Único.

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Las perfectas notas del conocido violinista transmitían secretos que nadie esperaba.
El arco del violín se movía siguiendo las notas que habían sido escritas con anterioridad en una  hoja y una lágrima salía de sus bellos ojos.
Cada canción.
Cada nota.
Todo le recordaba a él.
Durante sus últimos cinco años de vida estuvo a su lado, acompañándolo y tocando para él.
Lo extrañaba, extrañaba a su amigo de la infancia y a su primer amor.

Ambos dejaron de jugar voleibol apenas terminaron la secundaria, y se centraron en otras cosas, conocieron nuevas personas y ambos veían   al mundo de diferente manera.
Tsukishima siempre ha sido un tipo guapo y popular, iba a fiestas constantemente y ahí conoció a su perdición
Pero no importaba cuanta resaca tuviera Tsukishima, porque todos los Domingos se levantaba temprano para ver a su amado tocar el violín como solo él sabía hacerlo.
Yamaguchi, por su parte se centró en una sola cosa.
La musica.
Le apasionaba demasiado este mundo, y su corazón se paraba al ver a su novio sonreír con cada nota que él sabía hacer.
Los celos nunca existieron, la confianza era absoluta.
El tiempo se paraba cuando estaban juntos.
Y cuando empezaron a vivir juntos hablaron de la posilidad de adoptar un niño y poder formar la familia que ambos deseaban tanto.

Pero sus planes se vieron interrumpidos cuando Tsukishima fue diagnosticado con cáncer de pulmón.
A Tsukishima no le importaba demasiado eso, seguía con la idea de adoptar un niño.
Pero la preocupación de Yamaguchi no dejaba de crecer al ver que su amado ni siquiera era capaz de dejar el cigarro, de como su irresponsabilidad lo iba a acabar más rápido de lo que ambos pensaban.

"No te metas en mi vida".- le había contestado en una pelea que habían tenido antes de que Tsukishima dejará el departamento enojado.

"Me meto porque te amo".- susurró hacia nadie en específico mientras que las lágrimas recorrían cada parte de su cara.
Recordaba a la perfeción cada palabra que había dicho el doctor.
Recordaba la mirada pérdida del rubio y como sintió que su corazón paraba de latir.

Lo único que causaba enojo en Tsukishima era que Yamaguchi no queria seguir con los planes que ellos habían hecho con anterioridad.
Pero Yamaguchi sabía hacía que caminó iba Tsukishima, y el caminó era cada vez más cercano porque este no se cuidaba.
Y lo que él no quería era dejar de lado a un niño mientras que él se sumergía en su propia miseria.

Lo más cercano que ambos tuvieron a un hijo fue un gato, el cuál se los regalo Kenma.
Yamaguchi no era un gran amante de los gatos, pero también quería hacer feliz a su novio.
Ahora antes de tomar una decisión ambos hablaban y trataban de llegar a un acuerdo mutuo, y esto pasaba con frecuencia cuando se hablaba de la salud de Tsukishima.
La reacción de la familia de Tsukishima ante la enfermedad de este fue igual o peor a la de Yamaguchi, y esto le fastiaba.
Lo agobiaba ver como lo miraban, como si fuera un perro morimundo.
Sabía que era su culpa.
No podía ir marcha atrás, ya lo había hecho.
Se sentia culpable por todo lo que había hecho.
No queria dejar solo a Yamaguchi, aún no.
Y cada mañana cuando se levantaba y veía el cansado rostro del pecoso se arrepentía de que no iba a estar para siempre a su lado.
Su corazón dolía, quería acabar con todo esto.
Sin embargó no tenía el valor, y prefería seguir atando la cuerda que ya tenía en el cuello.
Quería que todo fuera un mal sueño y despertar en la ban junto con todos sus amigos del Karasuno.
Pero sabía que esta pesadilla que estaba viviendo le iba a doler más a Yamaguchi que a él.
En un segundo su dolor se iba a ir, pero el de Yamaguchi iba a estar de por vida.

Durante esos cinco años Yamaguchi adquirió fama como músico.
Cada nota.
Cada pensamiento.
Y cada canción describía como se sentia.
Cada uno de sus discos se volvieron populares porque transmitían sentimientos reales, sentimientos que vivió al lado de Tsukishima durante su enfermedad y antes de esta.

Notas perfectas (TsukkiYama).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora