Parte I

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Nunca me dieron miedo los fantasmas. Nos juntábamos de vez en cuando con mis amigos a contarnos historias de miedo, ver películas de suspenso y esas cosas. Esa noche, me encontraba en la casa de campo de Juli, una amiga, a punto de comer.
-¿vieron las noticias?- comentó Pablo poniendo la pizza recién salida del horno.
-¿no, que pasó?- dije mientras agarraba una porción que desbordaba de queso.
-¿Lo del fantasma del puente, no?- preguntó  Juli.
-Si- afirmó mi amigo -la chica que "sobrevivió"- dijo haciendo comillas en la última palabra-no habla. Se queda mirando un punto fijo en la pared- Juli se quedó pensando ante esta afirmación.
-¿y si vamos a investigar? El puente queda a un kilometro de acá- sugirió parándose y agarrando su abrigo.
-no, no, ni loco- Pablo movió negativamente su cabeza- mejor quedémosno acá
-No seas miedoso- lo reté- Dale, me quiero divertir un rato- me pare para agarrar mi campera. Escuché el suspiro frustrado de Pablo.
-Esta bien- aceptó el morocho.
-Vamos en mi auto- sugerí

Salimos. Caminamos unos metros hasta llegar al medio de transporte que nos llevaría. La luna llena nos iluminaba el camino de tierra que llevaba al puente. Pablo estaba en el asiento trasero y se movía, proporcionándome patadas.
-¿te podes quedar quieto?- le preguntó Juli, dejando entrever el enojo en su voz.
-Lo que pasa e...- se calló porque un ruido seco se escuchó contra el baúl del auto.
-¿Que fue eso?- cuestioné presionando el freno. Miré  para el costado, a Juli. Ella observaba un punto fijo en la carretera. No quería voltear la cabeza, pero lo hice. Algo había cambiado. Una densa niebla nos rodeaba y la temperatura había disminuido significativamente. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral.
-¿Que esta pasando?- preguntó Pablo frotándose los brazos.
-Hace muchísimo frío- susurré imitando su gesto.

Se escuchó un susurro que se volvía cada vez más alto, como si estuviésemos en un teatro lleno de gente, esperando que se abriera el telón y empezara la obra.

En ese momento la vi. Estaba parada frente al auto, mirándome fijamente.
-¿Que haces, Juli?- le grité. De repente, la niebla se la tragó. De un segundo al otro desapareció.
-JULI!!- exclamé. El murmullo aumentaba a medida que la temperatura bajaba.

Un sonido proveniente del asiento trasero me saco de mis pensamientos. Era Pablo tratando de abrir la puerta.
-¡sacale el seguro!- gritaba histéricamente tirando de la manija.
-No, ¡quedate acá!- No sabia que hacer. A Juli se la había tragado la niebla y Pablo estaba al borde de un ataque de nervios.

Cada vez que hay luna llenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora