¿Quién dice que una chica y un chico no pueden ser mejores amigos?
Junto a Aidan, quién es tu mejor amigo desde hace muchos años, descubres que estás enamorada y un miedo repentino entra cuando no estás segura de querer arruinar tu amistad con él po...
Estaba en mi cama sin querer abrir un sólo ojo. Ese fenómeno extraño de tus sábanas sintiéndose más cómodas que de costumbre, la cama abrazándote en una comodidad inexplicable.
Me estiré y solté un suspiro que me reinició por completo y con toda la intención de volver a acurrucarme: el sonido de la alarma seguía taladrando mis oídos. Finalmente la apagué y me paré.
Intenté hacer mi cama ignorando la voz en mi cabeza diciendo: "sigue calentita, cinco minutos más". Volví a suspirar, presioné el botón del control que abría mis cortinas y poco a poco mi habitación se llenó de luz natural. Era justo lo que necesitaba para terminar de despertar.
Tallé mis ojos un poco y en la ventana de enfrente vi a Aidan. Lo vi caminar en su conjunto de pijama de botones color azul marino, decidiéndose entre dos atuendos distintos. Eso era lo que necesitaba para terminar de despertar.
Faltaban veinte minutos para las nueve. Habíamos quedado de ir con nuestros amigos a desayunar a Venice Gratitude, el lugar de siempre, a la hora de siempre, cada viernes.
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Al salir de mi habitación, seguí el corto pasillo que me llevaría a las escaleras, sin descansos y que daban justo a la entrada de mi casa, dejando ver la puerta principal.
Bajé y a mi lado izquierdo me encontré a Lucas, aún con el cabello despeinado y una mancha de baba en la comisura derecha de su boca.
- Hola, tú. -saludé.
- ¡Buenos días, hermanita! ¿Qué para desayunar?
- Oh, lamento dejarte solo, pero conoces la rutina.
- Mierda, ¿es viernes? -asentí-. ¡Preparé muchas cosas! -miró desilusionado la mesa ya lista.
- Lo siento... seguro mamá querrá de tu comida.
- Ya salió al trabajo. -suspiró.
- Bueno, invita a tus amigos a desayunar. -me cansaba de darle opciones.
- Qué inteligente eres.
- Más que tú sí. -besé su mejilla y subí de nuevo a mi habitación, olvidé la razón por la que había bajado en primer lugar.
Me puse perfume y cepillé mi cabello rápidamente. Analizando toda mi habitación para ver si se me olvidaba alguna cosa, escuché mi teléfono vibrar.
