Teddy

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Oficialmente terminé con las historias de la encuesta, ufff. Luego vienen sorpresas para los próximos dos meses, pero shhhh. Fijamos que no (?)

T de Te inspira a ser mejor.

Teddy presumía su insignia de Premio Anual frente a toda la familia Potter, con una sonrisa radiante. La segunda persona más orgullosa en la habitación era su padrino Harry.

La primera era James.

—¿Puedo sostenerla? —musitó un James de once años, extendiendo las manos en su dirección. Si creyó que fue emocionante cuando consiguió su varita de Ollivander ese verano, fue sólo porque aún no tenía la insignia entre las manos; podía ver a medias el reflejo de su cara sobre el metal—. ¿Esto no quiere decir que eres algo así como un nerd, Teddy?

La mitad de su familia se echó a reír. Su padre recogía los platos de la cena, Lily quería irse a dormir, Albus veía la insignia con un cauteloso interés, fingiendo que no le importaba cuando su madre le preguntaba si le gustaba.

—¿A quién llamas "nerd"? Tú…¡mocoso despeinado! —Al instante, Teddy casi lo derribaba de la silla, lanzándose sobre él para rodearle el cuello con los brazos y desordenarle el cabello más de lo que ya lo estaba de por sí—. ¡Esto significa que soy el mejor estudiante de mi curso! —Teddy le arrebató la insignia y la blandió en el aire con la otra mano, sin soltarlo todavía—. Es un honor.

Su padre llamó a Albus desde la cocina y su madre les pidió un momento para acompañar a Lily a cepillarse los dientes. Cuando se quedaron a solas en el comedor, James volvió a ver su reflejo en la insignia.

—¿Quieres una? —indagó Teddy, en voz más baja. James soltó una risita.

—No creo que me gane una…tal vez Rose. O Al. Seguramente Al…

—¿Y por qué tú no? Es una insignia, cualquiera se la puede ganar.

—¿No tienes que ser un gran estudiante y todo eso? —replicó James, arqueando las cejas.

—Bueno —Teddy chasqueó la lengua y recargó su cabeza en la de James por un segundo—, eso es algo que incluso un enano como tú puede hacer.

James se retorció con un quejido y empezó a empujarlo para sacárselo de encima. Riéndose, Teddy lo detuvo sin esfuerzo, y lo estrechó más en su abrazo.

Puso la insignia de vuelta en las manos de un aturdido James.

—Quédatela…

—No puedo-

—…hasta el comienzo de las clases —completó Teddy, divertido—. Nos veremos en el tren de todos modos, Jaimie, y los Prefectos ya saben que yo seré el que los va a guiar; diremos que me dormí, o que la metí al baúl por error —Extendió su brazo libre para atrapar la nariz de James entre el índice y medio, sin ejercer presión, sólo lo justo para oírlo protestar de nuevo—. Me la puedes dar allí.

Él se fijó otra vez en la insignia. Su madre ni siquiera le permitía tener su varita hasta el inicio de las clases, porque era consciente de que la perdería.

Se la tendió a Teddy de regreso.

—¿No la quieres? —Se extrañó el metamorfomago. Su cabello azul se alisó un poco. Él negó.

—La perderé…

Al comprender lo que pasaba, Teddy insistió en dejarla en sus manos, y cerrarle los dedos sobre la dichosa insignia. Sonreía.

—No la vas a perder, Jaimie, sabes que es algo importante. Guárdala por mí estas semanas, y un día, cuando tengas tu propia insignia de Premio Anual, podremos intercambiarlas.

TeddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora