo bueno, nada más. Aunque JungKook no sabía que se hallaba sobre una superficie frágil y, sin siquiera darse cuenta, se vio cayendo en un profundo y aterrador abismo que era TaeHyung, chico de 24 años de pelo rojo brillante. Dato relevante, obviamente, se le veía precioso. Otro encanto más para la larga lista de Jeon: "Razones de por qué estoy tan jodido por Kim TaeHyung, el hijo de su mami que tiene mi corazón en su mano y ni cuenta se da (o sí)". Bien, un nombre largo para una lista interminable, era entendible.

   Otro suspiro abandonó sus finos labios, dirigiendo la vista hacia el reloj en la pared. Una pequeña sonrisa le estiró las comisuras, ya podía dejar de aplanar su trasero contra la silla e irse. Guardó las pocas cosas que había sacado, colgándose el bolso al hombro luego. Cerró la puerta de su oficina, notando que su padre seguía en la suya de reojo. Le dio un sutil gesto de despedida y salió sin más reparos. El aire nocturno le pegó en el rostro arrugado de cansancio, despertándolo lo suficiente para conseguir prepararse mentalmente por el hecho de que iría al departamento de quien lo tenía como un perrito faldero. Porque no, JungKook no era un estúpido, estaba lejos de eso. Era un empresario eficaz y reconocido incluso con su corta edad, capaz de darse cuenta de lo que TaeHyung hacía, consciente o inconscientemente, con él.

   Al principio lo dejó pasar, asegurándose que era una fantasía de su propia mente encargada de ver fraudes y malas jugadas por todos lados. No obstante, las señales inquietantes seguían sucediendo, volviéndose situaciones típicas de su día a día. Y una noche llegó hasta jurarse, antes de entrar al departamento de su amante, que ese encuentro iba a ser el último. Simplemente no era sano. No era sano que TaeHyung hiciera con él lo que quisiera, cuando lo quisiera y como lo quisiera.

   Pero ahí estaba, una vez más, tocando la puerta del pelirrojo. No lo culpen, el chico trató de alejarse, desaparecer para el bien de su corazón ya agrietado, mas no pudo hacer mucho después de que TaeHyung apareciera en su casa, rogando para que no lo dejase.
Cruel, aunque sobre todo manipulador. Así era él, así era su relación.

Paper Hearts O.S /KookTae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora