¿Como conocí a mi dominatriz?

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Era nuevo en la escuela, venía de intercambio, no conocía a nadie, era muy extraño ese tema para mi, yo incluso vestía diferente a ellos, ellos todos con playeras lisas y sus zapatos de cuero y yo con mis camisas de muchos colorines y mis zapatillas de patinar totalmente limpias, y mis jeans doblados en sus ruedos, las chicas se reían de mi, menos una, que se escondió totalmente roja detrás de sus amigas, y yo la vi de reojo, era pequeña, tan blanca como yo. A todo esto, olvidé presentarme. Me llamo Esteban, tengo 16 años, soy muuuy blanco, de cabello largo y rizado sin llegar a colocho (o con chinos para los diferentes lugares), mido 1.74, y mi colegio me envió a un intercambio de Costa Rica a Estados Unidos, en Oregon. Mi primo que tenía amigos allá, y según ellos, "mi buen inglés" y "mis buenos promedios" decidieron enviarme allá. Vivía solo en un departamento que el colegio del intercambio me había brindado. Hacía mucho frío, pero me gustaba. Volviendo al tema... Noté que una chica se escondió y sus amigas fueron detrás mío hasta que llegué a las oficinas administrativas de la dirección, Me presenté con el director, el sub-director, la rectora académica y los auxiliares administrativos, tenía que causar una buena y respetuosa apariencia ahí. La rectora, que apenas cuchareaba algo de español, gustosa y con una muy amable sonrisa, me llevó a conocer el colegio, sus diferentes laboratorios, sus aulas normales, el gimnasio de educación física, y el grupo de mujeres que según ellas, no las veía, aumentaba, me sentía súper apenado, esto en mi país pasaba con los rubios guapos que iban a mi colegio a estudiar, ¿Pero a mi? No soy la gran cosa, reflexionando mi extraña y poco habitual situación, me perdí en mi mismo hasta que la rectora gritó mi nombre y me sacó de mis adentros:

-¡Esteban! ¿Me estás escuchando? Vamos a la cafetería, exclamó ella con una cara de enfado que me hizo apenarme más de lo que ya estaba.

-Sí, sí señora, logré exclamar apenas.

La seguí y me enseño el comedor, la barra de comida, y casi me lleva a la cocina, pero se dió cuenta que me había sentado ya en una mesa, incluso con comida, un cereal azucarado, un muffin de vainilla y un pequeño jugo de manzana porque en la mañana no me dió tiempo de desayunar, me perdí y no supe como llegar al colegio, y se sentó conmigo, me dió algo de pena que me viera comer, pero me las arreglé para comer con decencia, tenía tanta hambre que ni siquiera me fijé si estaba rico o no. Ya habiendo terminado de comer, vi a no menos de 5 chicas, de nuevo tras de mi, quizás sueno como todo un ególatra, pero en realidad no lo soy, nunca he sido muy suertudo con las mujeres en mi país, y estas situaciones son muy pero que muy extrañas para mi. Le pregunté a la rectora: -¿Y los baños? A lo que ella me señaló el fondo del pasillo, y cuando me voltee a darle las gracias, se había ido. ¡Esta cabrona me dejó solo! Y anduve al baño, verifiqué antes de entrar que fuera el de hombres para no meterme en líos apenas llegar, era lo que menos quería. Detrás de la puerta se oyen varios pasos y se detienen, el chirrido de las suelas al detenerse en el azulejo delató que seguían tras de mi. Me sonrojé, me acerqué al lavabo y saqué el cepillo de dientes y el dentrífico para lavarme los dientes, la presentación es lo más importante, me lavé los dientes con paciencia y terminé, limpié el cepillo de la forma más ortodoxa posible y me enjuagué la boca dejando todos los residuos de comida y el dentrífico usado, me aseguré de que en el lavavo no quedase nada y lo enjuagué 2 veces, me sequé las manos en el jeans color beige que traía, y cuando salí la rectora estaba afuera parada en la puerta. -¿Adonde te metiste? Creí que te habías perdido pero ví las chicas que te seguían y vine acá. Yo le dije, frotándome la nuca con una de mis manos: -Eh, bueno... Adonde me llevará ahora? Justo despues de preguntar eso, sonó la campana y me dijo cuando el bullicio y la gente caminando rápido hacia sus clases acabó: -A clases jóven. La seguí en silencio y cuando se detuvo, tocó la puerta de un aula, en la parte superior de la escalera se llegaba a leer: "Chemistry 1". Mi primera clase aquí iba a ser química, solo pude pensar que me iban a coger. Tenía un ingles considerable, pero esto iba a ser un reto. Me pasaron y me hicieron presentarme, les di mi nombre completo, mi edad, les dije de adonde venía y porqué. El profesor, algo jóven, me dijo que tomara asiento, y opté por lo mismo de siempre, el asiento del fondo que da a la ventana. Me acomodé y saqué unos cuantos cuadernos, un lapicero, y les empecé a asignar una materia. "Science", "Math", "Biology" y por último y no menos importante "Chemistry". Miré a mi lado, y me puse como un papel. La chica blanca y pequeña de la entrada del colegio estaba a mi lado, y solo me miraba, de arriba a abajo, y vi algo fuera de lo normal, ella se mordía ávidamente el labio. Me dieron escalofríos, y me traté de concentrar en la explicación del profesor, pero sus ojos me miraban con deseo, y me desconcentraba totalmente, no lograba ver otra cosa que no fueran sus ojos, es como si toda la timidez de la entrada se hubiera transformado en un deseo hacia mi persona inconmensurable. El profesor empezó a dictar la materia, y en automático cambió su rostro, una mirada triste, tímida, la mirada de una chica que no sería capaz de lastimar a una mosca, y la miraba de reojo, y lo sabía, ella sabía que la mirada, y sonreía descaradamente, terminó la clase y sentí una sombra que me seguía, antes de que todos salieran del aula logré preguntarle a un tipo alto que a que clase íbamos, me dijo que lo siguiera, llegamos, me dió las gracias, y me senté al lado de la puerta del aula, revisé el móvil y vi un mensaje:

Sí, ama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora