1. Italia

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[ Cerré el casillero con más fuerza de la necesaria. De reojo ví como la gente se detenía por un momento a observar cuál sería mi próximo movimiento antes de seguir caminando. Supuse que mi cambio drástico de humor era más que notable, pero no tenía las fuerzas suficientes para hacer como si no pasara nada.

No tenía ganas de nada.

Ni de hacer los deberes llegando a casa, ni de apurarme para acostarme a dormir. Quería quedarme allí, parada, viendo absolutamente nada relevante ni digno de mucha admiración.

Todos se habían ido, y no me hubiera dado cuenta si no fuera porque me había quedado a oscuras. Aún así, tardé varios minutos antes de incorporarme y comenzar a caminar hacia la salida. Recordé que hoy la casa estaría sola a excepción de mí y suspiré pesadamente mientras bajaba los escalones.

No quería pensar en lo miserable que parecía de la noche a la mañana. Tenía ganas de evaporarme y volar hasta mezclarme con las nubes, y viajar a lo prohibido, a lo inimaginable. Un dolor en el pecho me detuvo un momento y seguí la lágrima en su trayecto al duro y frío cemento agrietado.

Casi podía escuchar el grito agonizante de la gota antes de ser aplastada por la gravedad contra el suelo, y con ello, también vinieron los recuerdos de todas aquellas sonrisas que me había sacado.

Y aún así, no quería culparlo.

Dejé que mi rímel se arruinara por primera vez en mi vida. Ya no importaba cuál era mi aspecto, porque era el aspecto que me hizo creer que le encantaba, y ya no quería ni un solo recuerdo conmigo.

Paré abruptamente después de aquel pensamiento y comencé a desecharlo todo: desde los tenis de regalo de cumpleaños, el dije de plata que había llevado en mi cuello por tanto tiempo, hasta la goma de cabello que me había quitado alguna vez. Todo lo amontoné a un lado del camino.

Hoy caminaría sola a casa. ]

Corchetes [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora