Capítulo uno.

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"Los sentimientos no son cosas que podamos gobernar. Nos sentimos atraídos por alguien contra nuestra voluntad."

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Los ligeros sonidos de un nuevo amanecer se adentraban en mi habitación. Hace ya unos minutos que estaba despierto sin embargo no tenía la fuerza de voluntad necesaria para levantarme y comenzar con la estúpida rutina diaria.

Me gustaba permanecer en esa misma posición en la que siempre despertaba, con la vista fija en la gran ventana de mi costado derecho. Podía sentir la paz inundando mis sentidos, escuchar el dulce trino de los pájaros en el árbol donde solía jugar de niño.

Sin duda este era mi momento favorito del día, pero sabía que por más que quisiera no podía permanecer así por mucho tiempo, así que me levanté y después de unos estiramientos matutinos decidí darme un baño.

Mis padres fallecieron hace ya unos años, cuatro años para ser exactos. No hablo mucho de ellos, de hecho ni sé cómo murieron, mi hermana dijo que me lo contaría cuando cumpliera mis dieciocho años, el problema es que los cumplí hace dos meses y aún no sé nada y realmente prefiero evitar el tema.

Bajé las escaleras directo al comedor, tenía una feroz hambre.

—Buenos días joven Hummel. En seguida iré por su desayuno.

—Gracias Petra.— Me limité a sentarme en la silla más cercana y esperar seriamente.

Cuando mis padres murieron me dejaron escasos recuerdos juntos, siempre estaban ocupados trabajando, sin embargo dejaron demasiado dinero, una enorme casa y una famosa compañía de publicidad de la cual mi hermana y su esposo se encargaban.

Petra había sido contratada por mi hermana como mi niñera, era una mujer de edad adulta, su cabello era canoso debido a su edad pero utilizaba tintes para ocultarlas, era una mujer de carácter blando y muy atenta conmigo. Realmente me agradaba.

Petra regresó con mi desayuno y una gran sonrisa, me deseó buen provecho sacandome de mis pensamientos.

—¿Mi hermana ha llamado?— Pregunté antes de empezar a degustar mi primera comida del día.

—Sí, ha dicho que lamentablemente su viaje se extendió.— Respondió la mujer

—¿Cuándo regresa?

—En un par de semanas más.

—Bien, no es tanto tiempo en comparación.— Dije bromeando y ella sólo me sonrió. —¿Le dijiste lo de mi año sabático?

—Sí, se lo ha tomado de buena manera. No se preocupe.

—Gracias.

Terminé mi desayuno sin ningún otra interrupción y como era de costumbre fui al parque más cercano a correr.

Me gustaba correr, cuando era niño participaba en carreras y siempre fui el más veloz. El correr era algo que me ayudaba a relajarme, tal vez se debía a que siempre huía de mis problemas. Para mí correr era despejar mi mente, dejar todo atrás.

Cuando me enteré que mis padres habían fallecido fue lo primero que hice, salir corriendo sin rumbo alguno mientras mis lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos.

Después de un rato me agoté de correr y me senté en una pequeña banca gris con la respiración entre cortada por la actividad anterior.

Desde ese lugar podía ver los columpios en los que me gustaba jugar después de la escuela, jugaba al príncipe salvador con mis amigos, amigos imaginarios.

All of meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora