La fiesta desde el inicio fue aburrida para Kazuto.
Pero como el hijo mayor de los Kirigaya, era su obligación estar ahí. Aunque siempre intentara crear excusas o escaparse de ese tipo de fiestas sociales, únicamente obtenía el sermón de su padre de que algún día él heredaría la empresa de la familia y por lo tanto era muy importante de su presencia.
Era solo una fachada, lo sabía bien. Una imagen; imagen que en ese momento a Kazuto no le interesaba ser.
Y no, no era que no quisiera tomar su cargo. A él de verdad le gustaba el negocio de su familia, y planeaba tomar el liderazgo cuando el momento llegara con felicidad y responsabilidad, pero, si es honesto, las fiestas y reuniones de gente rica le causan dolor de cabeza.
Hay demasiada gente presumida, petulante, y en las pocas conversaciones en las que se ha metido por su propia voluntad nunca lo dejaban terminar su oración y se sentía como un idiota.
Para él eran suficientes intentos aunque su madre lo motivara a interactuar más. Está seguro que cuando esté al mando de la empresa odiará la parte de las invitaciones a reuniones/fiestas con demás gente de dinero.
Así que, agradece todavía tener dieciocho y que su padre crea que todavía no está preparado, de esa manera puede tranquilamente quedarse pegado a la mesa de los bocadillos y llenarse como quiera.
Pero entonces, sus oscuros ojos la encontraron a ella entre la multitud.
Y Kazuto Kirigaya se sintió como si hubiese hallado una joya preciosa.
Aquella joven al otro lado del salón, luciendo un bonito vestido azul marino, un rostro blanco y de facciones delicadas, sus ojos parecían brillar con las luces del techo y su fabuloso cabello, largo como una cascada cayendo en rizos le recordaron al cálido atardecer.
Su expresión era tranquila, seria, de cierto modo era como si estuviera totalmente desconectada de sus alrededores. Pero, eso lo cautivó, tan bella incluso fuera del mundo, lo incitaba a saber más y a incluso, perderse en sus pensamientos junto a ella. Encerrados en una burbuja como si el resto no existiera.
Inevitablemente se quedó contemplándola, picado de curiosidad por su persona.
Cuando sus ojos se toparon por coincidencia, nació un impulso, e hizo lo que nunca creyó haría en una de esas fiestas.
Se acercó a hablarle.
Fue un inicio de conversación penoso y torpe, tal vez estaba pareciendo un idiota de nuevo. Pero, ella le sonrió 一así como el sol一, le siguió la plática, y hasta la hizo reír 一y era como una preciosa melodía一.
Y se quedaron hablando por horas, las suficientes para que llegara el final y tuvieran que decir adiós.
Esa primera ocasión, Kazuto Kirigaya se sintió hechizado. Maravillado por la belleza efímera del momento y de las diversas emociones que surgieron sin aviso en su ser, inundándolo por completo.
En la segunda ocasión, meses después a ese primer encuentro, justamente luego de tres días del cumpleaños de Asuna Yuuki 一su nombre一 y a tres días antes del suyo, se volvieron a encontrar con grata sorpresa; no hacía falta decir que él estaba más que feliz.
Y como anteriormente había sucedido, la conversación entre ellos surgió de una manera tan fluida, tan natural que ni siquiera él se lo creía. Aquello sin duda debía ser suerte y se sentía complacido de tenerla. Pasó la mayor parte de esa fiesta con Asuna al lado, sentados en una mesa alejada de la mayoría. Pudo conocer más de ella, hablaron sobre el odio mutuo que le tienen a ese tipo de reuniones y de la excelente cocinera que ella afirmaba ser. Pudo ver otra vez la belleza de su persona, con su cantarina voz, que te dejaba inmerso en lo que decía, Asuna estaba comentando la vez que ella se perdió por accidente, al haberse pasado unas calles más de donde debía. Y con sus claros ojos de miel, atentos a lo importante y con la capacidad de ponerte ansioso, Kazuto le contaba, intentando no perder el habla bajo su mirada, la vez que construyó su primera computadora con partes de otras, y como se interesó con todo lo relacionado.
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Lo que nunca podremos ser ⚘ 𝘀𝗮𝗼
Fanfiction# KIRIASU ⸻ El gran heredero de las empresas Kirigaya se quiere casar con Asuna Yuuki, lo cual muchos pensarían, sería perfecto. Ambas empresas tendrían buenos tratos, beneficiaría a las dos familias, y sobretodo los dos comprometidos eran jóvenes...