Prefacio:

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Su visión casi nula le impedía contemplar el lugar donde se encontraba, tan sólo sabia que afuera llovía con intensidad y algunas gotas golpeaban contra el vidrio de su ventana, incluso podía escuchar como algunas gotas se colaban por el techo y caían sobre la taza de metal la cual se encontraba sobre su escritorio de madera.

"Al menos era un sonido un tanto agradable."

Pensó aquel joven alto de cabellos rubios y ojos azules. Su cabello le llegaba casi hasta los hombros y era un poco ondulado, su complexión era delgada y su piel era de un tono claro.

Aquel chico no sobrepasaba los diecisiete años.

Sus nudillos estaban pintados de un ligero color rosado y naranja, ésto debido al frío que sentía, incluso sus pómulos estaban de un ligero color rojizo y sus labios, aunque estos parecía que si apenas tenían una pizca de color sobre ellos.

Aquel chico ante los ojos de cualquiera podría parecer un ángel debido a su fino rostro a su preciosa y delicada apariencia y a su complexión física, además de que era un joven bastante amable con todo en cuanto se le cruzara, aunque para sus padres no era así, para ellos él había sido quien había traído la desgracia a la familia, aunque la realidad era otra y el padre quería encubrir sus malas acciones culpando a su hijo.

Muy a pesar de sufrir tanto debido al odio de sus propios padres y a sus agresiones, Caius seguía siendo aquel muchacho que todos apreciaban, sin embargo esa noche se le había pasado la mano a su padre quien lo había reprendido con tanta dureza provocándole una terrible contusión y que al final terminara por desmayarse.

De echo...
Era un milagro que siguiera con vida, pues el fuerte golpe que había recibido y que no lo llevaran a atender su herida podrían haberle matado, pero ahí estaba, en su cuarto, recostado sobre su cama con un improvisado vendaje cubriendo su coronilla y parte de su frente.

Sentia su alrededor dar vueltas, por lo que no soporto más y volvió a recostarse y a cerrar los ojos, total tenerlos abiertos en ese momento no servía de nada, pues no podía ver mas que las siluetas de su escritorio, su silla y su ropero, incluso podía notar un poco aquel vaso donde yacía una vela a medio consumir y con el mechero ennegrecido.
Nada fuera de lo normal, aunque si hubiera podido ver con más claridad podría haberse percatado de aquella presencia obscura que le observaba con total atención. Aquella presencia no era mas que un hombre, un hombre alto, delgado, de piel blanca, cabello negro azabache, a la altura de los hombros, sus labios un poco rosados y sus ojos eran de un intenso color rojo.

Caius se estaba quedando profundamente dormido, pero pronto había comenzado a sentir calor en aquella fría habitación, aunque después de unos segundos entró un poco en razón y se levanto casi de golpe.

¿Por que sentía calor?, aquella habitación no podía ser ni un poco cálida a menos de que hubiera sol o el pequeño orificio de su techo no existiera.
Había comenzado a asustarse y a recobrar un poco la vista, esto último tal vez hubiese deseado recuperarla en la mañana, pues termino por percatarse de la presencia de aquel hombre el cual por cierto le había cubierto con aquella capucha negra.

— ¿Quién es usted?

Preguntó exaltado y con la respiración entre cortada, incluso podía escuchar los propios latidos de su corazón. Sonido que para aquel hombre era como música para sus oídos, incluso podía percibir el dulce aroma de su sangre, el cual por cierto le resultaba fascinante.

— Mi nombre es Aro.

Respondió al fin aquel hombre.

El tono de su voz era fino y agraciado, por lo que dejo un poco paralizado a Caius quien se había dejado llevar por su amenazante apariencia la cual por cierto le había hecho pensar que su voz seria diferente, pero en su lugar resulto ser de lo más cortes y refinada.

— Lamento haberte asustado, no era mi intención, me disculpo por ello.

— No se preocupe, pero antes que nada...
¿Cómo llego aquí?

Preguntó aquel joven en un tono de lo más sutil, pues al percibir que aquel hombre no emanaba un aura negativa pudo sentirse un tanto más tranquilo.

— Sólo pasaba por aquí, presentí que te sentías mal y decidí entrar.

Caius frunc el ceño en señal de confusión, pues aun no comprendía por donde podría haber entrado.

— Usted, ¿cómo llego aquí?

— Por tu ventana.

— Pero...
Son dos plantas, no podría haber subido.

— Tengo mis secretos.

Sonrió dejándole ver un poco sus blancos y perfectos dientes, aunque le llamo la atención de que tambien poseerá dos afilados colmillos.
¿Cómo podía ser aquello posible?.

— No es humano..

Mas que una pregunta resultó ser una afirmación, a lo que aquel hombre articulo una fina sonrisa formando una linea con sus labios para después asentir sutilmente.

— Admiro su inteligencia, se a dado cuenta.
Pero no se preocupe, no e venido a hacerle daño, tan sólo e venido para tratar de ser su amigo.

— ¿Mi amigo?

— Se lo que sufres, se lo que callas entre estas cuatro paredes.
Pídeme lo que desees, puedo hacerlo realidad.

Aquella propuesta resultaba tentadora, pues en el fondo añoraba un poco de libertad, conocer nuevos horizontes y a nuevas personas, pero sobre todo cumplir su sueño.
Caius en el fondo deseaba convertirse en poeta o incluso en pintor, pero por la manera en la que se le era obligado a vivir le resultaba tan solo una cortina de humo, algo imposible de realizar, un simple sueño.

— No creo que pueda, pero gracias por su oferta.

— Igual vendré cada noche y perdona lo descortés que eh sido.
La próxima vez tocaré antes de entrar.

Aquel hombre hizo una pequeña reverencia para después dirigirse hacia aquella ventana y posar sus manos sobre esta.

— Antes de irme...
¿Tu golpe resulto grave?

Caius le miró y se encogió de hombros.

— Quien te lo puso...
Se nota que sus intenciones no eran retener el sangrado.

Se alejó de la ventana y se encamino hacía donde se encontraba el rubio, se detuvo a un costado suyo y comenzó a retirar el vendaje.
Mientras Aro se encargaba de retirar los vendajes, Caius no paraba de hacer muecas con sus labios, pues intentaba calmar aquel dolor que su cabeza le ocasionaba debido a las pulsaciones.

Estaras un poco mejor mañana, por ahora trata de dormir.
Y, no le cuentes a nadie que me has visto.

Aro termino de arreglar el vendaje y una vez esto besó su frente fraternalmente lo que provocó un leve sonrojo en el rostro del chico, pues era la primera vez que alguien le trataba de aquella forma, pues ni siquiera su propio padre se había dignado a abrazarle alguna vez en su vida, de echo, ni siquiera le había escuchado decirle un te quiero. Simplemente le hacían sentirse apartado cada día más y más, pero aquel desconocido le había echo sentirse acogido.

No lo haré, será nuestro secreto.

Articuló y le sonrió antes de que aquel hombre hiciera exactamente lo mismo para después abrir de nuevo la ventana, salir de aquella habitación, cerrarla de nuevo y desaparecer.

No sabia cómo ni porque había pasado aquello, tan sólo exhaló, sonrió una vez más, se recostó de nuevo sobre su cama y se aferro a  aquella túnica negra para después cerrar los ojos y quedar profundamente dormido.

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⏰ Última actualización: Apr 30 ⏰

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CAIUS: El Joven Destinado A Rey[En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora