| 𝖎𝖓𝖈𝖊𝖓𝖉𝖎𝖔 | ❝ No juegues con fuego, acabarás quemándote. ❞
Él nunca siguió aquel consejo, pues al ser como el mismísimo fuego, estaba acostumbrado a su calor.
Sin embargo, apareció una chica que incendió su mundo sin que él pudiera evitarl...
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▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃ Capítulo seis, recuerdos, celos y una pelea. ▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃
—Venid, venid. —gritó el entrenador yendo hacia el medio del campo— Como ya sabréis y habréis deducido, todos estáis aquí por la misma razón. Sois personas con mucho talento. Un talento que aquí puliremos. —finalizó, y todos asentimos emocionados— Yo soy Alessandro, vuestro entrenador. Creo que la mayoría ya os conocéis por haber estado en los mismos equipos, sin embargo ha llegado una nueva jugadora de japón. Así que presentaros a ella.
A Maegan le costó quedarse con los nombres, pues al ser italianos le resultaron un poco complejos.
—Bueno, pues yo soy Maegan Stoutberg y vengo, como ya ha dicho el entrenador, de Japón. Un placer estar aquí. —la chica se inclinó como solían hacer en su país al presentarse y les sonrió a todos.
El entrenador les fue diciendo que se preparasen, pues iban a empezar con el primer entrenamiento de la temporada. El sol pegaba fuerte, hacía calor, así que, antes de empezar a entrenar, Maegan decidió ir a beber agua. Por el camino, la joven se pellizcó el brazo, pensando que aquello no era real.
Todo era como un sueño, una fantasía. Maegan no se podía creer que de verdad estuviese allí, haciendo lo que le gustaba.
Jugar al fútbol.
Mientras bebía agua miró a cada uno de sus nuevos compañeros, emocionada. Todos parecían ser simpáticos y, por lo visto, todos eran realmente buenos.
¿Estaría allí su sitio de verdad? Estaba dispuesta a descubrirlo.
—¡Dos equipos! —gritó el entrenador, y Maegan corrió hacia el lado del campo al que la había mandado.
Empezaron a jugar un amistoso entre todos los jugadores y, observando y analizando el juego del contrario, descubrió que faltaba un jugador en el otro equipo.
Decidió ignorar el hecho de que en su equipo eran más y se concentró en el juego.
Y entendió porque decían que el juego italiano era perfecto.
Sus movimientos, técnicas, tácticas, pases, jugadas, ... Todo estaba perfectamente calculado, su juego era completo. No tenían huecos.
Lo tenían todo.
—Increíble... —murmuró, desde su posición de defensa.
