Estás en problemas.

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No podía ser posible. No. La rectora y... Ella... Familia.

—Te trajimos aquí porque cumples con nuestros gustos, eres nuestro estereotipo de hombre ideal.

—Y-yo no soy un hombre, tengo 16, ni siquiera he terminado de crecer...

Valeria abrió la mochila, y sacó un pañuelo blanco, lo besó y su labial rojo intenso, que se veía genial con su color de piel, y su cabello... Volví a la realidad cuando me taparon la boca con ese pañuelo.

—Mmmmmhf! Nnnnnnnh! (Transcripción: ¡Zorras! ¡Suéltenme!)

Ellas se vieron, una a la otra. Y se besaron. Y ambas, al mismo tiempo, susurraron en mi oído:

—Vas a coger tan rico con nosotras que vas a vender tu alma para no regresar jamás de adonde vienes.

Me ataron de manos y piernas. Y tomaron y movieron mi entrepierna un poco. Me apené. No quería que mi primera vez fuera así. Quería disfrutarlo. Y me asusté. Mis ojos se quebraron. Quise llorar.

Y me quitaron la mordaza.

—E-esto no es lo que pensaba... Logré decir apenas.

—Esto solo es el inicio de tu castigo, otra, y otra, y otra bofetada. Una de esas, con las uñas de Valeria y su madre, me rasguñaron una mejilla. Y luego la otra. No pude más.

—Dejenme ir... Por favor...

Fue como si muy adentro de ellas hubiera tocado algo y su enojo e ira desaparecieran... Me desataron, y me Asusté mucho. Eran apenas las 7:05 de la mañana y ya me había pasado eso. No quería volver ahí. Y para colmo de males, a ambas se les salió el lado humano. Trataron de consolarme. Y escuché que sus consuelos se hicieron risas caóticas, macabras de un pronto a otro...

El despertador. Sonó la suave tonada de Asleep de The Smiths. Uno de los tantos recuerdos que me había traído de mi país. Menuda pesadilla había acabado de tener.

Me desperté y me revisé la cara muy asustado, y luego me revisé las muñecas y los tobillos mientras me bañaba. Me bañe bien. Iba con buen tiempo. Me empiezo a alistar y oigo que tocan a mi puerta. Me puse la ropa interior y un pantalón azul marino, salí descalzo y a medio peinar a abrir la puerta. Una señora de unos 50 años con un traje de FedEx, con un parche de la bandera de Costa Rica en su hombro izquierdo y 2 cajas grandes, estaban en mi puerta.

—Buenos días señor Robles... Yo no esperaba verlo despierto tan temprano.

Una sonrisa se esbozó en mi rostro, a lo que contesté con un refrán muy común en mi país:

—"A Dios rogando y con el mazo dando..."

—Muy bien joven! Necesito que firme aquí, acá, y por aquí.

Firmé, hizo pasar las dos cajas, una decía "Frágil", y la otra " Export". Le di las gracias, me deseó un buen día, y se fue.

Me fui a terminar de alistar rápido, me puse mi camisa color celeste con triangulitos pequeños color azul oscuro, me puse las calcetas, y procedí a abrir las cajas. Cuchillo en mano, abrí la primera caja, la frágil. Traía la impresora, unos adornos añejados que de lejos se veían que estaban nuevos, y lo fui acomodando todo. La caja con la impresora sobre la cama, los adornos sobre la mesa, en el cuarto, en el escritorio, en la cocina incluso. Seguí abriendo la caja y había un espejo que era de un metro, era cuadrado con los bordes de madera de pino al natural. Olía rico. Traía al fondo un martillo, tres clavos y unos ganchos adhesivos. Tomé dos ganchos adhesivos y les quité el envoltorio y el protector del adhesivo, los pegué "simétricamente" en la parte de la puerta que daba al cuarto. Desenvolví el espejo de los 4 kilos de plástico aislante en el que venía envuelto el espejo, y lo coloqué. Venía una caja. Envuelta en papel de regalo de colores y estilos hippies. Traía una etiqueta pegada que decía: "Para mi aventurero favorito." Venía sin nombre pero traía todos mis libros favoritos. La antología de Jules Verne. Todos los libros de Scott Pilgrim. Todos mis libros en una caja de madera, todos perfectamente acomodados. La caja venía dividida en partes iguales, era de madera, pintada de verde, con los fondos azules. Arriba traía una plaquita en cada división. "Ficción." "Cómica y novelas gráficas." "Varios." Y uno que traía un libro con una plaquita adherida al libro. "De mi para ti." El libro era "The Perks of being A Wallflower."  Solo se me ocurrió un nombre pero traté de no pensar en ello. Pegué la plaquita y abrí rápido el libro, traía una dedicatoria.
"Enamoralas a todas como hiciste conmigo, lento, y luego de golpe."
Mystique.

Sí, ama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora