uno

535 84 111
                                    

El murmullo en los pasillos de los alumnos es algo que se encuentra presente en todas las instituciones del mundo. Nunca falta, y solo en los recesos estos tienen un tiempo para suspirar. Sin embargo, en aquella escuela, había otro momento donde el silencio reinaba por unos minutos.

Cada vez que Son Hyejoo, una chica de estatura promedio, cabello y ojos oscuros, con una mirada intimidante, cruzaba aquellas paredes junto con su grupo de amigas la multitud se callaba y hacía paso a estas chicas.

¿Por qué razón? Porque eran las bullies de la escuela, y nadie quería tener problema con ellas, especialmente con la ya mencionada.

Nadie se animaba a contradecirla. Lo que ella decía y hacía debía ser respetado por el resto. Y si decides hacerlo, arréglatelas. Te molestarán hasta el día que mueras.

Hyejoo sabía que no era querida entre los estudiantes, pero tampoco le importaba. Amaba aquel aire de superioridad o ver al resto arrastrase hacia sus pies.

El timbre sonó, indicando que cada alumno debía ir a su respectivo salón. La pelinegra se sentó en su lugar. Sentía las miradas de sus compañeros en ella, pero no le incomodaba, en lo más mínimo. Es más, le encanta que la observasen.

—Jóvenes, tomen asiento.— el director ingresó al aula. A diferencia de todas las veces que iba, esta vez no iba con el propósito de castigar a Hyejoo y su grupo de amigas.— Quiero darles la bienvenida a Chaewon, quien viene desde Incheon a acompañarlos.

—Pues nadie le pidió que venga.— soltó la pelinegra, sintiendo los empujones alentadores de sus amigas.

—Señorita Son, le pido que se comporte.— dirigió su mirada a la joven mencionada, quien le regaló una mueca de asco. Luego dirigió su mirada a la recién llegada.— Señorita Park, puede ir a su lugar.

La rubia se tensó. Giró su cabeza en todas direcciones, esperando que alguien le de alguna indicación.

El director notó esto. Casi lo pasa por alto. Tomó su mano y la acompañó hacia su lugar, guiándola.

Nadie comprendía a qué se debía la ayuda.

Hasta que divisaron el largo objeto metálico que le llevaba aquel señor canoso al lugar de la recién llegada.

—¡Miren! ¡Tenemos una ciega!— gritó alguien por el fondo. La risas no tardaron en hacerse presente.

Chaewon se encogió en su lugar. Era ciega, no sorda. Oía los comentarios de sus nuevos compañeros. Se sintió pequeña, aunque se esperaba esa reacción.

—¡Cállense! ¡No es gracioso en lo absoluto! La señorita Park es ciega y sí, será su compañera por todo lo que queda del año.

El director se fue dejando a los jóvenes con el profesor de literatura. Aun así, por más de estar totalmente concentrada en las palabras del docente, escuchaba los murmullos a su espalda.

Terminó la hora y se levantó para ir a hablar con el director, pero sin querer tropezó con la chica más temible de todo el colegio.

Toda la clase posó sus miradas en la escena. No podían creer que justo, de todas las personas del mundo, se cayó encima de Hyejoo.

Pero aquella chica de cabellos rubios no tenía idea de aquello. Se levantó torpemente y extendió su mano para ayudar a la contraria.

Otra vez risas. Chaewon no entendía.

—Toma, gallinita.— la pelinegra arrojó desde la puerta del salón un papel al rostro de la mayor. Sí, se había levantado y había dejado a la pobre chica con la mano extendida al suelo.

『Try Again』|| HYEWON ✧ ONESHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora