[Pov.Madara]
Cuando tenía 18 años conocí a una chiquilla, recién se había mudado a nuestro vecindario, exactamente... justo a un lado de mi casa, en ese entonces vivía con mis padres y mi hermano de 14 años, Izuna, que al parecer había quedado hipnotizado con su exótica belleza al igual que yo, con el pasar de los meses nos hicimos más cercanos a ella, como todo buen vecino por supuesto.
Su nombre era Samyra Haruno, o Sam como le decíamos, a sus 14 años su belleza era exquisita y me refiero a sus rasgos físicos, un cabello largo ondulado extrañamente color rosa, nariz perfecta y respingada, labios rosados pequeños y carnosos, ojos miel adornados de pestañas largas, era una muñeca en todo su esplendor, hacia que instintos fieros despertaran en mi al estar cerca de ella, quería que fuera solamente mía, pero.... eso se terminó el día que Izuna me confesó que estaba perdidamente enamorado de ella, le deje el paso libre a mi pequeño hermano y me hice a un lado.
Con el pasar de los años, 2 para ser precisos ella quedó embarazada, sólo eran unos mocosos de 16, y bueno, se terminaron casando, por mi parte nunca deje de desearla, a su belleza se le sumó su bien moldeado cuerpo y eso me hacia querer poseerla más y más.
Para cuando nació su bebé, ellos tenían viviendo en nuestra casa 4 meses y ahí se quedaron los siguientes 16 años, fue una preciosa niña idéntica a ella, a excepción de sus ojos que fueron verdes,cabello rosa palido y piel nivea, me enamoré de ella al verla, pero no de una manera morbosa o pervertida, más bien era un sentimiento de querer protegerla toda la vida, supogo que es lo que sienten los tíos por sus sobrinos.
Pasaron 6 años, mayormente me encontraba ocupado con la empresa de mi padre, pero siempre que podía pasaba mis ratos libres con Sakura, mi pequeña e inquieta sobrina, era una niña muy inteligente, creativa y soñadora, la concentia en todo, ganandome muchos regaños de sus padres por malcriarla, pero era inevitable al ver esos lindos ojitos verdes mirarme con dulzura, solía llamarla pequeña Cereso y ella a mi, Tío Madi, claro que sólo a ella la dejaba llamarme así, por que si fuera otra pesona recibiría un golpe cortesía de mi parte.
Al cumplir sus 6 años tuve que irme, mi padre Expandió su empresa a París/Francia y era el más indicado para sacar a flote la empresa, pasaron 10 años en los que no volví a ver a mi pequeña Cereso, aunque aveces hablabamos por teléfono y nos escribíamos, o al menos eso hacíamos hasta que Izuna la metió en un internado que ella insistía en ingresar, la última vez que escuche su dulce voz fue hace 2 años, Inicar una empresa me tenía tan estresado y ocupado, que los pocos tiempos libres lo usaba para desestresarme con alguna mujer o salir con Hashirama, mi mejor amigo, quien decidió mudarse conmigo para ayudarme a administrar la empresa.
Eran los primeros días de marzo, hice mi rutina diaria como siempre, estaba en la oficina atascado de trabajo cuando el teléfono Sonó.
- Pedi que no interrumpieran - dije seriamente a mi Secretaría sin apartar la mirada del computador.
- Disculpe Señor Uchiha, una señorita requiere verlo con urgencia, ha insistido en pasar -
- Estoy muy ocupado, que agende cita - colgué y seguí en lo mio
Escuche la voz de mi Secretaría venír a mi oficina, discutía ligeramente con alguien cuando la puerta se abrió y entro la viva imagen de Samyra adolecente, me miraba con el entrecejo fruncido y haciendo un puchero que la hacía ver extremadamente adorable.
- Es encerio que no tienes tiempo para mi - dijo la chica cruzandose de brazos, por mi parte estaba en una especie de shock al ver la belleza sin igual que mis ojos deleitaban.